Mendicidad
de Felipe Pinglo Alva
vals peruano

Cubiertos de harapos, la faz macilenta
el pobre mendigo limosnea un pan
implorando siempre la bondad ajena
a todos les pide una caridad.
Camina encorvado cual árbol añoso
es prueba viviente de tanta crueldad
con que el mundo azota a distintos seres
para la ignominia de su bacanal.

¿Quién es? no se sabe su ayer es misterio.
¿De dónde ha venido? jamás lo dirá.
Rayando la aurora sale diariamente
a implorar que el mundo le prodigue el pan.
Señor, señorita, niño, una limosna
pide con voz llena de angustia mortal
que un «Dios se lo pague» que llega hasta el alma
es el mejor fruto de vuestra bondad.

Tal vez en su infancia gozó de grandezas,
quizá vivió alegre en la pubertad
hoy, que ya declina su triste existencia
vive, porque vive de la caridad.
Mendigo sin nombre, tu tragedia afrenta
a este mundo vano, artero y falaz;
tú con tus miserias y con tus harapos
vales más que el oro, que el mundo te da.