Memorial que presentó á un Grande de España al abogado Silvio del Arga

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Memorial que presentó á un Grande de España al abogado Silvio del Arga. [1]

Pues que la fama inmortal
Tan piadoso os considera,
Sedlo conmigo siquiera
En leer este memorial:
Os contaré de mi mal
Las crueles tiranías
Que acabando van mis dias;
Porque son, en mi conciencia,
Grandes, como Vuecelencia,
Y estremadas, como mias.

Con once años de abogado.
Que son once eternidades,
Once mil necesidades
Son, señor, las que he ganado:
Totalmente rematado
Del hambre me llego á ver;
No me puedo en pié tener;
Y en tan riguroso abismo.
Sino me como á mí mismo
No tengo ya que comer.

Presto oiréis que perdí
Mi flaco, vital estambre,
Pues no puedo comer de hambre
Y el hambre me come á mí:
Pocos dias há leí
Que la dieta natural
Preserva de todo mal,
Y dije con impaciencia,

«Si es segura esta sentencia
»Yo debo ser inmortal.»

Orando un día postrado
Le dije al gran San Antón:
«Convierte en vivo lechon,
»Santo mió, el que es pintado;
»Y después que haya aliviado
»Yo mi estómago mezquino,
»Para tu adorno imagino
»Podrá suplir una treta;
»Y es, que como soy poeta
Te serviré de cochino.»

En San Felipe el Real
Hay un retrato divino
Del Beato Tolentino,
Tan vivo, tan natural,
Tan perfecto , tan cabal,
Que al mirar tanta destreza,
La vista á dudar empieza
(En su ajustado nivel)
Si es efecto del cincel
O de la naturaleza.

Yo , que miré el perdigón,
Embistiéndole engañado,
Le di tan fuerte bocado
Que le rompí medio alón;
No fué remora á mi acción
La dureza en lance tanto;
Y por comer, sin espanto
Proseguí con ansia ciega;
Y si el sacristán no llega
Creo que me como el Santo.

En mis vestidos enfada,
Y la cólera despierta.
Verlos tanta boca abierta,
Y yo la mia cerrada;
De banderas rodeada
Se mira la ropa mia;
Y en desdicha tan impia,
Señor, si lo consideras,

Verme con tantas banderas
Me ha de dar alferecía.

Entre otras ropas, ufano
Solo al tiempo ha resistido
Un manteo mas raido
Que conciencia de escribano;
De pringue está tan lozano,
Que si alguna visitilla
De cumplimiento me pilla,
Si acaso llego á sentarme,
Cuando quiero levantarme
Saco colgando la silla.

Tan flaco, tan vejestorio
Estoy con lo que padezco,
Que me dicen que parezco
Desertor del purgatorio:
A todo el mundo es notorio
De mi fortuna el desaire;
Y sin que sea donaire,
Como há tanto que no como
Me pongo en las piernas plomo
Porque no me lleve el aire.

Para cañón de escopeta
Me dijeron que servia;
Pero, señor, en el dia
Ni aun sirvo para lanceta.
Yo os juro , á fé de poeta,
(Juramento en mí el mas propio)
Que tanta flaqueza acopio.
Que si entran á visitarme
Mis amigos, para hallarme
Se valen de microscopio.

Y pues ya, por mis razones,
No ignoráis el mal que paso,
No seáis conmigo escaso;
Lloved en mí bendiciones;
Participe vuestros dones
Un ingenio abandonado;
Que yo pediré postrado
Al Sumo Ser poderoso,

Que os haga á vos tan dichoso,
Como yo soy desdichado.


  1. Es nombre supuesto y no se conoce el del autor.