Memoria descriptiva de Tucumán: 1
Advertencia
editarNo obstante el título que lleva esta Memoria, el lector no busque más en ella que un corto número de apuntaciones sobre Tucumán mirado por el lado físico y moral de su belleza. En una residencia de poco más de dos meses, y con objetos muy diferentes, apenas tuve tiempo para ensayar rápidamente un objeto sobre el cual tengo esperanza de volver con más lentitud en otra oportunidad. Así, pues, ni el naturalista, ni el historiador, ni el poeta mismo, cuya pluma parece que yo hubiera usurpado, tiene que reclamarme una sola de las inmensas preciosidades que brinda a su consideración aquel riquísimo suelo.
¿Se me dirá que este escrito es inútil porque no trata más que de bellezas? Yo creo que un país no es pobre con sólo ser bello; y que la historia de su belleza, en consecuencia, no puede ser insignificante. Estoy cierto, por otra parte, que, semejante objeción no me será propuesta por hombres como Buffon, Cabanis, Humboldt y Bompland que jamás pudieron ver separado el conocimiento de la fisonomía de la naturaleza en diferentes regiones, de la historia de la humanidad y de la civilización.
Se me objetará también que yo no veo en Tucumán más que hermosuras. Contestaré que yo no he querido ver otra cosa. Sé que Tucumán como los objetos más hermosos, no carece de lados imperfectos. Pero dejo a sus enemigos el cuidado de retratarlos. No sostendré que sus cuadros serán inexactos; pero no se concluirá de ello que los míos no son ciertos.
Es tan extrañamente bello y tan ignorado Tucumán, que es difícil escribir sobre él, sin riesgo de no ser creído. Pero la idea de que nadie me dará crédito sino los que le conocen, me alienta mucho. Así pues, los que piensen que este escrito no es más que un trozo de imaginación que me ha hecho producir el deseo de aplausos, tienen que corregir su juicio. Es demasiadamente hermoso Tucumán para que necesite el auxilio de mi triste ingenio. No es el amor a la gloria, sino el amor a la Patria el padre de esta publicación, porque mi objeto es extender el nombre de Tucumán y no el mío. Si no fuera este un escrito histórico al frente del cual es menester que vaya un nombre para responder de las noticias que refiere, nadie sabría quién es el autor; porque al paso que me lisonjea el convencimiento de la importancia de las cosas que cuento, ninguna confianza tengo, por otra parte, en el estilo de que me sirvo.