Masoller
de Juan Pedro López

Allá detrás de una sierra
se levantaba imponente
el sol, majestuosamente,
cubriendo de luz la tierra,
los pájaros como en guerra
lanzan al cielo su ruego
y en aquel desasosiego
de cantos a la natura
el sol... tomaba la altura
como una mancha de fuego.

Treinta mil hombres ansiosos,
Bien armados y dispuestos,
Van ocupando sus puestos
Visiblemente nerviosos,
Los momentos espantosos
No tardarán en llegar
En los que han de realizar,
Con una furia estupenda,
La batalla más horrenda
Que se pueda imaginar.

Dos ejércitos reunidos,
Aunque en distintos parajes,
Esperan como salvajes
Del cañón los estampidos.
Los pajaritos heridos
Van el espacio buscando,
Ya no cantan, van llorando,
Porque alcanzaron a ver
Que ya están en Masoller
Los hombres malos peleando...

Son treinta mil los guerreros
Que a manera de espartanos
Están peleando entre hermanos
Como perros carniceros,
Todos blanden sus aceros
Con un ímpetu feroz,
Y de aquella lucha atroz
Quedaron en desconcierto
Sobre cada pasto un muerto
Como maldición de Dios...

El clarín vibra doliente
Como un quejido a deshoras;
Y las ametralladoras
Tiñen de rojo el ambiente
Y allá va un pueblo inocente,
Analfabeto y brutal,
A morir como animal,
Sin reflexionar... tirano...
Que aquel que mata un hermano
Es mil veces criminal.

¡Vivan Los Blancos!... grutaban
Los valientes de Aparicio,
Y camino al sacrificio...
¡Que mueran!... les contestaban
Derrepente se alejaban,
Se volvían a entreverar
Y matando sin cesar
Ruedan los muertos y heridos,
Y los que no caen vencidos
Vuelven de nuevo a atacar.

La lucha va recobrando
Más fragor a cada instante,
Y sobre la sangre humeante
Van las víctimas quedando,
La muerte sigue diezmando
De ámbas partes por igual
Y al estépido infernal
De fusiles y cañones
Van rodando corazones
Y entre ellos... ¡un General!...

Honda llaga abrió en el pecho
La caída del valiente,
Y su ejército imponente
Ya va sin rumbo y deshecho,
Saben que a morir, derecho
Marchaban como condenados
Y avanzan encarnizados,
Horriblemente sangrientos,
Como búfalos hambrientos
Los Blancos y Colorados.

Así perdieron la vida
Hijos que aún la madre llora
Y que la patria deplora
Tristemente arrepentida,
¡Pobre tierra bendecida
Por tus heroicos abuelos!
Y que hoy bastardos anhelos
Nos lleva al campo de acción
A morir sin más razón
Que el color de dos pañuelos.

Yo ya na soy partidario
De ninguno de los dos,
Quiero a mi patria y a Dios
Y a todo lo necesario,
Algún ser estrafalario
Con sus designios fatales
Condenó a los orientales,
A los hijos de mi tierra,
Para que vivan en guerra
como algunos animales

Después que todo termina
Reflexionan con espanto
Que todo es mentira, llanto
Desolación hambre y ruina,
La opinión nos asesina
Con su brutal puñalada.
¿Que importa que en la patriada
A unos el triunfo les cuadre,
Si después llora una madre
Sobre una tumba ignorada?

Y ese llanto derramado
Por las madres vale más
Que la guerra, que la paz,
Que todo cuanto han soñado,
Yo iré, sí, como un cruzado
A morir con hidalguía,
Pero esso será aquel día
Que insulten nuestro Pendón,
Por a una revolución...
No estoy loco todavía!