Manual de Biografía: Vicente Salvá


SALVA (D. VICENTE),

EMINENTE FILÓLOGO.


Nació en Valencia del Cid en 10 de noviembre de 1786, siguiendo en su universidad los estudios de latinidad, filosofía y griego, con tal perfección este último que sustituyó al tercer año la cátedra de él erigida en aquel establecimiento, recibiendo en el mismo el grado de bachiller. En 1801 se dedicó á las facultades de teología é historia eclesiástica, sin abandonar por eso la lengua de Demóstenes, de que fué nombrado catedrático, previos los ejercicios de oposición, en 1804 á los 17 años de edad. Luego cursó derecho romano y hebreo, vino á Madrid á hacer oposición á la cátedra de griego de los Estudios de San Isidro y pasó á Alcalá de Henares, en cuya universidad sustituyó esta asignatura y continuó sus estudios de derecho. La guerra de 1808 le obligó á regresar á su patria, donde continuó su carrera con el mismo éxito.

Habiendo contraido matrimonio con Dª. Josefa Mallen, hija de D. Pedro Juan, abandonó su carrera para dedicarse al comercio de libros, que con la mejor fortuna ejercía su padre político y con el que desde entonces se asoció. Trasladado á Palma de Mallorca por las vicisitudes de la guerra, publicó allí en 1812 y 13 en unión con su amigo D. Isidoro Antillon el periódico titulado la Aurora Mallorquina, que aunque bien acogido del público no lo fué lo mismo del gobierno de Fernando VII, que á su restablecimiento obligó á Salvá a emigrar á Francia é Italia, permaneciendo en estos países hasta 1818. En ambos contrajo relaciones con sus primeros literatos y sirvió de secretario á nuestro embajador en Turin D. Eusebio Bardaji y Azara, cuando pasó a Luca á tomar posesión de aquel Estado en nombre de la reina de Etruria. No le valieron sus méritos en este puesto para dejar de ser envuelto á su regreso á la Península en una causa á que solo puso fin la revolución de 1820.

Durante este periodo ejerció varios cargos do elección popular, siendo nombrado diputado á Cortes en la legislatura de 1822 á 23. Aunque noble é independiente su conducta en el Congreso, le valió una segunda emigración, comenzada en el último año citado. En Londres, donde después de algunos padecimientos consiguió establecer una librería, comenzó esa serie de publicaciones que fueron el origen de su reputación y su fortuna. Un catálogo razonado de libros españoles fué la primera de estas obras que, enriquecida con gran número de notas bibliográficas y literarias, dió á conocer á los extranjeros una literatura quo hasta entonces habían estudiado muy poco. Por desgracia perdió entonces todos sus manuscritos que se le remitieron desde Valencia, á consecuencia de un naufragio que sufrió el buque en donde iban. Se salvaron sin embargo algunas cartas que su familia había olvidado, y aunque no en grande número, son bastante dignas de atención.

En 1838 se trasladó de Londres á Paris, á donde llevó también su establecimiento, poniendo á su frente á su hijo D. Pedro, para poder dedicarse con mas detenimiento á sus trabajos literarios. El Nuevo Valbuena, diccionario latino-español formado sobre el antiguo de este nombre, fué lo que mas descuella entre sus publicaciones de aquella época, y del que hizo gran número de ediciones.

Establecido el sistema constitucional regresó á Valencia, siendo nombrado para las Cortes de 1837, en que ejerció el cargo de secretario, regresando á Paris antes de terminarse la legislatura. En 1838 se hallaba ya en su patria, figurando como individuo de la junta consultiva que allí se creó después del pronunciamiento, pero no tardó en marchar á la capital de Francia, á donde le llamaban sus negocios y su amor sobre todo á las letras, que podía cultivar allí mejor que en ninguna otra parte.

A este periodo pertenecen muchas de sus obras, algunas de las cuales vivirán tanto como la lengua castellana. Su Gramática de este idioma es lo mas perfecto que hay en este género, y el único libro quizás para conocer con profundidad y en toda su extensión la hermosa lengua de Cervantes.

En 1847 regresó á Valencia trayendo una rica biblioteca, una de las mejores de España no solo por el número de volúmenes y rareza de las ediciones, sino por el acierto con que se halla colocada y buen gusto de sus lujosas encuadernaciones. Dedicado á formar un catálogo, enriquecido con muchas notas, no solo de sus obras sino de otras muchas que no había podido adquirir, pasó los dos últimos años de su vida hasta 1849, en que contra los consejos de su familia emprendió un nuevo viaje á Francia, deseoso de hacer nuevas investigaciones bibliográficas. A poco de su llegada á París falleció en 5 de junio, atacado del cólera que se había desarrollado en esta capital.

Muchas son las obras que nos han quedado de este insigne escritor, pero su Gramática castellana y su Diccionario de la misma lengua serán citados con aprecio por todos los eruditos. Sus trabajos bibliográficos se hallan esparcidos en muchas de sus publicaciones, y entre ellas en el Catálogo de libros españoles y en la Miscelánea hispano-americana. Su Nuevo Valbuena y su Cornelio Nepote manifiestan sus conocimientos en el idioma de Cicerón, lo mismo que su Gramática francesa y Diccionario de la misma lengua los no menos profundos que poseía en la de Racine y Corneille. Editor de muchas obras antiguas españolas, todas las adicionó con prólogos y notas que son otros tantos monumentos de su saber y erudición.

Su ilustrado hijo y digno heredero D. Pedro Salvá, diputado á Cortes que fué por Valencia en las Constituyentes de 1854, ha continuado la noble senda que le dejó trazada su ilustre padre en el ramo de bibliografia, y habiendo reunido de siete á ocho mil volúmenes de libros raros, se ocupa en formar un catálogo razonado de esta rica biblioteca, trabajo que no dudamos llegará á obtener los elogios y crédito que alcanzaron por sus excelentes escritos D. Nicolás Antonio, Casiri, Rodríguez de Castro, Perez Bayer y otras lumbreras de la bibliografia.