Manolo
PERSONAJES
editar- EL TÍO MATUTE, tabernero de Lavapiés, marido de LA TÍA CHIRIPA.
- LA TÍA CHIRIPA, castañera.
- LA REMILGADA, hija del TÍO, amante de MEDIODIENTE.
- MANOLO, hijo de la TÍA, amante pasado de LA POTAJERA.
- LA POTAJERA, enamorada, en ausencia de MANOLO, de MEDIODIENTE.
- MEDIODIENTE, amante de la REMILGADA.
- SABASTIÁN, esterero, confidente de todos.
- Comparsas de verduleras, aguadores, pillos y muchachos.
La escena es en Madrid, y en medio de la calle ancha de Lavapiés, para que la vea todo el mundo.
Escena I
editarDespués de la estrepitosa abertura de timbales y clarines se levanta el telón y aparece el teatro de calle pública, con magnífica portada de taberna y su cortina apabellonada de un lado, y del otro tres o cuatro puestos de verduras y frutas, con sus respectivas mujeres. La TÍA CHIRIPA estará a la puerta de la taberna con su puesto de castañas y SABASTIÁN haciendo soguilla a la punta del tablado. En el fondo de la taberna suena la gaita gallega un rato y luego salen, dándose de cachetes, MEDIODIENTE y otro tuno, que huye luego que salen EL TÍO MATUTE con el garrote, y comparsa de aguadores.
MEDIODIENTE O te he de echar las tripas por la boca
o hemos de ver quien tiene la peseta.
SABASTIÁN Aguarda, MEDIODIENTE.
TÍA CHIRIPA Pues ¿qué es esto?
¿Cómo no miran quién está a la puerta
de la taberna y salen con más modo,
y no que por un tris no van la mesa
y las castañas con dos mil demonios?
MEDIODIENTE Los héroes como yo, cuando pelean,
no reparan en mesas ni en castañas.
TÍA CHIRIPA Yo te aseguro...
SABASTIÁN Moderaos, princesa,
pues, si no me equivoco, EL TÍO MATUTE
con su gente y sus armas ya se acerca,
Escena II
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TÍO MATUTE, su comparsa y los dichos.
TÍO MATUTE Escuadrón de valientes parroquianos:
ya veis que la opinión de mi taberna
está pendiente; nadie los perdone
y cada cual les dé con lo que pueda.
MEDIODIENTE ¡Aguárdate, cobarde!
TÍO MATUTE No le sigas,
y date tú a prisión.
MEDIODIENTE Pues ¿qué más prueba
queréis, si el otro huye y yo me quedo,
de que él os hizo noche la peseta?
TÍO MATUTE Tengas o no la culpa, pues te pillo,
tú, MEDIODIENTE, pagarás la pena,
porque la fama, que hasta aquí habrá roto
más de catorce pares de trompetas
por ese Lavapiés, preconizando
mis medidas, mi vino y mi conciencia,
no ha de decir jamás que hubo en mi casa
un hurto que importase una lenteja.
¿Se ha de decir que hurtaron cuatro reales
en una que es acaso la primera
tertulia de la corte, donde acuden
sujetos de naciones tan diversas
y tantos petimetres con vestidos
de mil colores y galón de seda?
Aquí donde, arrimados los bastones
y plumas que autorizan las traseras
de los coches, es todo confianza,
¿se ha de decir que hay quien faltó a ella?
Aquí, donde compiten los talentos
después de deletreada la Gaceta,
y de cada cuartillo se producen
diluvios de conceptos y de lenguas.
Aquí, donde las honras de las casas,
mientras yo mido, los criados pesan,
de suerte que, a no ser por mí y por ellos,
muchas cosas quizá no se supieran.
¿Aquí ha de haber quien robe? ¡Rabio de ira!
¿Que se emborrachen? ¡Vaya enhorabuena!;
que a eso vienen aquí las gentes de honra,
pero ¿quién será aquel, dempués que beba,
que hurte, juegue, murmure ni maldiga
en el bajo salón de mi taberna?
MEDIODIENTE Matute, ¿qué apostáis c'agarro un canto,
y os parto por en medio la mollera?
TÍO MATUTE ¿Yo amenazado?
MEDIODIENTE ¿Yo ladrón?
TÍA CHIRIPA Esposo,
déjale con mil diablos.
TÍO MATUTE No pretendas
que deje sin castigo su amenaza.
TÍA CHIRIPA ¡Ay, señor, que amenaza tu cabeza,
y conforme te puede dar en duro,
también te puede dar donde te duela!
TÍO MATUTE Tú dices bien. ¡Ah, cuánto en ocasiones
las mujeres prudentes aprovechan!
SABASTIÁN ¡Templanza heroica!
MEDIODIENTE ¡Formidable aspecto!
Escena III
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REMILGADA y los dichos.
REMILGADA La llave me entregad de la bodega,
que el jarro se acabó del vino tinto.
TÍO MATUTE Yo tengo capitanes de esperencia
y de robusta espalda que manejan
mejor los cubos y subirle puedan.
TÍA CHIRIPA Para esta expedición fuera más útil
que no faltase tu persona excelsa,
no equivoquen el vino veterano;
pues el que ayer llegó de Valdepeñas
aún está moro y fuera picardía
consentir que cristianos le bebieran.
TÍO MATUTE ¡Qué discreción! Ven, pues, porque al momento
la llave saques y el candil enciendas.
Escena IV
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REMILGADA, MEDIODIENTE, SABASTIÁN y las verduleras.
MEDIODIENTE ¿Es posible, divina REMILGADA,
que siquiera la vista no me vuelvas?
¿Y la fe que juraste a MEDIODIENTE?
REMILGADA Yo no me hablo con gente sin vergüenza;
ni yo, por medio diente más o menos,
he de exponer mi aquel a malaslenguas,
no teniendo otra cosa más de sobra
que los dientes enteros y las muelas.
MEDIODIENTE Ya te entiendo y te juro, dueño mío,
que nunca he vuelto a ver la Potajera,
dende la noche que la di la tunda
por darte a ti sastifación...
REMILGADA No mientas;
que yo el día te vi de los Defuntos
ir cacia el hespital junto con ella.
MEDIODIENTE No viste tal...
REMILGADA Sí vi...
(Dentro suenan unos cencerros.)
MEDIODIENTE Pero ¿qué salva
de armonía bestial el aire llena?
SABASTIÁN Esto es, señor, sin duda, que MANOLO,
aquel de quien han sido las probezas
en Madril tan notorias, aquel joven
que, aluno de las mañas y la escuela
del ensine Zambullo, dio al maestro
tanto que hacer, en el mesón se apea
dempués de concluir las diez campañas
en que la África vio; pues su soberbia,
no cabiendo del mundo en la una parte
repartió entre las dos su corpulencia.
MEDIODIENTE ¿No es éste el hijo de la TÍA CHIRIPA,
tu madrasta, y el que en los patos entra
de que ha de ser tu esposo, pues tu padre,
EL TÍO MATUTE, se casó con ella?
REMILGADA El mismo es.
MEDIODIENTE ¡Pues reniego de tu casta!
¿Para qué me dijites, embustera,
que me querías? ¿Éste era el motivo
de estar conmigo por las noches seria
y de darme sisados los cuartillos?
¡Oh, santos Dioses! Yo te juro, ¡ah perra!,
que has de ver de los dos cuál es más hombre,
en medio del Campillo de Manuela,
de naaja a naaja o puño a puño,
y le tengo de echar las tripas juera.
REMILGADA No te inrrites, señor. ¡Destino alverso,
suspende tus furiosas influencias!
¿Casarme con MANOLO yo? ¡Y qué poco!
Primero me cortara la caeza.
MEDIODIENTE ¿Serás firme?
REMILGADA Testigo el espartero.
¡Así lo fueras tú!
MEDIODIENTE Si te hago ofensa
y falto a mi palabra, que me falten
el vino y el tabaco, la moneda
en el juego...
REMILGADA No más, mi bien, que bastan
los juramentos para que te crea.
Queda en paz.
MEDIODIENTE Vete en paz.
REMILGADA Sólo te encargo
que no vuelvas a ver la Potajera.
MEDIODIENTE ¡Ay, que viene MANOLO!
REMILGADA ¡Ay, que eres tuno!
LOS DOS ¡Cielos, dadme favor o resistencia!
Escena V
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MEDIODIENTE, SABASTIÁN y las verduleras.
MEDIODIENTE (Con interés. Aparte.)
Cuidado, SABASTIÁN, con el secreto.
SABASTIÁN Soy quien soy; soy tu amigo, ve, sosiega,
y tus cosas dispón, pues esto naide
lo sabe sino yo y las verduleras.
(Vase MEDIODIENTE.)
¡Oh, amor! Cuando en dos almas te introduces,
y más cuando son almas como éstas,
¡qué heroicos pensamientos las sugieres,
y con qué heroicidá los desempeñan!
Pero MANOLO viene; ¡santos cielos!
Aquí del interés de la tragedia;
y porque nunca la ilusión se trunque,
influya Apolo la unidad, centena,
el millar, el millón y, si es preciso,
toda la tabla de contar entera.
Escena VI
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MANOLO, de tuno, con capita corta y montera, y la posible comparsa de pillos, y SABASTIÁN.
MANOLO Ya estamos en Madril, y en nuestro barrio,
y aquí nos honrará con su presencia
mi madre, que, si no es una real moza,
por lo menos veréis una real vieja.
¡La patria! Qué dulce es para aquel hijo
que vuelve sin camisa ni calcetas,
sin embargo de que eran de Vizcaya
las que sacó en el día de su ausencia.
SABASTIÁN ¡MANOLO!
MANOLO ¡SABASTIÁN! Dame los brazos,
y no extrañes, amigo, me sorprenda
de verte en un estado tan humilde,
¿Tú manejar esparto en vez de cuerdas
para asaltar balcones y cortinas?
¿Tú, que por las rendijas de las puertas
introducías la flexible mano,
la aplicas a labores tan groseras?
¿Qué es esto?
SABASTIÁN ¿Qué ha de ser? Que se ha trocado
tanto Madril por dentro y por ajuera,
que lo que por ajuera y por adentro
antes fué porquería, ya es limpieza.
MANOLO ¿Cómo?
SABASTIÁN Son cuentos largos; pero, amigo,
tú con tu gran talento considera
cómo está todo, cuando yo me he puesto
a sastre de serones y de esteras.
MANOLO Dime más novedades. ¿Y la Pacha,
la Alifonsa, la Ojazos y la Tuerta?
SABASTIÁN En San Fernando.
MANOLO Si sus vocaciones
han sido con fervor, ¡dichosas ellas!
SABASTIÁN No apetecieron ellas la clausura,
que allí las embocaron de por juerza.
MANOLO ¿Pues qué tirano padre les da estado
contra su voluntad a las doncellas?
SABASTIÁN Ya sabes que entre gentes conocidas
es la razón de estado quien gobierna.
MANOLO ¿Y nuestros camaradas el Zurdillo,
el Tiñoso, Braguillas y Pateta?
SABASTIÁN Todos fueron en tropa...
MANOLO Dende chicos
fueron muy inclinados a la guerra
y el día que se hallaban sin contrarios
jugaban a romperse las cabezas.
SABASTIÁN Permíteme que ganes las albricias
de tu llegada.
MANOLO Yo te doy licencia.
SABASTIÁN Pero no hay para qué, pues ya te han visto.
MANOLO ¡Cielos, dadme templanza y fortaleza!
Escena VII
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La TÍA CHIRIPA y los dichos.
TÍA CHIRIPA ¡Manolillo!
MANOLO ¡Señora y madre mía!
Dejad que imprima en la manaza bella
el dulce beso de mi sucia boca.
¿Y mi padre?
TÍA CHIRIPA Murió.
MANOLO Sea norabuena.
¿Y mi tía la Roma?
TÍA CHIRIPA En el Hespicio.
MANOLO ¿Y mi hermano?
TÍA CHIRIPA En Orán.
MANOLO ¡Famosa tierra!
¿Y mi cuñada?
TÍA CHIRIPA En las Arrecogidas
MANOLO Hizo bien, que bastante anduvo suelta.
Escena VIII
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Los dichos, EL TÍO MATUTE y la REMILGADA.
TÍO MATUTE y
REMILGADA ¡MANOLO, bien venido!
MANOLO (A la TÍA CHIRIPA.)
¿Quién es éste
que tan serio me habla y se presenta?
TÍA CHIRIPA Otro padre que yo te he prevenido,
porque con la orfandá no te afligieras.
MANOLO ¿Y qué destino tiene?
TÍO MATUTE Tabernero.
(Con dignidad, MANOLO y su comparsa le hacen una profunda y expresiva reverencia.)
TÍA CHIRIPA Y ésta, que es rama de la misma cepa,
es su hija y tu esposa.
REMILGADA ¡Yo fallezco!
TÍA CHIRIPA Repárala qué aseada y qué compuesta.
MANOLO Ya veo que lo está.
TÍA CHIRIPA ¿Vienes cansado?
MANOLO ¿De qué? Diez o doce años de miseria,
de grillos y de zurras son lo mismo
para mí que beberme una botella.
TÍO MATUTE ¿Cómo te ha ido en presillo?
MANOLO Grandemente.
SABASTIÁN Cuenta de tu jornada y tus probezas
el cómo, por menor o por arrobas.
MANOLO Fue, señores, en fin, de esta manera.
No refiero los méritos antiguos
que me adquirieron en mi edad primera
la común opinión; paso en silencio
las pedradas que di, las faldriqueras
que asalté y los pañuelos de tabaco
con que llené mi casa de banderas,
y voy, sin reparar en accidentes,
a la sustancia de la dependencia.
Dempués que del Palacio de Provincia
en público salí con la cadena,
rodeado del ejército de pillos,
a ocupar de los moros las fronteras,
en bien penosas y contadas marchas,
sulcando ríos y pisando tierras,
llegamos a Algeciras, dende donde,
llenas de aire las tripas y las velas,
del viento protegido y de las ondas,
los muros saludé de la gran Ceuta.
No bien pisé la arena de sus playas,
cuando en tropel salió, si no en hileras,
toda la guarnición a recibirnos
con su gobernador en medio de ella.
Encarose conmigo, y preguntome:
«¿Quién eres?». Y al oír que mi respuesta
sólo fue: «Soy MANOLO», dijo serio:
«Por tu fama conozco ya tus prendas».
Dende aquel mismo istante, en los diez años
no ha habido expedición en que no fuera
yo el primerito. ¡Qué servicios hice!
Yo levanté murallas, de la arena
limpié los fosos, amasé cal viva,
rompí mil picas, descubrí canteras,
y en las noches y ratos más ociosos
mataba mis contrarios treinta a treinta.
TÍO MATUTE ¿Todos moros?
MANOLO Nenguno era cristiano,
pues que de sangre humana se alimentan.
En fin, de mis pequeños enemigos
vencida la porfía y la caterva,
me vuelvo a reposar al patrio suelo,
aunque, según el brío que me alienta,
poco me satisface esta jornada
y sólo juzgo que salí de Ceuta
para correr dempués las demás cortes,
Peñón, Orán, Melilla y Aljucemas.
SABASTIÁN Y entre tanto a las minas del azogue
puedes ir a pasar la primavera.
TÍO MATUTE Habla a tu esposo.
(A la REMILGADA.)
REMILGADA Gran señor, no quiero.
TÍO MATUTE ¡Qué gracia, qué humildad y qué obediencia!
TÍA CHIRIPA Ven, pues, a descansar.
Escena IX
editarLa POTAJERA y los dichos.
POTAJERA Dios guarde a ustedes
y tú, MANOLO, bien venido seas,
si vuelves a cumplirme la palabra.
MANOLO ¿De qué?
POTAJERA De esposo.
MANOLO Pues en vano esperas,
que tengo aborrecidas las esposas
dempués que conocí lo que sujetan.
POTAJERA Tú me debes...
MANOLO Al cabo de diez años,
¿quieres que yo me acuerde de mis deudas?
POTAJERA Mira que de paz vengo; no resistas
o apelaré al despique de la guerra,
pues a este fin mi ejército acampado
dejo ya en la vecina callejuela.
TÍO MATUTE ¡Hola! ¿Qué es esto?
POTAJERA Es un asunto de honra.
TÍO MATUTE ¡Cielos, qué escucho! Aquí de mi prudencia.
Haced vosotros gestos entretanto
que yo me pongo así como el que piensa.
(Pausa.)
MANOLO ¡Qué bella escena muda!
TÍO MATUTE Ya he resuelto
y voy a declararme.
TÍA CHIRIPA Pues revienta.
TÍO MATUTE Aquí hay cuatro intereses: el de mi hija,
el de MANOLO, que a casarse llega,
el nuestro, que cargamos con hijastros,
y finalmente el de la Potajera,
que pretende que pague el que la debe,
y es justicia, con costas, ecetéra.
(Pausa.)
MANOLO ha de casarse con mi hija. (Resuelto.) Este es mi gusto.
REMILGADA ¡Cielos, qué sentencia!
TÍO MATUTE Conque es preciso hallar entre tu honra
y mi decreto alguna conveniencia.
POTAJERA Mi honor valía más de cien ducados.
TÍO MATUTE Ya te contentarás con dos pesetas,
POTAJERA No lo esperes.
TÍO MATUTE Pues busca quien le tase.
POTAJERA Lo tasarán las uñas y las piedras.
Escena X
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MEDIODIENTE y los mismos.
MEDIODIENTE Yo te vengo a servir de aventurero,
(A la POTAJERA.)
pues hoy quiere el destino que dependa
tu suerte de la mía.
POTAJERA Yo te estimo
la generosa, MEDIODIENTE, oferta;
porque mientras yo embisto cara a cara,
tú por la retaguardia me defiendas.
MANOLO ¡Amigo MEDIODIENTE!...
MEDIODIENTE No es mi amigo
quien del honor las leyes no respeta,
y sabré...
MANOLO ¿Qué sabrás? ¿Cómo a la vista
de este feroz ejército no tiemblas?
(Señala a los pillos.)
MEDIODIENTE Nunca el pájaro grande retrocede
por ver los espantajos en la higuera.
POTAJERA Haz que toquen a marcha
SABASTIÁN Si nos vamos
todos a un tiempo se acabó la fiesta.
MEDIODIENTE Yo le ofrezco a tus pies rendido o muerto.
REMILGADA ¡Ay de mí!
TÍO MATUTE ¿Qué es aquesto?
REMILGADA Ya que llega
a este extremo mi mal, no se malogre
mi gusto por un poco de vergüenza,
que sólo es aprensión, y sepan cuantos
aquí se hallan que por ti estoy muerta
y que te he de matar o he de matarme
si vuelves a mirar la Potajera.
MEDIODIENTE No lo creas, mi bien... Mas mi palabra
empeñada está ya por defenderla.
Aquí me llama amor, aquí mi gloria.
¿Dónde está mi valor?... Mas mi fineza,
¿adónde está también? ¡Oh, injustos hados,
que de afetos contrarios me rodean!
MANOLO (Aparte.)
¡Cómo exprime el cornudo las pasiones!
MEDIODIENTE Pero, al fin, de este modo se resuelva.
Lidiaré por la una y a la otra
satisfaré dempués. ¡Al arma!
MANOLO ¡Guerra!
POTAJERA ¡Avanza, infantería, a las castañas!
MANOLO Amigos, asaltemos la taberna;
y a falta de clarines y tambores,
hagan el son con la gaita gallega.
Escena XI
editarLos dichos; y al verso «Avanza, infantería», salen unos muchachos, que a pedradas derriban el puesto de castañas y andan a la rebatiña. MANOLO y los tunos entran en la taberna y suena ruido de vasos rotos. La CHIRIPA anda a patadas con los muchachos y luego se agarra con la POTAJERA. EL TÍO MATUTE tiene a la REMILGADA desmayada en sus brazos. SABASTIÁN está bailando al son de la gaita; y luego salen, dándose de cachetes, MANOLO y MEDIODIENTE, y a su tiempo, cuando le da la navajada, se levantan las tres verduleras y van saliendo tunos y muchachos y forman un semicírculo, haciendo que lloran con sendos pañuelos.
MANOLO ¡Ay de mí! ¡Muerto soy!
MEDIODIENTE Me alegro mucho.
REMILGADA Ya respirar podemos.
TÍA CHIRIPA ¿Quién se queja?
TÍO MATUTE No te asustes, no es más de que a tu hijo
le atravesaron la tetilla izquierda.
MANOLOYo muero... No hay remedio.
¡Ah, madre mía!
Aquesto fue mi sino... Las estrellas...
Yo debía morir en alto puesto,
según la heroicidá de mis empresas;
pero ¿qué hemos de hacer? No quiso el cielo.
Me moriré y dempués tendré pacencia.
Ya no veo los bultos..., aunque veo
las horribles visiones que me cercan.
¡Ah, tirano! ¡Ah, perjura! ¡Ay, madre mía!
Ya caigo..., ya me tengo... vaya de ésta.
(Cae.)
TÍA CHIRIPA ¡Ay, hijo de mi vida! ¡Para esto
tantos años lloré tu triste ausencia!
¡Ojalá que murieses en la plaza,
que, al fin, era mejor que en la plazuela!
Pero aguarda, que voy a acompañarte
para servirte en lo que te se ofrezca.
¡Oh, MANOLO, el mejor de los mortales!
¿Cómo sin ti es posible que viviera
tu triste madre? ¡Ay! ¡Allá va eso!
(Cae.)
TÍO MATUTE Aguárdate, mujer, y no te mueras...
Ya murió y yo también quiero morirme,
por no hacer duelo ni pagar esequias.
(Cae.)
REMILGADA ¡Ay, padre mío!
MEDIODIENTE Escúchame.
REMILGADA No puedo,
que me voy a morir a toda priesa.
(Cae.)
POTAJERA Y yo también, pues se murió MANOLO,
a llamar al doctor me voy derecha
y a meterme en la cama bien mullida,
que me quiero morir con convenencia.
Escena XII
editarSABASTIÁN, MEDIODIENTE, las comparsas y los difuntos.
SABASTIÁN Nosotros ¿nos morimos o qué hacemos?
MEDIODIENTE Amigo, ¿es tragedia o no es tragedia?
Es preciso morir; y sólo deben
perdonarle la vida los poetas
al que tenga la cara más adusta
para decir la última sentencia.
SABASTIÁN Pues dila tú y haz cuenta que yo he muerto
de risa.
MEDIODIENTE Voy allá. ¿De qué aprovechan
todos vuestros afanes, jornaleros,
y pasar las semanas con miseria,
si dempués los domingos o los lunes
disipáis el jornal en la taberna?
(Cae el telón y se da fin.)