Manojo de zarsas: 020

Manojo de zarsas de Julio Flórez

Así fue Editar




Dormía. De la crisis en acecho,

mudo la contemplaba, de hito en hito,

como un nenúfar pálido, marchito,

en un estanque albísimo: su lecho.


De pronto, l'ancha curva de su pecho

se dilató, cual si de vida un grito

fuese a lanzar... y atónito y contrito,

rodé a sus pies, en lágrimas deshecho.


Después, incorporándome y gimiendo,

-¿Sufres?- la pregunté -¡pobre alma mía!-

-Habla, que más que tú... me estoy muriendo.


¡Ni un estremecimiento de agonía...

Ni un suspiro, ni un ay, siguió durmiendo,

siguió durmiendo... y duerme todavía.