Manojo de zarsas/Rojo y blanco
Rojo y blanco
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En la cabeza el azahar y toda
su tersa carne florecida: el seno
de lirios albos y de rosas lleno?
llega al templo en el día de su boda.
Con su mirada, de placer beoda,
el novio la examina –ella, el obsceno
mirar siente de aquel, y su moreno
rostro incendia el rubor– y se incomoda.
Asco siente y deplora su destino,
su infame venta y su perfidia ¡ahora!
q’ es presa del dorado vellocino.
Llegó de pronto!... ¡Tiempla la traidora!
Y densa palidez cubre el vino
carmín sangriento de su faz aurora.