Manojo de zarsas/Pobre Juan

Pobre Juan

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Juan estaba mirando

el mar azul, desde la playa, cuando

un pescador, con gran desosiego,

su red sacaba a la desierta orilla,

donde exhalando fuego,

la floja arena como el oro brilla.


Pagado había, el Hacedor, con creces,

del pescador los múltiples azares:

¡como saltaban los dorados peces!

¡Había entre la red? dos centenares!


Juan pensó: ¡que contraste! ¡Cuántas veces,

la red de mi esperanza,

eché en el mar revuelto de la vida,

y al sacarla del piélago profundo,

hallé solo en la red humedecida,

algas no más! y cieno nauseabundo.

Y, cabizbajo, se alejó el suicida.