XXV
Místicas (1898) de Amado Nervo
Parábola. Jam Faetet
XXVII

XXVI

Parábola. Jam Faetet[1]


Jesucristo es el buen Samaritano:
yo estaba malherido en el camino,
y con celo de hermano,
ungió mis llagas con aceite y vino;
después, hacia el albergue, no lejano,
me llevó de la mano,
en medio del silencio vespertino.

Llegados, apoyé con abandono
mi cabeza en su seno,
y Él me dijo muy quedo: «Te perdono
tus pecados, ve en paz; sé siempre bueno
y búscame: de todo cuanto existe
yo soy el manantial, el ígneo centro...»

Y repliqué, muy pálido y muy triste:
-«¿Señor, a qué buscar si nada encuentro?
¡Mi fe se me murió cuando partiste,
y llevo su cadáver aquí dentro!»

«Estando Tú conmigo viviría...
Mas tu verbo inmortal todo lo puede:
dila que surja en la conciencia mía,
resucítala, ¡oh Dios, era mi guía!»

Y Jesucristo respondió: -Ya hiede.

  1. Para Ezequiel A. Chávez.