Los seis libros de la Galatea/Prólogo

Nota: Se respeta la ortografía original de la época

PROLOGO.


La ocupacion de escribir églogas en tiempo que en general la poesía anda tan desfavorecida, bien recelo que no será tenida por ejercicio tan loable, que no sea necesario dar alguna particular satisfaccion á los que siguiendo el diverso gusto de su inclinacion natural, todo lo que es diferente dél estiman por trabajo y tiempo perdido. Mas pues á ninguno toca satisfacer a ingenios que se encierran en términos tan limitados, solo quiero responder á los que libres de pasion, con mayor fundamento se mueven á no admitir las diferencias de la poesía vulgar, creyendo que los que en esta edad tratan de ella se mueven á publicar sus escritos con lijera consideracion, llevados de la fuerza que la pasion de las composiciones propias suele tener en los autores de ellas. Para lo cual puedo alegar de mi parte la inclinacion que á la poesia siempre he tenido, y la edad, que habiendo apenas salido de los límites de la juventud, parece que da licencia á semejantes ocupaciones: demas de que no puede negarse que los estudios de esta facultad (en el pasado tiempo con razon tan estimada) traen consigo mas que medianos provechos como son enriquecer el poeta, considerando su propia lengua, y enseñorearse del artificio de la elocuencia que en ella cabe para empresas mas altas y de mayor importancia, y abrir camino para que à su imitacion los animos estrechos que en la brevedad del lenguaje antiguo quieren que se acabe la abundancia de la lengua castellana, entiendan que tiene campo abierto, fácil y espacioso, por el cual con facilidad y dulzura, con gravedad y elocuencia, pueden correr con libertad, descubriendo la diversidad de conceptos agudos, sutiles, graves y levantados, que en la fertilidad de los ingenios españoles la favorable influencia del cielo con tal ventaja en diversas partes ha producido, y cada hora produce en la edad dichosa nuestra; de lo cual puedo ser yo cierto testigo, que conozco algunos que con justo derecho y sin el empacho que yo llevo, pudieran pasar con seguridad carrera tan peligrosa. Mas son tan ordinarias y tan diferentes las humanas dificultades, y tan varios los fines y las acciones, que unos con deseo de gloria se aventuran, otros con temor de infamia no se atreven a publicar lo que una vez descubierto ha de sufrir el juicio del vulgo peligroso y casi siempre engañado. Yo, no porque tenga razon para ser confiado, he dado muestra de atrevido en la publicacion deste libro, sino porque no sabria determinarme destos dos inconvenientes cuál sea el mayor: ó el de quien con lijereza, deseando comunicar el talento que del cielo ha recibido, temprano se aventura á ofrecer los frutos de su ingenio à su patria y amigos, ó el que de puro escrupuloso, perezoso y tardio, jamas acabando de contentarse de lo que hace y entiende, teniendo solo por acertado lo que no alcanza, nunca se determina á descubrir y comunicar sus escritos. De manera, que asi como la osadía y confianza del uno podria condenarse por la licencia demasiada que con seguridad se concede, asimismo el recelo y la tardanza del otro es vicioso, pues tarde o nunca aprovecha con el fruto de su ingenio y estudio á los que esperan y desean ayudas y ejemplos semejantes para pasar adelante sus ejercicios. Huyendo destos dos inconvenientes no he publicado ántes de ahora este libro, ni tampoco quise tenerle para mi solo mas tiempo guardado, pues para mas que para mi gusto solo le compuso mi entendimiento. Bien sé lo que suele condenarse exceder nadie en la materia del estilo que debe guardarse en ella, pues el príncipe de la poesía latina fué calumniado en algunas de sus églogas por haberse levantado mas que en las otras; y así no temeré mucho que alguno condene haber mezclado razones de filosofía entre algunas amorosas de pastores, que pocas veces se levantan á mas que tratar cosas de campo, y esto con su acostumbrada llaneza. Mas advirtiendo (como en el discurso de la obra alguna vez se hace), que muchos de los disfrazados pastores della lo eran solo en el hábito, queda llana esta objecion. Las demas que en la intencion y en la disposicion se pudieren poner, disculpelas la intencion segura del que leyere, como lo hará siendo discreto, y la voluntad del autor, que fué de agradar, haciendo en esto lo que pudo y alcanzó, que ya que en esta parte la obra no responda á su deseo, otras ofrece para adelante de mas gusto y de mayor artificio.