Los rojos
Retruena el tambor; la turba avanza terrible el rostro y la mirada fiera; flota, teñida en sangre, la bandera; silba el ronco fusil; cruje la lanza. La multitud, sedienta de venganza, crímenes va sembrando por do quiera; convierte al pueblo en colosal hoguera y se entrega, iracunda, a la matanza. -¡Viva la libertad! la turba grita, cuando, furiosa, al mar se precipita y todo cuanto ve quema y destruye... ¡Oh libertad! ¡Oh libertad sagrada! ¡Maldita sea la hueste degradada que tu precioso nombre prostituye.