Nota: Se respeta la ortografía original de la época

IV.

La prensa itallana.

En nuestro pais, como comospolita. aparecen muchos diarios y periódicos extranjeros, escritos en diversos idiomas, y que reflejan más ó menos bien las tendencias y modalidades de cada colonia, mezclándose muy á menudo en la política local, que suele brindarles vasto campo. Entre esas hojas impresas, Ias italianas ocupan inportante, quizá preeminente lugar, tanto por su número cuanto por su factura, pues clausurando el período en que permanecieron estacionarios, han entrado de lleno en la vía del progreso, y al mismo tiempo ha nacido la competencia, creando otras nuevas que vienen á disputar el triunfo á sus antecesores.

Lejos estamos ya de la época del Pungoto, del Eco d'Italia y del taliano, que florecieron hace treinta años y que no sufrirían sin inmensa desventaja la comparación con los actuales Operaio taliano, Patria degli Italiani ó L'Italia at Plata, de reciente aparición.

Se ha adelantado mucho, tanto, que es realmente curioso echar una ojeada á los tiempos que fueron y á los que ahora son; uno tras otro, han venido los numerosos điarios italianos aportando su grano de arena, para arribar al resultado que hoy se ve, y todos, ya directa, ya indirectamente, han contribuido á la fraternidad ítaloargentina, honrando nuestras grandes fechas, incitándonos á honrar las suyas, estableciendo benéfica corriente de simpatias, asociándose á nuestras desgracias, compartiendo nuestros triunfos...

Pero-perdón, caros colegas,-;qué prensa más endiabladamente batalladora la prensa italiana! La espada y la pistola han hecho durante largos años oficio paralelo al de la pluma, y los diarios italianos se hacían notar por la interminable serie' de duelos entre sus redactores. Por fortuna, parece que se ha abandonado ya el sistema que-introducido por los belicosos colegas-tuvo sus prolongados momentos de moda. Aquellas Vertenze y aquellas Verbali que matizaban las columnas de ios diarios italianos, particularizando las cuestiones y echando mano del ataque personal y directo, rudo siermpre, cruel á menudo, sangriento á veces, hicieron en diversas ocasiones tomar las armas del combato singular á Gigli, Cittadini, Blosi, Romano, Falconi, Vollo, Oro, Calvi, Magrini, Boselli, Perell, Pisani, Cerruti... La larga serie parece terminar con el duelo Valentini-Torre, el único que haya tenido fatales consecuencias. Y, cosa particular, estos duelos han sido casi todos entre italianos ; las excepciones son el de Valentini con Varela Ortiz y el de Cittadini con el periodista francés-ya fallecido-Paul Ribaumont, cuando la chasse à litalien de Marsella.

Esta es una de las fases más caracteristicas del periodismo italiano en la Argentina, y por eso lo hacemos notar en lugar prefereute, expresando el deseo de que la era pacífica que se ha abierto después del duelo Valentini-Torre, no se clausure unca.

Hasta hace relativamente poco tiempo, pasaba con la prensa italiana lo que había pasado con la argentina, pobre de servicio noticioso y huérfana de telegramas. Los colegas italianos de la mañana se tiraban al anochecer, para ser repartidos al dia siguiente con hechos locales recalentados de tres ó cuatro días y noticias de Italia de dos ó tres ineses de fecha. Pero iqué importaba! el público-que lo componían trescientos ó cuatrocientos subscriptores;-contentábase con tener un diario en su idioma, y no tenía cura de que sus noticias y artículos fueran conquistados-salvo los editoriales-á punta de tijera en los diarios del reino ó del país, i El reportaje ? ¿el cuerpo propio de noticieros y redactores? ¿los servicios telégráficos? ¡Para qué ! En poco tiempo se ha ido lejos, y hoy el tiraje de algunos diarios italianos pasa de diez mil ejemplares, mientras que los avisos que antes daban sólo 1000 g m c-sunma importante para los pocos gastos de entonces,-les procuran 10.000 $ m/n al mes, que apenas bastau para que esas publicaciones se mantengan en el pie en que están. En efccto, los subscritores quieren saber dia por dia lo que en Italia pasa, y el telégrafo es un verdadero tonel de las Danaidas.

Contribuyó á aquel antiguo estado de cosas, el hecho de que la mayor parte de los periodistas italianos se improvisaron aqui, como Redaelli, el Sr. Blossi, Rigoni Stern, el Dr. Rocca, Calandrelli, Ottolini, etc., buscando los unos campo à su vocación, eligiendo los más el periodismo como pasajero modus vivendi. Con talento y agilidad de espíritu, muchos de ellos lograron, sin embargo, notoriedad y éxito; pero la mayoria fué cediendo sus puestos á los profesionales, que naturalmente, han de predomiuar siempre en esta clase de tareas. Profesional y de los buenos fué el Sr. Basilio Cittadini, que de nuevo y tras larga ausencia tenemos hoy entre nosotros, y que vino de Florencia, donde colaboraba en varios periódicos, llamado para dirigir, junto con el Dr. Blossi, el antiguo Italiano suplantado luego por el Operaio Italiano, que aún se publica, y por cuya redacción ha pasado un centenar de periodistas. Tras él, y sólo en estos últimos años, ban venido otros avezados ú la profesión y llenos de talento, como el malogrado V alentini, como Paroletti, directorde La Patria degli Itatiani, como Silvio Becchia, recién llegado á dirigir L'Italia al Plata. Valentini y Paroletti dirigian importantes diarios en Italia, y Becclhia como director de la Provincia Pavese; todos tres han sido llamados expresa ile para confiarles el cargo que hoy desempeñan.

De estos periodistas han fallecido, desgraciadamente, Redaelli, en una villa del poótico Lago di Como, Rigoni Stern en el Rosario, donde dirigía L'Italia; el Dr. Rocca en el Hospital Italiano, pocos dias después de su regreso de un viaje á la patria; Francesco Fieschi, director y redactor del Fieramosca y el Satana, en plena plaza Victoria, de una pu-.

ñalada alevosa y hasta hoya nónima, y Valentini en duelo como ya hemos dicho. Casi todos los demás han abandonado la prensa, puede que por lo que decia Sancho: oficio que no da de comer á su amo, no vale dos habas.

Dejando á los periodistas para pasar á los periódicos, recordaremos al viejo Operaio Italiano, fundado en 1872 por varios italianos que juzgaron necesario poseer un órgano defensor de los intereses de la colonia. Había muerto el Italiano, y el Operaio ocupú su puesto con ventaja, pasando por su redacción todos los mejores periodistas, y cuya dirección estuvo por largo tiempo en manos del señor Blosi, con quien Ottolini compartió muchos años la ruda tarea.

Pocos años después, en 1877, fundábase La Patria, que luego se llamó Patria Italiana para que no se confundiera con la de los Gutiérrez, diario que hizo seria competencia al Operaio, y que en 1885 lo sobrepujó en varios miles de ejemplares, con motivo del cólera en Italia y las cuarentenas en Martin García, asunto hábilmente explotado. Los centenares de inmigrantes que entonces legalban, tenian mucho que sufrir en el eitado lazareto á causa de su falta de comodidades; llovían las quejas; los cuarentenarios ponían el grito en el cielo; los periódicos italianos recibian denuncias y protestas á montones; y aprovechando el silencio del Operaio, la Patria abrió violenta campaia contra las autoridades, reveló hechos, exageró atrocidades, hizo un ruido de mil demonios, tanto que La Nación, haciéndose cargo de sus articulos, reclamó el esclarecimiento de aquellas tremendas acusaciones. La Patria Italianu y su campaña tuvieron así est inmensa repereusión, duplicóse y triplicóse su tiraje, y tudo el mundo queria leerla, tomando sn partido por ella la ardiente oposición de entonces. En vista de este éxito colosal, L'Operaio, mal aconsejado, emprendió la defensa del gobierno, atacando rudamente á La Patria, que aceptó la polémica, llevada por ambos diarios con tanto ardor que sus directores tuvieron que batirse, quedando herido uno de ellos. La Patria, entretanto, siguió en su auge, al que no poco contribuyó el proceso que le entabló el gobierno por su feroz campaña, proceso que, como tantos otros, ¡no ha terminado aún, ni terminará nunca ! Muchos años vivió próspera La Patria, que desapareció arrastrada por la ruidosa quiebra de Sommaruga, como murió el Roma, que en vano trató con sacrificios de todo género, y en primer termino pecuniarios, de abrirse camino entre la colonia italiana. Sommaruga compró el Roma, ya agonizante, para impedir con su existencia que otro competidor más serio viniera á disputar el puesto á la Patria.

Pero el fainoso editor de la Cronaca Bizantina hizo mal sus cálculos, y el débil tonna y la antes inconmovible Patria cayeron con él en el más ruidoso y definitivo de los derrumbes.

El distinguido periodista Sr. Gustavo Paroletti, que vino á lHlenar más que cumplidamente la vacante dejada por el doctor Valentini, fundó entonces La Patria degli Italiani, cuyos excelentes materiales de redacción, telegráficos y 1noticiosos, así como el acierto que preside sus opiniones, le auguran karga y próspera existencia. Como es natural, los lectores de la Patria desaparecida, aman la nueva, á la que han seguido con la más completa unanimidad.

Il Maldicente, semanario humoristico que cuenta veintiún años de existencia, tuvo tainbién su hermoso cuarto de hora en 1877-78, época en que su sociedad estaba constituída por las imás brillantes iuteligencias de la culectiviđad italiana, como Blosi, Cittadini, Maraini, Chiarini y otros muchos. A la muerte de Victor Manuel, inició con inmenso éxito unn subscripción popular para enviarle una corona de bronce com tributo á su memoria, y luego organizó una procesión cívica para su entrega.

La procesión resultó portentosa, formando en ella más de cincuenta mil italianos, que desfilaron compactos y en perfecto orden desde el Hospital Italiano hasta el antiguo muelle de las Catalinas. Esta imponente demostración de duelo que se recordará largos años todavía, fué, pues, đebida á la iniciativa del Maldicente.

Imposible hacer la historia completa del periodismo italiano en Buenos Aires. Nos limitaremos á citar, además de los ya dichos, los siguientes diarios y periódicos:

Patriota, Il Repub- La Nazione, La Nazione Italiana, blicano, el nuevo Pungolo, otro Patria taliana, otro Roma, La Rassegna, Il Corriere Italiano, y otro Patriota, entre los diarios. Entre los periódicos recordaremos á los siguientes que fueron ú son de literatura, arte, ete., unos meticulosos, otros atrevidos, licenciosos algunos: La Frusta, La Vespa, La Vipera, Fieramosca, Satana, Il Trovatore, L'Amico del Popolo, La Patria Italiana della Domenica, Pasquin in Merica, L'Italia al Plata, La Miseria, Il Romansiere, Il Romanziere Illustrato, I Vessillo del Arle, II Corriere de la Fortuna, Il Ficcanasso, Le Male Linyue, Il Colono Italiano; de los que sólo vtven L'Amico del Popolo, Il Maldicente ć Il Corriere della Fortuna.

Tal ha sido y es, imparcialmente juzgada, la prensa italiana entre nosotros. Sus méritos y servicios superan con mucho á sus đefectos, contando en sus anales con no pocas páginas honrosas que la hacen digna deg las consideraciones de que goza.