Los israelitas españoles y el idioma castellano: Carta de D. Juan Blas Sitges

Nota: Se respeta la ortografía original de la época
Juan B. Sitges.

Excmo. Sr. D. Angel Pulido.

Mi distinguido amigo: Falta de salud y sobra de ocupaciones han retrasado mi felicitación, ya tardía, por el hermoso discurso que pronunció Vd. en el Senado el día 13 de Noviembre último acerca de los judíos de origen español que viven en Oriente y que hablan castellano, aunque en lenguaje arcaico y con frecuencia incorrecto, pero comprensible en términos de poder seguir largas conversaciones con ellos, como Vd. ha hecho y yo también.

Lo sorprendente es que aquellos judíos que hablan castellano no lo lean cuando está escrito ó impreso en caracteres corrientes, sino que para hacerlo necesitan que esté en caracteres rabínicos, en cuya forma se publican varios periódicos, de los que recuerdo los siguientes: El Telégrafo y El Tiempo, de Constantinopla; La Época, de Salónica; La Esperanza, de Esmirna, y El Amigo del Pueblo, de Sofía.

De ahí resulta que los libros, revistas y periódicos españoles sólo son conocidos de muy contadas personas en Oriente, como contadísimas son las que en España conocen y leen lo poco que en caracteres rabínicos se publica en aquellos países. Muy conveniente es, prescindiendo de toda idea religiosa, que se procure establecer relaciones con los judíos que hablen castellano, tanto para extender el comercio, como la cultura española. Esto intenté, aunque con poco éxito, hace años, pues mis gestiones sólo alcanzaron una acogida fríamente cortés en algunas personas, y escasas simpatías en otras.

Usted ha sido más afortunado y obtenido mucho con su notable discurso, pues recabó Vd. del señor Conde de San Bernardo, entonces Ministro de Estado, el ofrecimiento de ver si en aquellos puntos donde consta un núcleo mayor de individuos, aunque sean hebreos, que hablen castellano, se puede conseguir el establecimiento de una escuela que mantenga vivo el principio de la hermosa lengua castellana.

Por ahí es precisamente por donde hay que empezar, y ni siquiera se necesita tanto como el Ministro de Estado ofreció, es decir, no se necesita establecer escuelas especiales, sino crear cátedras en las escuelas judías ya existentes, para enseñar en ellas á leer el castellano en caracteres comunes y un poco de gramática.

Claro es que esta enseñanza necesitará de libros de texto, pero éstos no serán ni voluminosos ni caros, y la publicación de un vocabulario hispano-rabínico, de no larga ni difícil confección.

Si así se hiciera, no tardarían en tocarse las ventajas de esta enseñanza, y sería tal vez la primera que encontraran venta en aquellos países nuestras obras de literatura amena, antiguas y modernas, hoy totalmente desconocidas por los judíos que hablan castellano.

Usted se ha preocupado de dónde deberían establecerse tales cátedras, y al efecto pidió Vd. la formación de una estadística de los judíos existentes en Oriente.

Aunque someramente, este trabajo está hecho. Tuvo la bondad de realizarlo, por indicación mía, mi muy querido amigo el actual embajador de España en Portugal Sr. Polo de Bernabé, cuando era Jefe de la Sección de comercio del Ministerio de Estado. En aquellos archivos debe encontrarse una notable Memoria que suscribió D. Antonio de Zayas en Constantinopla, con fecha 15 de Agosto de 1897, cuya Memoria versa sobre el estado social político y mercantil en que se hallan los israelitas residentes en el Imperio otomano, reino de Rumania y principado de Bulgaria.

El Sr. Zayas estimó en 52.000 los judíos que hablan español, residentes en Constantinopla; en 50 000 los de Salónica; en 22.000 los de Esmirna, y menor número en otras muchas poblaciones. Estas cifras creo que son reducidas é incompletas. Las que da anualmente The Statesman's Year-book tienen, como inconveniente principal, que no clasifican los hebreos según que hablen ó no castellano.

Y no es sólo en Oriente donde hay judíos que hablan castellano. Sabido es que en Marruecos hay muchos; pero no es tan sabido, y Vd. lo ha dado á conocer, que también los hay en Austria, sobre todo en Viena, donde en 1888, con motivo de la reedificación de una antigua Sinagoga, se publicó en alemán y en versión castellana, con caracteres rabínicos, hecha por el rabino D. Miguel Pappo, una Historia de la comunidad israelita española de Viena.

Es más; en España los hay también, sin contar los de Gibraltar. En Sevilla existe una colonia laboriosa, que no hace muchos años ha alcanzado de aquel Municipio condiciones especiales para sus enterramientos en un cementerio civil.

Finalmente, los judíos que viven en el mismo Madrid son numerosos, y en un cierto cementerio, por supuesto, no católico, hay un sitio destinado á sus enterramientos, donde pueden verse sus especiales sepulturas y sus lápidas funerarias escritas en caracteres hebreos.

Hay, pues, una base para establecer las relaciones amistosas, literarias y mercantiles que Vd. y yo deseamos, por creerlas muy útiles; y si los hombres de buena voluntad unen sus esfuerzos y el Gobierno presta un auxilio, por pequeño que sea, no será difícil alcanzar tal propósito.

Usted con su talento, su ilustración y el prestigio de su nombre puede intentarlo; y si lo hace, no vacile usted en contar, en calidad de humilde soldado de filas, con su affmo. amigo S. S.

q. b. s. m.,
J. B. Sitges.
Director general de Aduanas.

30 de Enero de 1904