Los dos perros (Samaniego)
Procure ser en todo lo posible, El que ha de reprender, irreprensible. Sultán, perro goloso y atrevido, En su casa robó, por un descuido, Una pierna excelente de carnero. Pinto, gran tragador, su compañero, Le encuentra con la presa encarnizado Ojo al través, colmillo acicalado, Fruncidas las narices y gruñendo. «¿Qué cosa estás haciendo, Desgraciado Sultán?» Pinto le dice; «¿No sabes, infelice, Que un Perro infiel e ingrato, No merece ser Perro, sino gato? ¡Al amo, que nos fía La custodia de la casa noche y día, Nos halaga, nos cuida y alimenta, Le das tan buena cuenta, Que le robas, goloso, La pierna del carnero más jugoso! Como amigo te ruego No la maltrates más: déjala luego.» «Hablas, dijo Sultán, perfectamente. Una duda me queda solamente Para seguir al punto tu consejo: Di, ¿te la comerás, si yo la dejo?»