Los dos padres
Padres los dos felices algún día de dos hermosas vírgenes, al cielo plugo arrancarlas del humano suelo que tan sublime don no merecía. Guarda a la tuya austera celosía, candado eterno, religioso velo, y a la antorcha imperial ¡ay desconsuelo súbita muerte arrebató la mía! Tú al menos de su voz tierna y piadosa el son puedes oír cabe el sagrado inaccesible muro que la esconde; yo al frío mármol, do mi bien reposa corro en amargas lágrimas bañado; llamo, torno a llamar... ¡Nadie responde!