Los diez libros de Diógenes Laercio: Heraclídes
1. Heráclides, hijo de Eutifrón, fue natural de Heraclea en el Ponto, y hombre rico. Pasó a Atenas, donde primero oyó a Espeusipo, luego a los pitagóricos, e imitaba a Platón, y, finalmente, fue discípulo de Aristóteles, como dice Soción en las Sucesiones. Usaba vestido muy blando, y era tan hinchado de cuerpo, que los atenienses no lo llamaban Póntico, sino Pómpico. Su andar era modesto y grave.
2. Nos quedan de él bellas y excelentes obras. Primeramente sus Diálogos, de los cuales los morales son: tres De la justicia; uno De la templanza; otro De la piedad; otro De la fortaleza; otro De la virtud en común; otro De la felicidad; otro Del principado; otro De las leyes y de otras cosas análogas a éstas. Un libro Acerca de los nombres; otro titulado Pactos; otro el Involuntario amoroso; y Clinias. Los físicos son: De la mente; Del alma; Del alma en particular; De la naturaleza y De los simulacros; Contra Demócrito; De lo que hay en el cielo; De lo que hay en el infierno; dos libros de Vidas; uno titulado Causas de las enfermedades; otro De lo bueno; Contra Zenón, y otro Contra Metrón. Los libros gramáticos son: dos Acerca de la edad de Homero y Hesíodo, y dos De Arquíloco y Homero. Los de música son: tres De cosas contenidas en Eurípides y Sófocles; dos De música; dos De soluciones homéricas; uno Teoremático; otro De los tres poetas trágicos; otro titulado Caracteres; otro De la poesía y poetas; otro De la conjetura; otro De la previsión; cuatro De narraciones acerca de Heráclito; uno De narraciones acerca de Demócrito; dos De soluciones en las controversias; uno titulado Axiomas; otro De las especies; otro titulado Soluciones; otro Amonestaciones; otro A Dionisio. Sobre la retórica escribió: Del orar, o sea Protágoras. Y de historia escribió Acerca de los pitagóricos y de los inventos. Algunas de estas obras las compuso por estilo cómico, v.gr., la Del deleite y la De la prudencia. Otras por estilo trágico, como la De lo que hay en el infierno, la De la piedad y la Del poder. Usa también cierta medianía en el lenguaje, a imitación de filósofos, capitanes y ciudadanos que comunican entre sí. Existen además obras suyas De Geometría y Dialéctica. En todas ellas es su estilo vario y conciso, y muy poderoso para captar los ánimos.
3. Parece también que libertó a su patria tiranizada, quitando la vida al tirano, según afirma Demetrio de Magnesia en sus Colombroños, el cual trae la historieta siguiente. Dice que crió un dragón desde pequeñito hasta la magnitud justa, y hallándose ya cercano a la muerte, llamó a un confidente suyo y le encargó que luego que muriese, escondiese su cadáver y pusiese el dragón en la cama para que pareciese había él ascendido a los dioses. Ejecutóse todo. Luego después, al sacar a entierro los ciudadanos a Heráclides, y celebrando su buena memoria, como el dragón oyó las voces, salió de entre la ropa y asustó a muchos. Finalmente se descubrió todo, y Heráclides compareció, no como creía, sino como era. Hay unos versos míos a él, que dicen así:
- Dejar querías a los hombres todos
- opinión, oh Heráclides,
- que muriendo, en dragón te transformaste:
- mas saliste engañado, pues la bestia
- dragón era, por cierto;
- y tú la bestia fuiste antes que sabio.
Esto lo refiere también Hipoboto.
4. Pero Hermipo dice que, afligiendo el hambre a la provincia de Heraclea, consultaron los heracleotas a la pitonisa para el remedio. Que Heráclides corrompió con dineros a los consultores del oráculo y aun a la misma profetisa a fin de que dijesen que el daño cesaría si coronaban a Heráclides, hijo de Eutifrón, con una corona de oro, vivo todavía entre ellos, y después de muerto lo honraban como a héroe. Vino finalmente el oráculo, pero nada ganaron los que lo fingieron, pues luego que fue coronado Heráclides en el teatro, le dio una apoplejía, y los consultores del oráculo se cayeron muertos. Aun la misma pitonisa, habiendo ido al ádito[1] en aquella misma hora y puesto el pie sobre un dragón, fue mordida de él y murió luego. Esto es cuanto se refiere acerca de la muerte de Heráclides.
5. Aristóxeno, músico, dice que también componía tragedias y las publicaba con el nombre de Tespis. Camaleón dice igualmente que Heráclides le robó a él lo que escribió sobre Hesíodo y Homero. No menos Autodoro lo carga contradiciéndole a lo que escribió de la justicia. Finalmente, habiendo Dionisio, el llamado Desertor (o según algunos, Espintaro), escrito su Partenopeo, y publicándolo con el nombre de Sófocles, lo creyó de este Heráclides, y en algunos lugares de sus Comentarios se sirve de la autoridad de él como verdadero escrito de Sófocles. Advirtiendo esto Dionisio, avisó del hecho a Heráclides; mas como éste lo negase y no quisiese creerlo, le escribió aquél los primeros versos, cuyas letras iniciales decían Παγχάλως (Pagcalos). Este Pancalo era bardaja de Dionisio. Como todavía no lo creyese, y dijese podía haber ello sido obra del acaso, le volvió a escribir Dionisio diciendo que también hallaría en la misma obra lo siguiente:
- No se coge con lazo mona vieja;
- y si acaso se coge,
- se coge con trabajo y mucho tiempo.
Como también que hallaría en los mismos versos:
- Heráclides no conoce las letras, y no se avergüenza.
6. Hubo catorce Heráclides: el primero, éste de quien hablamos; el segundo, paisano suyo, el cual compuso pirriquias y cosas de poca monta; el tercero fue cumeo, y escribió en cinco libros las cosas de Persia; el cuarto, también cumeo, fue retórico y escribió de este arte; el quinto fue calaciano o alejandrino; el cual escribió las Sucesiones en seis libros y la Oración lembéutica, por la cual era llamado Lembo; el sexto fue alejandrino y escritor de los idiomas pérsicos[2]; el séptimo fue bargileíta y escribió contra Epicuro; el octavo, médico hicesio; el noveno, médico empírico, natural de Taranto; el décimo escribió reglas de poesía; el undécimo fue escultor foceo; el duodécimo, un hábil poeta epigramático; el décimotercero fue de Magnesia, y escribió las cosas de Mitrídates; y el decimocuarto escribió de astrología.