Los derechos de la salud: 22


Escena III editar

(ROBERTO y RAMOS)

ROBERTO.- Siéntate.

RAMOS.- (Encendiendo un habano.) Mi gorro de dormir.

ROBERTO.- ¿Tienes otro?

RAMOS.- Perdón. No te ofrecí porque creo que no te convienen más excitantes. Es necesario que duermas, que des un alivio a esos nervios que deben estar como cuerdas de violín. (Le da un cigarro.) ¿Tomaste el chocolate?

ROBERTO.- (Encendiendo.) ¿Para qué?... ¿Quieres una copa de coñac?

RAMOS.- Paso, como dicen los jugadores de pocker.

ROBERTO.- (Se sirve de una botella que está sobre el escritorio y bebe la copa de un sorbo.) No le he preguntado a Albertina por los niños.

RAMOS.- Durmiendo a pierna suelta deben estar, con los nuestros.

ROBERTO.- ¿No han extrañado?

RAMOS.- Muy poco. Les dura aún la novelería del cambio de vida. Preguntan por Renata con alguna frecuencia. ¿Luisa no ha insistido en verlos?

ROBERTO.- Al contrario. Renata le ofreció esta noche llevárselos y se negó a recibirlos con singular energía.

RAMOS.- A medida que la fiebre cede va recobrando el dominio de las cosas con una serenidad extraordinaria.