Nota: Poema número 67 de Las flores del mal (edición de 1861).

Bajo los techos negros que los abrigan,
Los búhos se mantienen alineados,
Como dioses extraños,
Clavando su mirada roja. Meditan.

Sin moverse se mantendrán
Hasta la hora melancólica
En que, empujando el sol oblicuo,
Las tinieblas se establezcan.

Su actitud, por sabia, enseña
Que es preciso en este mundo que tema
El tumulto y el movimiento;

El hombre embriagado por la sombra que pasa
Lleva siempre el castigo
De haber querido cambiar de sitio.