Los bancos argentinos


<< Autor: José Batlle y Ordóñez


Viernes 11 de septiembre de 1891, EL DÍA

Editorial

LOS BANCOS ARGENTINOS

Para ser antipáticos a los bancos nacionales o de Estado, se presenta con frecuencia el ejemplo de la República Argentina. He ahí, se dice, el espejo en que debemos mirarnos. He ahí el efecto de los bancos del Estado. Basta por sí solo para que renunciemos cuerdamente y por siempre a toda clase de instituciones bancarias en que los gobiernos tengan alguna injerencia!

Bien. Ahí esta la República Argentina, decimos nosotros. Su crisis es profunda, sus compromisos internacionales son inmensos. No es posible medir la grandeza del derrumbe que en ella se ha producido. Pero , -¿Son los bancos de Estado los arietes de esas ruinas? He ahí lo que debe resolverse antes de condenarlos como instrumentos inútiles para el progreso. Y los argentinos, que son los que más de cerca ven las cosas y deberían haber escarmentado, ya que el golpe lo han recibido en cabeza propia, no piensan de esa manera. Ahora mismo, en momentos en que todos los bancos nacionales han caído, se afanan por levantar otros nuevos, y los consideran como panaceas económicas.

A la verdad que si los impugnadores de los bancos de Estado, no hubieran dicho lo contrario, nosotros hubiéramos atribuido la crisis argentina, sin temor de equivocarnos, a la inmoralidad creciente de los gobiernos de Roca y de Juarez Celaman. Los bancos argentinos, instituciones benéficas, no podrían haber dado otro resultado, bien dirigidos, que el de fomentar el progreso de la nación hermana. Y no ha sido ciertamente poco lo que han contribuido a la obra de su engrandecimiento. Han caído, cuando todo caía al empuje de la arbitrariedad y del latrocinio preponderantes: eso es todo.

Sabemos lo que va a decirse todavía: que la concupiscencia de los gobiernos hallo en ellos pasto abundante; que fueron poderosos instrumentos, además de explotaciones y engaños. Y bien! ¿Qué institución hay, por buena que sea, que puesta en manos de gobiernos impuros no pueda servirles de instrumentos?... No solo a los bancos nacionales habría que renunciar. Habría que renunciar a un sin número de cosas buenas. El crédito nacional, por ejemplo.¿ A que afanarse por crearlo, por extenderlo, por consolidarlo? Vendrá mañana un pésimo gobierno y se aprovechará de él para contratar empréstitos, tanto más colosales cuanto mayor sea la confianza conquistada, y luego malversarlos en provecho particular. Hay ejemplos de eso... No!...así como es prudente no tener bancos, será también prudente no tener crédito, - dirán los que razonan de esa manera; -se podría abusar!... A todo, a todo habría que renunciar... Vendría un déspota y cuanto mayores riquezas se hubieran acumulado, cuanto más grande y prospera fuera la nación, más pingüe sería su presa!... Felizmente, el hombre es un ser razonable y no acepta doctrinas de esta laya, sino en un momento de ofuscación.

Por otra parte, -¿es tan grande como se supone el mal causado por esos bancos sirviendo instrumentos a gobiernos antipatrióticos? ¿No habría que apuntar en su activo algunos bienes? ¿Nada dice en su favor esa inmensa ciudad de seiscientas mil almas, que no parece, por la grandeza de todas sus construcciones, sino el arranque de una ciudad destinada a abrigar tres o cuatro millones de habitantes dentro de poco? ¿Nada dicen esas dilatadas regiones, cubiertas de prosperas colonias, en las que se ejercen todos los ramos de la agricultura, haciendo brotar ingentes riquezas del seno de la tierra, que bastaran y sobraran, quizás, para satisfacer mañana los compromisos nacionales, creados por el desbarajuste administrativo, y para continuar adelantado? Pues ahí esta difundida la savia de los bancos nacionales. Ellos han caído; pero al caer, si han servido a la inmoralidad administrativa, han servido también, y poderosamente, a la producción y al comercio nacional que se han engrandecido a su sombra.

Ahora mismo, prestan servicios póstumos. Sus billetes circulan en toda la extensión de la República Argentina y constituyen la única moneda existente. ¿Qué serían nuestros vecinos sin ese medio circulante? Sumadas todas las emisiones y considerada la de depreciación que sufren esos billetes, importan aún, unos cien millones de pesos oro. ¿De donde sacaría la República Argentina esa enorme suma, indispensable para su movimiento industrial y comercial interno? Calcúlese por la paralización que produce entre nosotros nuestro sistema metalista (sin metales), lo que pasaría en aquel país sujeto a una crisis mucho más honda que la nuestra. Todo orden económico hubiera sido imposible; todo se hubiera desquiciado sin remedio.

Y no es ese el único servicio. El papel así depreciado, moneda nacional, constituye una protección eficaz para la industria del país, a cuyas transacciones sirve. El artículo de producción nacional no sigue en su precio las subas y bajas de oro. Siente la influencia indirecta, si; de esas fluctuaciones; pero no de una manera bastante enérgica para que sus precios suban o bajen proporcionalmente. El país se basta a sí mismo; hace crédito al papel que es para el necesario; y lo deprecia lo menos posible, ya que le es indispensable para todo su movimiento económico. –De esto resulta que el precio de los artículos de producción interna esta muy lejos de subir en proporción de las cotizaciones del oro. Con el artículo de importación sucede lo contrario: hay que enviar su valor al extranjero y es necesario, por tanto calcularlo a oro; más elevado es, pues su precio; cuanto más sube este metal. Se restringe así tanto más, de una manera completamente natural, la importación y se protege tanto más a las industrias del país, cuanto más escaso es el oro y más elevado su precio. ¿No es indudablemente beneficiosa esta movible tarifa proteccionista?.

Creíamos nosotros que siendo nuestra crisis menos profunda que la de la República Argentina y estando a oro...( no lo tenemos, pero no importa) estando a oro, decimos, vendría a nosotros una parte considerable de la población que ahí no se encontrase bien. El engaño no ha sido poco. De la República Argentina nadie se mueve. -¿Por qué?- Porque los que allí residen y algo tienen están ligados al territorio por el papel. Para irse hay que pagar el pasaje y a más las diferencias del cambio. Lo que se tiene, que allí representa valor por su equivalencia con los productos y objetos nacionales, queda reducido a nada o casi nada desde el momento que se le saca del país

Nadie se va, pues, sino los descamisados. Vemos así a aquel pueblo entregarse al trabajo, compacto, sin que la deserción enrarezca sus filas. Además, la emigración del oro, que aquí se va al extranjero en dividendos y utilidades de empresas, no es allí posible, por lo menos en las proporciones en que aquí se efectúa. Están para detenerlo las diferencias del cambio, tanto mayores cuanto más profunda es la crisis. No hay , pues utilidades reales y grandes sino para las empresas que allí se radican y emplean sus utilidades en el país mismo, a la espera de mejores tiempos ¿Y no son estos, beneficios que aminoran, quizás considerablemente, el mal que con el abuso de los bancos puede haberse producido?. Las condenaciones que en absoluto y en masa, hacen de los bancos nacionales argentinos los diarios que son enemigos de toda injerencia del Estado en esa clase de instituciones deberían, pues, mediarse algo más. Una asombrosa corrupción administrativa los ha llevado a la ruina, es verdad. Pero, ¿podrían ser una excepción los bancos cuando esa corrupción lo arrojaba todo al despeñadero, hasta la nación misma? ¿No podría sostenerse con muchas probabilidades de tener razón que eso bancos han sembrado, de bienes el camino por el cual se les hacía marchar hacia su ruina? ¿No se podría demostrar que si una parte de su savia ha ido a parar a manos de explotadores, la otra, la más considerable, se ha ido por las acostumbradas sendas, a fecundar los campos y engrandecer las ciudades? Y siendo todo esto así, – no serían hasta antipatrióticas esas afirmaciones rotundas de que hay que renunciar a todo pensamiento de bancos nacionales, cuando no hay para el país otro remedio que el establecimiento de un gran banco de ese género?