Los Tellos de Meneses ILos Tellos de Meneses IFélix Lope de Vega y CarpioActo III
Acto III
Salen TELLO VIEJO,
TELLO MOZO y MENDO
TELLO VIEJO:
¿Que tan bien te recibió?
TELLO MOZO:
No te puedo encarecer,
señor, el gusto y placer
que el rey de verme mostró.
MENDO:
Pues ¿a quién llevan dinero
que reciba mal a quien
se lo lleva?
TELLO VIEJO:
Dices bien,
agradecérselo quiero;
que en un librillo he leído
que en un jumento llevaban
una diosa que adoraban,
con el respeto debido,
los que la veían pasar,
hincándose de rodillas;
cuyas altas maravillas
pudo el jumento pensar,
como, en fin, era jumento,
que eran por él, y paróse.
Viéndolo el dueño, enfadóse
del soberbio pensamiento
y, pegándole muy bien,
le dijo con voz furiosa,
"No es a ti, sino a la diosa;"
que es esto mismo también.
Y así, pidiendo primero
del compararte perdón,
las honras del rey no son,
Tello, a ti, sino al dinero.
TELLO MOZO:
Como quiera que haya sido,
yo he sido del rey honrado,
y él con los dos se ha mostrado
liberal y agradecido.
Celebró la carta y dijo
no sé qué de mi persona;
todo, en efecto, lo abona
el valor de ser tu hijo.
"No he visto menos renglones,"
dijo, "ni más voluntad."
MENDO:
Dijo el rey mucha verdad,
si eran las obras razones.
TELLO MOZO:
Informóle un caballero
de ti por discreto modo
y, sabiendo que eras godo,
te hizo su tesorero,
en muestra de sus deseos.
Y no es poca maravilla;
por que en León y Castilla
se ha usado tenerlo hebreos,
por ser en esta ocasión
los más poderosos hombres,
y dar diferentes nombres
a oficios de estimación.
Repliqué, "Si vos le hacéis
a Tello señor de España,
no vendrá de su montaña;
mal su condición sabéis."
Y dijo, "Si ser señor
de su montaña desea,
señor de su tierra será."
TELLO VIEJO:
Aun eso me está mejor;
pero, puesto que me obliga,
como razón que lo entienda,
el darme mi propia hacienda
es casarme con mi amiga.
TELLO MOZO:
Horca y cuchillo tenéis
desde hoy.
TELLO VIEJO:
¡Bravo favor!
MENDO:
Hagamos cuenta, señor,
aunque poco me debéis;
que no quiero que algún día,
si tenéis juridición,
con razón o sin razón,
por alguna falta mía,
uséis de esas facultades.
TELLO VIEJO:
¿Soy yo falto de juicio?
MENDO:
Por ocupar el oficio
haréis dos mil necedades.
TELLO VIEJO:
Mendo, oyendo tu razón,
conozco, aunque para honrallos,
que soy señor de vasallos
en que ya tengo bufón.
MENDO:
También es cosa asentada,
si el ser señor te tocó,
que soy virtuoso yo
en que no me has dado nada.
TELLO MOZO:
Oye también mis mercedes.
TELLO VIEJO:
¡Generosa condición!
TELLO MOZO:
Alcaide soy de León.
TELLO VIEJO:
No sé, Tello, cómo puedes,
sin casarte.
TELLO MOZO:
Ya te entiendo.
TELLO VIEJO:
¡Qué presto que nos pagó
tú el llevarlo, el darlo yo!
Los reyes honran pidiendo
y es temeraria bajeza
de un vasallo dilatar
lo que le mandaron dar
Dios y la Naturaleza.
TELLO MOZO:
Finalmente, el rey quería
que tú le fueses a ver;
mas, viendo que no ha de ser,
dijo, "Pues yo iré algún día
a visitarle a su casa;
que le quiero por amigo."
TELLO VIEJO:
Eso sí, venga; que os digo
que no se le muestre escasa.
Voyme a poner de señor.
MENDO:
Pues cierto que, bien mirado,
que vienes algo mudado
después de aqueste favor.
TELLO VIEJO:
¿Oficios mudan las caras?
MENDO:
Y aun las almas.
TELLO VIEJO:
Ven conmigo.
Vanse TELLO VIEJO y MENDO
TELLO MOZO:
Amor, de mi mal testigo,
si en mis cuidados reparas,
¿cómo me dilatas, di,
el premio de tanta ausencia?
Sale la INFANTA
INFANTA:
(Como ve la resistencia, (-Aparte-)
hace Amor suertes en mí.
¿Quién pensara que sintiera
la ausencia de un hombre yo,
y que, en viendo que volvió,
tan necia a verle viniera?
Mas ¡ay Dios!)
TELLO MOZO:
¿Qué dicha mía,
Juana, a mis ojos te ofrece?
Agora sí que amanece,
porque sin el sol no hay día.
¡Qué largos son en León!
Era un siglo una mañana,
si es reloj del tiempo, Juana,
la propia imaginación.
Déjame verte, que quieren
mis ojos satisfacer
lo que han faltado de ver,
pues verán mientras te vieren;
que, no viéndote, no vieron.
INFANTA:
¡Buen modo de encarecer,
después que vienen de ver
todo lo que ver quisieron!
TELLO MOZO:
Yo, mi bien, ¿qué vi sin ti?
INFANTA:
¿Yo tu bien?
Sale MENDO quedito
MENDO:
(Esto va bien.) (-Aparte-)
TELLO MOZO:
Tú mi bien; que ni ellos ven
sin ti, ni yo vivo en mí.
INFANTA:
Como vienes cortesano,
ya te enseñas a mentir.
MENDO:
(¡Qué bien se deja venir (-Aparte-)
el jilguerito a la mano!)
INFANTA:
Dios sabe, Tello, los miedos
que tu ausencia me causó.
TELLO MOZO:
¿Esperábasme?
INFANTA:
Pues ¿no?
MENDO:
(¡Aderézame esos bledos! (-Aparte-)
¡Vive Dios, que soy perdido!)
TELLO MOZO:
¡Ay Juana!
MENDO:
(¡Ay rollo!) (-Aparte-)
TELLO MOZO:
¿Qué haré?
¿Cómo, mi bien, bajaré
desde señor a marido?
Que conozco tu virtud,
y me ha dicho tu valor
que has de volver por tu honor.
MENDO:
(Templando se va el laúd.) (-Aparte-)
INFANTA:
Si el traje te escandaliza,
yo sé quién es desigual.
MENDO:
(Ya pide este huevo sal, (-Aparte-)
pues que suda en la ceniza.)
TELLO MOZO:
¡Oh, qué traigo de León
para adorno a tu hermosura,
si bien oro y plata pura
cosas inútiles son!
Mas finalmente verás
una sarta de corales,
aunque a tus rosas iguales,
no serán corales más;
que estarán cuando los venza
de su esmalte el vivo ardor,
o, de envidia, sin color
o más rojos de vergüenza.
De los extremos recelo,
aunque son de oro también,
que no son de precio en quien
es toda extremos del cielo.
Cuatro arracadas de perlas,
de una esmeralda colgadas,
dichosas y desdichadas,
si honrarlas es deshacerlas.
Un Cupido de oro, a quien
lleva enfrenado un león;
tú entenderás la ocasión,
Juana, si me quieres bien.
Ricas granas y palmillas
para sayas y sayuelos,
color de celos o cielos.
No te truje zapatillas,
y no fue sin advertencia;
que dicen que es libertad
en principios de amistad
ganarse tanta licencia.
Con esto sabrás que fue
advertida cortesía;
que quien zapatos envía
presume que ha visto el pie.
En premio de esto te pido...
MENDO:
(No pedirá, ¡vive Dios!, (-Aparte-)
que yo apartaré a los dos.)
Señor, un hombre ha venido
de León en busca tuya.
TELLO MOZO:
¿Hombre? Luego vuelvo, Juana. Vase
MENDO:
¡Ah Juana, Juana inhumana,
Juana que el amor destruya,
Juana mudable y traidora,
Juana turca, Juana airada,
Juana que, siendo criada,
ya se levanta a señora!
¡Juana corales y perlas,
Juana Cupido y palmillas,
aunque no con zapatillas;
tal miedo tuvo de hacerlas!
¡Oh, plega a tus pies ingratos
que crezcan de aquí a San Juan
tanto que en un cordobán
no haya para dos zapatos!
¡Ah, falsa!
INFANTA:
Déjame aquí;
que se lo diré a señor. Sale LAURA y vase la INFANTA
LAURA:
¿Qué es esto?
MENDO:
Celos y amor.
LAURA:
¿Celos y amor, Mendo?
MENDO:
Sí.
LAURA:
¿Cúyos?
MENDO:
De los dos.
LAURA:
¿Por qué?
MENDO:
Porque Tello declarado
quiere a Juana.
LAURA:
(Mi cuidado (-Aparte-)
cierto pronóstico fue.)
MENDO:
Dos mil varas de palmillas
le ha traído Tello a Juana,
y por falta de badana
no le trujo zapatillas;
treinta sartas de corales,
dos mil perlas, cien Cupidos...
LAURA:
¡La de los ojos fruncidos!
¡La honesta! ¡Fiad de tales!
Pues, ¡por vida de mi tío...!
Allá voy; aquí te espera.
Vase
MENDO:
¿Hay cólera, hay áspid fiera,
hay toro, hay presa de río
como celos en mujer?
Acabóse; yo he perdido
a Juana; mas justo ha sido,
si Juana de otro ha de ser. Sale la INFANTA con su ropa, LAURA e INÉS
LAURA:
Salid, honesta, salid.
INFANTA:
Sin tanta furia, señora;
que yo no he sido traidora
y que soy noble advertid.
LAURA:
¡Muy mal con esto se prueba!
INFANTA:
Oye y no me culpes.
LAURA:
Calla.
INÉS:
La ropa quiero buscalla,
para ver si algo me lleva.
INFANTA:
No tienes que buscar más.
Mujer soy de bien, Inés.
Hablan aparte MENDO y la INFANTA
MENDO:
Juana...
INFANTA:
¿Qué quieres?
MENDO:
Ya ves
que me quedo y que te vas;
y pues te vas, no es razón
que no me vuelvas mi caja.
INFANTA:
¡Jesús, Mendo, y con ventaja!
¡Aquéstas tus joyas son! Dale la caja
MENDO:
Vete, Juana, que por ellas
pareceré lindo a alguna;
que está la buena fortuna
en darlas, digo en tenellas...
Que alguna me está mirando
que por ellas me quisiera.
INFANTA:
No me perturba y altera
tu desprecio, imaginando
que me quita la ocasión
de mayor desdicha mía;
que ya Tello me tenía
gran parte del corazón.
Adiós, primer sentimiento
de mi desdén; Tello, adiós.
Vase
MENDO:
Ya estaréis libres las dos
de envidia y celos.
LAURA:
Yo siento
la ausencia de esta mujer,
pero más, que me dé celos.
INÉS:
Mendo andaba con desvelos;
ya no tendrá que temer
competencias de su amo.
MENDO:
Si tú a Sancho quieres bien,
no me preguntes a quién
quiero bien, celo o desamo. Entre TELLO MOZO, desatinado
TELLO MOZO:
¿Cómo? ¿A Juana? ¡Hay tal maldad!
MENDO:
(El loco rompió la gavia.) (-Aparte-)
TELLO MOZO:
Quien de esta suerte me agravia
no me tiene voluntad.
¿Por dónde va? ¿Dónde fue?
LAURA:
Tente, primo; ¿dónde vas?
TELLO MOZO:
¿Quién es?
LAURA:
Yo soy.
TELLO MOZO:
¿Aquí estás?
LAURA:
¿No me conoces?
TELLO MOZO:
No sé;
que, ¡vive Dios!...
LAURA:
¿En la daga
pones la mano?
Sale TELLO VIEJO
TELLO VIEJO:
¿Qué es esto?
TELLO MOZO:
Que ha despedido por mí
a Juana Laura, de celos.
LAURA:
Luego ¿no tengo razón?
TELLO VIEJO:
Aunque la tengas, no has hecho,
sobrina, lo que era justo.
LAURA:
¿Qué era justo?
TELLO VIEJO:
Que primero
me hablaras, y yo la diera
algo para su remedio.--
Y tú, ¿por qué la inquietabas?
TELLO MOZO:
Yo no soy hombre que tengo
pensamiento tan humildes.
TELLO VIEJO:
¿Tendrás otros pensamientos,
desde alcaide de León,
a esta parte? Ahora bien; quiero
hacer que vayan tras ella.--
Y tú no te inquietes, Tello.<poem>
LAURA:
No la verán más tus ojos.
TELLO MOZO:
¿Cómo que no? Ensilla, Mendo,
el overo; que no fío
de mi padre.
LAURA:
Iré luego
a decirle que te vas.--
Ven, Inés.
TELLO MOZO:
Ensilla presto.
Vanse todos menos MENDO
MENDO:
Ya, señor, voy a ensillar.
Antes que saque el overo,
quiero visitar mis joyas,
porque de su luz espero
consolarme de la ausencia
de Juana. Abre la caja
¡Ay, Juana! ¿Qué es esto?
¡Vive Dios, que es un cordel
que me deja para el cuello!
¡Linda cadena! ¡Oh, qué joya
para un maldiciente necio!
¡Para quien sin saber nada
habla todo a todos tiempos!
¡Oh, Juanilla! ¡Oh, Juana! ¡Oh, sierpe!
¡Oh, pícara! A ensillar presto...
Pero mejor fuera a mí,
pues que fui mayor overo.
Vase
Sale la INFANTA con su ropa
INFANTA:
Donde mi fortuna quiere,
con inciertos pasos voy,
fugitiva de mí misma;
consejo de la razón.
En la paz que yo pensaba
hallé la guerra mayor,
en el sagrado el peligro,
y en el miedo la ocasión.
¿Qué pensó mi pensamiento,
cuando, siendo yo quien soy,
llevó mi memoria a Tello
y a su amor mi inclinación?
Nadie de los ojos fíe;
que al más levantado honor,
si no los cierra con llave,
le harán cualquiera traición.
De grande peligro salgo,
pues, con ver que libre estoy,
sospecha el temor que tengo
que le dejo el corazón.
Mas dice mi valor
que en los principios se resiste amor.
Pensó Laura que vengaba
de sus celos el rigor,
y dióme Laura la vida;
que la ocasión me quitó.
Aunque lágrimas me cuesta,
ninguna culpa le doy;
mejor es perder a Tello
que no que me pierda yo.
Si fuera aquel mozo ilustre,
disculpara Amor mi error;
pero, criado entre ovejas,
no es bueno para león.
Sangre del godo Rodrigo
dicen que el tiempo le dio;
la buena persona el cielo,
y el rey Pelayo el blasón;
partes constituyen dignas
para amarle; mas, ¡ay Dios!,
que dice el Amor que sí,
y el rey, mi padre, que no,
y en esta confusión huye
la honra y se detiene amor.
Salen TELLO MOZO y MENDO
TELLO MOZO:
Ten este caballo, Mendo;
que allí la he visto.
INFANTA:
¡Ay de mí!
TELLO MOZO:
¿Dónde vas, señora, ansí?
INFANTA:
Más que despedida, huyendo.
TELLO MOZO:
¿De quién?
INFANTA:
De ti.
TELLO MOZO:
No lo entiendo,
pues que me llevas contigo.
INFANTA:
De un poderoso enemigo
voy huyendo.
TELLO MOZO:
¿Quién?
INFANTA:
Amor.
TELLO MOZO:
Si es Amor, ¿tanto rigor,
tal crueldad, tanto castigo?
Vuelve, vuelve; que me envía
mi padre por ti.
INFANTA:
No puedo,
Tello; que me ha dado miedo
mi flaqueza y tu osadía.
TELLO MOZO:
Pues ¿de qué descortesía,
Juana, te puedes quejar?
¿Es más que morir y amar
ésta de mi amor locura?
Si fue culpa tu hermosura,
¿en qué me puedes culpar?
INFANTA:
Tello, yo no he de volver...
por causas que tú no sabes.
TELLO MOZO:
Ya he visto en tus ojos graves
que eres principal mujer.
¿De callar y padecer,
Juana hermosa, te agraviaste?
¿De honesto amor te cansaste?
Déjame no más de verte;
mira que vengo a la muerte,
de un hora que me dejaste.
¿Qué será, Juana, de mí
si no vuelves?
INFANTA:
No, en mi vida.
TELLO MOZO:
Ya está Laura arrepentida;
ella me envía por ti.
Dicen que la culpa fui...
Vuelve, Juana, por mi honor;
que mi padre con rigor
me ha reñido tan extraño
que has de ir por su desengaño,
si no quieres por mi amor.
INFANTA:
¿Cómo quieres tú que viva
adonde Laura se abrasa?
TELLO MOZO:
Tú serás, Juana, en mi casa
paloma con verde oliva.
No permitas, vengativa,
que lo pague mi inocencia.
Vuelve a honrar con tu presencia
el oriente donde fuiste
sol; que de sombras le viste
la soledad de tu ausencia.
¿Podrás tú, mi bien, sufrir
que muera sin culpa yo?
Porque Laura te ofendió,
¿me tengo yo de morir?
¿Adónde te quieres ir
con esos pobres despojos,
que no te den mil enojos,
y por el hurto te prendan
de un alma, por más que emprendan
negarlo tus dulces ojos?
¿Dónde irás sin que por ello
te injurien? ¿Quién te ha de ver
que no diga, "Esta mujer
se lleva el alma de Tello?"
Si de la planta al cabello
Laura envidia tu hermosura,
muera Laura en su locura;
piérdase Laura, no quien
te estima y te quiere bien
con fe tan honesta y pura.
TELLO MOZO:
¿Cómo, dime, negarás,
si te prenden, que me llevas
el alma, en llegando a pruebas
de que tan hermosa estás?
Luego más acertarás
en volver donde me has muerto,
porque es sagrado más cierto
para excusar el castigo;
pues mientras estás conmigo,
tendrás el hurto encubierto.
Que, estando los dos allí,
pues tú mi alma has de ser,
ninguno echará de ver
que estoy sin la que te di;
viviré yo, Juana, en ti,
aunque sin alma, no ausente;
que quien ama, si no miente,
porque hay amar y hay fingir,
eso deja de vivir
que deja de estar presente.
INFANTA:
¡Qué de manera de engaños!
¡Qué de suertes de invenciones,
si de tus dulces razones
no resultaban mis daños!
Ejemplos y desengaños
me aconsejan que me aparte,
pero ¿dónde o en qué parte,
pues quise, siendo mujer,
no digo, Tello, querer,
sino querer escucharte?
Si las aves no pusieran
el oído a la traidora
voz que engaña y enamora,
nunca en la liga cayeran;
si a mí no me enternecieran
los encantos de tu canto,
tarde me rindieras tanto.
--Ahora bien; yo soy mujer.
TELLO MOZO:
¿Qué dices?
INFANTA:
Que esto es volver,
aunque de serlo me espanto.
TELLO MOZO:
Pues ven, mis ojos, que allí
Mendo está con el caballo.
INFANTA:
¡Ay Tello!, obedezco y callo;
que manda otro dueño en mí.
TELLO MOZO:
¿Vuelves con tu gusto?
INFANTA:
Sí;
pero en fe de tu valor,
que respetarás mi honor.
TELLO MOZO:
La luz que en tus ojos veo
sabrá tener el deseo
y reportar el amor.
Vanse. Salen TELLO VIEJO, LAURA e INÉS
TELLO VIEJO:
¿Estás loca?
LAURA:
Loca estoy;
y tú lo pareces más,
pues tal licencia le das.
TELLO VIEJO:
Yo ¿qué licencia le doy?
LAURA:
Tello ¿no es ido por Juana
con tu licencia?
TELLO VIEJO:
Él se fue;
porque yo a Sancho envié,
y no a Tello, esta mañana.
LAURA:
Si Tello tiene mujer,
y tú nuera, dime, tío,
¿esperar no es desvarío
a que yo lo venga a ver?
TELLO VIEJO:
Tello, por hacerme gusto,
aunque sin pedir licencia,
no porque siente su ausencia,
ni para darte disgusto,
fue por Juana; y no hay razón
que digas que es su mujer;
porque ¿cómo lo ha de ser
sin calidad? Que no son
tan bajos los pensamientos
de Tello.
LAURA:
Ahora bien, yo soy
desdichada y yo me voy,
que, amores o casamientos,
no los tengo de sufrir.
TELLO VIEJO:
¿Dónde vas?
LAURA:
En cas de Aibar.
TELLO VIEJO:
¿En cas de Aibar?
LAURA:
A llorar...
y a servirle...
TELLO VIEJO:
¿Tú a servir?
Quien manda treinta criadas,
¿ha de servir?
LAURA:
¿Qué ha de hacer,
si Tello tiene mujer?
TELLO VIEJO:
Necedades excusadas.
Mi sobrina, ¿para quién
es mi hacienda?
INÉS:
Mendo viene,
y escrito en los ojos tiene
que no ha sucedido bien.
Sale MENDO
MENDO:
Buenas nuevas.
TELLO VIEJO:
¿Pareció?
LAURA:
Mejor de otra suerte fuera.
MENDO:
Pareció Juana en un bosque,
cuyas floridas riberas
cubren dos mansos arroyos,
más que de cristal, de arena;
que ellos propios la levantan,
riñendo donde se encuentran.
Vióla Tello, y arrojóse
del caballo; así las riendas,
y estuvímonos los dos,
él contemplando la yerba,
y yo de los dos amantes
satisfacciones y quejas.
Juana volver no quería;
que dice que la atormentan
celos de Laura, y mi amo
la obligaba hasta vencerla;
si bien es verdad, señor,
que las mujeres discretas
obran lo que menos dicen,
y huyen lo que más desean.
En fin, por fuerza o por gusto,
que esto de alegar la fuerza
las mujeres es lo mismo
que dar la disculpa de Eva,
entre los dos la pusimos
en las ancas. La destreza
de Tello a lo cazador
se vio, pues, sin ofenderla,
subió gallardo en la silla;
pero, dejando la senda
que viene a casa, del bosque
siguió la inculta maleza.
Ella, para no caer,
que pienso que si cayera
se lastimara en los troncos
de aquella intrincada selva,
echóle el derecho brazo
al cuello, y de esta manera
se me perdieron de vista;
que llevaba Tello espuelas.
Y, aunque era entonces Pegaso
el rocín, yo le siguiera
con ansia de ver a Juana,
porque amor y celos vuelan;
pero Tello me decía,
"Mendo, quédate o te asienta;
mira que te cansarás."
Entendíle y di la vuelta.
LAURA:
De esto ¿qué dirás, señor?
TELLO VIEJO:
Que, como sabe la tierra,
Tello buscaría el atajo..
MENDO:
Y es muy discreta respuesta;
que no hay atajo en el mundo,
Laura, que más fácil sea
que llevarse una mujer
adonde jamás parezca.
Con esto se ahorra un hombre
de requiebros y promesas,
y de andar, como en los pleitos,
en demandas y en respuestas.
Si es el fin el matrimonio,
y el fin los sucesos prueba,
¡bien haya, amén, el concierto
que no aguardó la sentencia!
Salen TELLO MOZO y la INFANTA
TELLO MOZO:
Llega, y besarás la mano
a mi señor.
INFANTA:
Con vergüenza
de Laura llego.
INÉS:
Éstos son.
TELLO VIEJO:
¡Vive Dios, que te quisiera,
Mendo, con esta cayada
hacer cuatro la cabeza!
¿Ves cómo por el atajo
vino?
MENDO:
Y es cosa muy cierta;
pero no le hay sin trabajo.
Mas yo me huelgo que venga...
(porque me vuelva mis joyas). (-Aparte-)
TELLO MOZO:
Juana la mano te besa
por la merceed que le has hecho.
INFANTA:
Señor, cuando yo ofendiera
a mi señora, era justo
que castigara mi ofensa;
pero no, estando inocente.
LAURA:
Sí, si la misma inocencia,
y aun con esas humildades,
se sale con cuanto intenta.
INFANTA:
Señora, yo no quería
volver; Tello me hizo fuerza.
Hablan aparte MENDO e INÉS
MENDO:
¿A fuerza ha llegado el caso?
Para bien las bodas sean.
INÉS:
Calla, malicioso, y mira
que es Juana mujer honesta.
MENDO:
¿Quítole su honestidad?
Tello se queda con ella.
TELLO VIEJO:
Ahora bien; Laura, por mí,
si es justo que lo merezca,
habéis de hacer amistad.
LAURA:
¿No basta que tú lo quieras?
TELLO VIEJO:
Juana, abraza a tu señora;
y, porque de hoy más no tengas
celos, casemos a Juana.
TELLO MOZO:
No habrá cosa con que pueda
estar Laura más segura.
Mendo su marido sea.
MENDO:
Antes de ir por el atajo,
al mismo rey no la dieras,
y ¿a mí me la das agora?
No sé, ¡por Dios!, si la quiera.--
Mas será envite de falso.
TELLO MOZO:
No, Mendo, por Dios; que de ella
sé que agradece tu amor.
MENDO:
¿Es verdad, Juana?
INFANTA:
No tengas
duda de mi amor.
MENDO:
Agora
digo que los celos ciegan.--
Mira, Tello, no te espantes
de que yo a Juana no crea
que, como en aquel rocín
diste tan larga carrera,
venir a parar en mí
no ha sido poca destreza.
TELLO VIEJO:
Ahora bien; yo doy en dote
a Juana cincuenta ovejas,
dos vacas, cuatro lechones,
y de trigo veinte hanegas;
y a Mendo doy una vara,
pues soy señor de esta tierra.
MENDO:
No me des, señor, oficio
que, si no prendo, me pierda,
pues en efeto es prender,
y, si prendo, me aborrezcan.
TELLO VIEJO:
Ahora bien; trazad la boda. Hablan aparte TELLO MOZO y LAURA
TELLO MOZO:
Con esto segura quedas.
LAURA:
Juana, una sartén te mando
y una cama de red nueva.
TELLO MOZO:
¡Ay Juana, que aunque es de burlas,
siento el casarte de veras!
Vanse,
y quedan MENDO e INÉS
INÉS:
¿Parécete, Mendo, bien
de la suerte que me dejas?
MENDO:
Inés, cuando de casarme
te resulte alguna ofensa,
no quieras mayor venganza.
INÉS:
Todos sois de esa manera;
pero todos os casáis.
MENDO:
Inés, el casarse es fuerza.
INÉS:
Pues ¿cómo os quejáis después?
MENDO:
No todos después se quejan;
que muchos aciertan mucho,
y otros por su culpa yerran.
No está la paz en castigos,
que deshonran; no remedian,
sino en no querer los hombres
volar por cosas ajenas.
Regalos guardan lealtad;
debida correspondencia
en la mesa y en la cama
hacen las mujeres buenas.
INÉS:
Bravo casado serás.
MENDO:
No quiera Dios que tal sea.
INÉS:
Pues, ¿qué? ¿Manso?
MENDO:
Peor, Inés;
sino que quiera y me quieran.
Y que alcance a nuestros hijos
la bendición de la Iglesia.
Vanse.
Salen TELLO VIEJO y SANCHO
TELLO VIEJO:
Esos, Sancho, no es posible
que sepan que soy señor.
SANCHO:
Excusarse del rigor
parece cosa imposible.
TELLO VIEJO:
Otro parece que estoy
después que tengo el gobierno.
SANCHO:
Tierno me pareces.
TELLO VIEJO:
¿Tierno?
Verás qué castigos doy.
SANCHO:
Tampoco has de ser cruel.
TELLO VIEJO:
Ya sé yo que la templanza
nos enseña la balanza
que hay del cuchillo al cordel. Sale MENDO con vara, y villanos
MENDO:
No se puede imaginar
la ventura que he tenido.
TELLO VIEJO:
Pues, Mendo, ¿qué ha sucedido?
MENDO:
No acababa de tomar
la vara que veis aquí
cuando dicen que el rey viene.
TELLO VIEJO:
¿El rey?
MENDO:
Y el que sólo tiene
jurisdición sobre mí.
TELLO VIEJO:
Pues di, ¿quién te dijo a ti
que el rey al monte venía?
MENDO:
Quien le vio cazar.
TELLO VIEJO:
Sería
cerca de León, no aquí. Ruido dentro
MENDO:
¿No aquí? Pues ese ruido
¿qué piensas que puede ser?
SANCHO:
Ya comienza a anochecer,
y debe de haber venido
con ánimo de que seas
su huésped.
TELLO VIEJO:
Turbado estoy--
Mendo, a recebirle voy.
Vase
MENDO:
¡Hola, Sancho! Enciendan teas
por cuantas peñas y partes
tiene este monte, que son
de esta humilde habitación
los muros y balüartes.--
Voy a buscar frutas secas.-- A un VILLANO
Tú, di a Juana que no salga;
porque aquesta gente hidalga
se muere por villan[ecas];
y ella, por lo remilgado,
les hará conversación.
SANCHO:
Parte seguro; ellos son.
Todo se alborota el prado. Vanse. Salen el REY de León, TELLO MOZO, TELLO VIEJO, y criados
TELLO VIEJO:
¿Cuándo, señor, merecí
tanto honor?
REY:
A conoceros,
Tello, he venido, y a veros,
pues vos no me veis a mí.
Vuestro hijo ¿dónde está?
TELLO MOZO:
A vuestro[s] pies, gran señor.
REY:
¿Sabéis que es mi alcaide?
TELLO VIEJO:
Honor
tan grande otro ser le da
de aquél que tiene de mí.
REY:
¿No tenéis más?
TELLO VIEJO:
Hanse muerto;
y estuvieron en lo cierto;
que para Tello hay aquí,
y para tantos no había.
REY:
¿No le casáis?
TELLO VIEJO:
Aquí tengo
una sobrina...
REY:
Si vengo
a tiempo, servir querría
de padrino a mis parientes.
TELLO VIEJO:
Templad, señor, los favores;
que reyes y labradores
son extremos diferentes.
REY:
Llamadme vuestra sobrina.
TELLO VIEJO:
Como es hora de cenar,
pienso que debe de andar
del estrado a la cocina.
REY:
¡Oh, qué envidia, Tello, os tengo!
TELLO VIEJO:
Señor, por acá se pasa
pobremente.
REY:
A vuestra casa
más pobre que nunca vengo.
TELLO VIEJO:
Pues no lo saldréis de aquí;
que toda os la llevaréis.
Sale LAURA
LAURA:
Aquí, gran señor, tenéis,
para que os sirváis de mí,
vuestra pobre labradora.
REY:
¿Es vuestra sobrina?
TELLO VIEJO:
Laura,
señor, mi casa restaura,
si vos la casáis agora.
REY:
Mucho me alegro de veros. Salen SANCHO y MENDO. Hablan aparte los dos
SANCHO:
Arrima luego la vara.
MENDO:
¿Yo? ¿Por qué?
SANCHO:
Porque está el rey
presente.
MENDO:
No es de importancia.
SANCHO:
¿Cómo no?
MENDO:
Si un capitán,
de la guerra o de las armas
viene a ver y hablar al rey,
Sancho, ¿quítase la espada?
SANCHO:
No, Mendo.
MENDO:
Pues ¿qué más tiene?
SANCHO:
Necio, ¿no ves que es la causa
porque representa al rey,
que es justicia soberana,
y no hay otra en su presencia?
MENDO:
¿Que una cosa tan delgada,
Sancho, represente al Rey?
SANCHO:
En eso, Mendo, declara
que no ha de tenerla adonde
pueda estar cosa contraria.
MENDO:
Después que eres escribano,
Sancho, a lo de corte hablas.
SANCHO:
Y tú ¿no piensas mudar
el ingenio y las palabras?
MENDO:
No sé, por Dios. Mas ya ponen
la mesa; arrimo la vara
por pescar alguna cosa.
que no porque es de importancia.
Sacan la mesa y salen los MÚSICOS, y hay en la mesa una tortilla de huevos y un poco de manjar blanco, y en la tortilla de huevos una sortija
TELLO MOZO:
Ya está prevenido todo.
REY:
Tello será maestresala.
TELLO MOZO:
Turbaréme, gran señor.
MENDO:
Él manda como en su casa.
REY:
¿Quién sois vos?
MENDO:
El alguacil.
REY:
¿Queréis algo?
MENDO:
Los que tratan
de la salud, comer mucho,
aunque tengan buena gana,
dicen que es delito; y vengo
a ver si en tanta abundancia
puedo pescar cualque cosa. Dale el REY el plato de manjar blanco
REY:
Buen labrador...
TELLO VIEJO:
Es la gracia
de todo el monte.
MENDO:
Y la hambre.
REY:
...tomad.
MENDO:
¿Por cuánto faltara
manjar blanco?
TELLO VIEJO:
Parecéis
príncipe que come en farsa.
Agora cantan los que quisieren
REY:
¿Tortilla de huevos? Bueno.
El gusto me adivinaba
quien este cuidado tuvo. Va a comer, y topa con la sortija en los dientes
MENDO:
Traigan luego vino y agua;
que ha topado alguna piedra.
TELLO VIEJO:
¿Piedra, señor? ¡Cosa extraña!
REY:
Esta sortija conozco.
TELLO VIEJO:
¿Entre los huevos estaba
sortija?
REY:
Y sortija mía.
MENDO:
Pues ¿de eso poco se espanta?
En una morcilla un día
hallé yo toda una sarta
de cuentas que parecían
dentro piñones y pasas.
REY:
¿Quién hizo aquesta tortilla?
TELLO VIEJO:
¿Quién guisó estos huevos, Laura?
LAURA:
Juana, señor, los guisó.
REY:
¿Quién es Juana?
TELLO VIEJO:
Llama a Juana.
MENDO:
A prender a Juana voy.
SANCHO:
¿Por qué?
MENDO:
Por tortillas falsas,
y porque quebró las muelas
a un rey de tanta importancia.
(Esta vez cobre mis joyas. (-Aparte-)
¡Oh ladrona, que le echabas
piedras al rey en los huevos,
como a bestia en la cebada!)
Allá dentro voy por ella.
REY:
(¡Cielo! ¿Quién imaginara (-Aparte-)
que yo viniera a tener
tanta pena en esta casa?
Esta sortija es de Elvira,
que con esta sierpe engasta
este diamante y rubí.) Hablan aparte los TELLOS
TELLO MOZO:
Señor, hoy prenden o matan
a Juana, si por ventura
piensan que veneno daba
al rey en esta sortija.
TELLO VIEJO:
¡Veneno! ¡Infame criada!
Sale MENDO con la INFANTA
MENDO:
Por fuerza habéis de salir.
INFANTA:
¡Déjame, por Dios!
TELLO VIEJO:
Villana
de Zamora o del infierno,
¿qué es esto que al rey le dabas?
REY:
Tello, dejádmela ver.
TELLO VIEJO:
¿Para qué encubres la cara?
Quita las manos.
REY:
¿Qué veo?
Ya se me enternece al alma.--
¿Eres tú, Elvira? ¿Eres tú,
hija, que de mis entrañas
fuiste cuchillo en tu muerte?
TELLO VIEJO:
¿Cosa que fuese la infanta?
TELLO MOZO:
¡Ay padre! Si lo es, soy muerto.
REY:
Elvira, a tu padre abraza,
y agora venga la muerte.
MENDO:
(Agora es cuando me manda (-Aparte-)
freír en aceite el rey.)
¡Ah Juana! Si eres infanta,
destruécame aquel cordel;
que yo te daré la caja.
INFANTA:
Tuyas serán todas, Mendo.
TELLO VIEJO:
Señor, toda nuestra casa
perdona; que no supimos
quién era.
REY:
Quise casarla
a su disgusto, y agora,
Tello, la doy la palabra
que sólo a su gusto sea.
INFANTA:
Sí será; que estoy casada.
REY:
¿Casada? ¿Con quién?
INFANTA:
Con Tello,
a quien tú pariente llamas.
REY:
Si no te hubieras casado,
Elvira, yo te casara;
porque no pudiera darle
de este servicio otra paga.
Daos las manos.
TELLO MOZO:
Bien merece
mi amor, mi fe, mi esperanza
este premio.
TELLO VIEJO:
No prosigas;
porque aquí la historia acaba
de Los Tellos de Meneses,
godos de la antigua España
hasta la segunda parte
que refiera sus hazañas.