Los Shelknam/Cuarta parte

Los Shelknam: Indígenas de la Tierra del Fuego. Sus tradiciones, costumbres y lengua (1915)
de José María Beauvoir
CUARTA PARTE







CUARTA PARTE










TROFEO INDIGENO-FUEGUINO
Armas, adornos y útiles de los Onas Indígenas de la Tierra del Fuego.

1. Arco y flechas, arma de todos los Salvajes. — 2. Canastita de thaí — junco palustre. — 3. Tahal, Parihuela que sirve de cuna en que amarran y fajan a sus criaturas. — 4. Aljaba. Boleón para guardar flechas. — 5. Kocherl — Infula que se ponen en la frente. — 6. Manojos de flechas preparadas. — 7. Puntas de flechas de piedras y de vidrios. — 8. Hachón de yerbas secas para encandilar aves. — 9. Lazos de diversas dimensiones.— 10. Red, tejida con tendones de guanacos. — 11. Shen o balde de cuero para guardar aguas. — 12. Arpón con su lazo para agarrar lobos.

Zorro, Vulpis Magellanica, semejante al perro, dicho por otros: Canis Magellanicus.

APUNTES ETNOLÓGICOS

o sea
Breves Nociones de los Usos y Costumbres
de los

FUEGUINOS-ONAS

CAPÍTULO I
TRADICIONES

Los Onas o Shelknam, como a sí mismos se llaman, habitaron desde tiempos inmemoriales la Tierra del Fuego, isla formada por un enorme sacudimiento o terremoto, que la separó del Continente Americano, al cual estaba unida por ístmos, que por ese cataclismo desaparecieron, como cuentan las tradiciones Indígenas, desde el Estrecho de Magallanes hasta las orillas del Canal de Beagle y desde las costas del Océano Atlántico hasta el Almirantazgo.

Ellos cuentan haber oído hablar a sus padres y abuelos que decían haber venido del lado Norte — Wuomska — de un gran campo muy ancho y largo, pasado por unos parajes estrechos, que a los dos lados había agua grande y que mientras estaban acá, oyeron un grande y estruendoso estallido, que se creyeron los mataría a todos. Mas cuando, vuelta la tranquilidad del cielo y después de algún tiempo, quisieron volver a sus campos altos, no pudieron más, porque encontraron todos los pasajes conocidos, ocupados por el agua. Entonces, aunque con sentimiento, por cierto que no se puede tan pronto dejar de querer el lugar dónde uno ha nacido, tuvieron que conformarse y establecerse definitivamente allí, en dónde la Providencia los había traído y formar un nuevo Pueblo. Tanto más que nómades, por naturaleza, y llevando siempre consigo la propia familia con los pocos enseres que formaban todas sus riquezas, no tardaron en aclimatarse, adaptándose a recorrer desde ya, en busca de su vida, el lado Sur, Este y Oeste, en toda extensión de la nueva isla, llevando consigo sus hogares, en lugar de volver a sus campos antiguos del Norte, como antes habían acostumbrado.

Este es el origen de los Onas.

Karukinká — Tierra de la estremidad Sur. Admitida la venida de los antiguos Thehuelches en Karukinká por el paso que ellos conocían (este debía ser el trecho que hay entre las dos angosturas actuales), no puede ya negarse que el Estrecho, cual lo encontró Magallanes tan solo cuatro siglos ha, no debía aún existir, y la Karukinká es decir: la Harw — tierra del Huk o Wouk — Sur, estremo — inká,— adónde iban periódicamente, talvez todos los años), — no estaba aún por completo separada del Continente, a saber aun no era isla, era todavía la parte Estrema Sur del Nuevo Mundo, descubierto siglos después por Cristóbal Colón, la que, separada ya, encontrara veinte y ocho años más tarde Fernano de Magallanes.

Atélily. El mismo nombre que los Thehuelches-Shelknam dieron al nuevo canal, cuando admirados lo vieron por primera vez, parece explicarlo. Veamos descomponiéndolo: Até — de aten — atar, y Aster — estrechar, o Paso estrecho en parangón de la anchura de las partes unidas por este paso angosto — heth-ly (pedacito) que se ha roto y desaparecido, hundiéndose en las aguas. — Esta sería la presunta explicación de las dos voces Shelknam Karukinká y Atélily,la cual hasta no tengamos otra más propia, podremos tener por verosímil y justificada.

Esta tradición de la venida de los Thehuelches en Karukinká de entonces, ahora Tierra del Fuego, es una que merece bien toda nuestra fue, como se puede probar por la Lengua y por la conformación personal de los individuos de este y del otro lado del estrecho: es decir, de los Onas-Fueguinos y Thehuelches-Patagones.


DERIVACIÓN DEL NOMBRE ONA


Algunos lo derivan del On, voz que se encuentra frecuentemente repetida ya sola, como pronombre, o como conjunción, o acompañando otras voces como afijo, propuesto o pospuesto, cuya frecuente repetición hizo que los Yahgan, sus vecinos del Sur los llamasen la gente del On y por abreviación, anadiéndole un a los llamasen Ona.

Otros lo hacen derivar del nombre Chon quitando la Ch y añadiendo a al On — Ona. [1]


KUANIP


Segun cuenta la tradición narrada por el Capitán Minkil Kaushel, Kuanip es el héroe de los Onas. Su nacimiento es fabuloso. Lo engendra una montaña, teniendo por padre el cabo Kayel (situado entre el cabo Sta. Inés y el cabo S. Pablo). Es invulnerable y con una sola palabra inmoviliza y mata a los que lo quieren herir. Vence y da muerte al antropófago Chaskel, y después de varias hazañas, cansado de la Tierra sube al Cielo. Los Onas lo reconocen en aquella estrella roja, que llamamos Estrella Polar, a su lado colocan también a su mujer y a sus hijos formando la Cruz del Sur. Tienen a si mismo la tradición del Predominio femíneo y del Klok'then como pronto veremos — Véase el libro: Los Indios del Archipiélago Fueguino del Prof. Dr. Antonio Coiazzi — Revista Chilena de Historia y Geografía. Santiago de Chile.


KAYEN, U HOGAR DE LOS ONAS


El Hogar o Kayen de los Onas en familia, consiste en una miserable choza formada con unos palos clavados en el suelo en modo semicircular, converjentes en un punto y unidos arriba, tapados con unos cueros de guanacos, o de otros animales, con una abertura hacia el Este (ordinariamente).

Su tamaño es más o menos grande según es el número de los Individuos que deben habitarla.

En medio de la abertura es adónde tienen el fuego, que casi siempre tienen prendido, día y noche, durante su permanencia en un paraje. La mujer tiene la obligación de hacerla donde el marido la indique, y deshacerla cuando tienen que mudar de campamento. Debe cuidar de los palos, reunidos y con los cueros que forman las paredes, hacer un atado, y llevarlo con todos los enseres que les pertenecen, al nuevo paraje, que el marido le indicará.

Además de este fardo, a veces bastante pesado, debe también llevarse los niños chicos y cuidar de los mayores, mientras están en Viaje. Causa de ser nómades, o de mudar frecuentemente de lugar, es el no haber por mucho tiempo en cada paraje, adonde pasan y permanecen algún tiempo, bastantes animales de caza, guanacos, tucutucus, pájaros que forman, por lo ordinario en consueto alimento.

OCUPACIONES Y TRABAJOS

Los trabajos de los hombres consisten, en prepararse sus armas que son:

Archo (A), Flechas, (Yar), Arpones (Parron o chokpen) La Honda — (Sinke), que usan para cazar guanacos (yowen) zorros (huash) pájaros (chachén); La Red (Chojen o Sken) para pescar (tapen); Lazo corredizo (Yaun jaurren); pasear (Paskölmigeur); jugar a la pelota (terren o kmaurren-hatü); tirar al blanco, ejercitándose a la flecha (Vieyen).

Las mujeres además de hacer y deshacer el toldo, de cuidarlo y llevarlo con todos sus enseres, llevar y cuidar de los niños, están también encargadas de preparar la comida para el hombre y sus criaturas, coserle la capa al marido y a sus hijos, se entiende, sirviéndose de lo que el esposo le ha traído de la caza; tejer canastos y canastillos, ir a recoger a la playa mariscos y pescados, además de hacer y componer sus vestidos y adornos propios.


ARMAS


Sus armas ofensivas (defensivas no tienen) son el Arco, la Flecha y la Honda, el Arpón y la Boleadora. Para hacer el Arco usan de una madera dura y consistente, que por lo ordinario es del Roble, buscado en el monte un palo y procurando que no tenga nudos. Sus dimensiones son regularmente de m. 1.50 cms., a 1.70 cms. de largo, en el medio es de un espesor de 3 1/2 a 4 cms., adelgazado hacia sus extremidades hasta llegar de 2 a 2 1/2 cms. Su forma es aovada-triangular con la base hacia afuera.

Atan los dos extremos, con una cuerda que está hecha de tendones de guanacos, bien masticados y reducidos a fibras, que después unidas y retorcidas, forman un cordón bastante regular, de un grueso de 3 a 5 mm. de diámetro.

La Flecha se compone de tres partes: del Asta, de la Punta y de las Plumas. El Asta es de madera de Calafate (Bérberis) que hacen con un trabajo muy prolijo. Sus dimensiones son de m. 0.70, a 0.80 de largo y de 8 a 12 mm. de ancho.

La redondean, limpian y afinan, y bien enderezada al fuego, raspándola con cuchillo de hierro, o de piedra, en falta de hierro, o también de conchitas, formándola de modo que sea abultada en el centro y adelgazada en las dos extremidades.

Los dos extremos llevan dos hendiduras; en una de las hendiduras se pone la Punta que era de piedra, o de hueso, las antiguas, ahora lo hacen de vidrio. La punta es de forma triangular y simétrica, teniendo en su base un pedúnculo, que colocan en esa hendidura y asegurado por medio de grasa y bien amarrada con finísimas fibras de tendones, que cuando seca, queda bien firme y durable.

Usan el Kúschney, que es el Astillador, (hueso, radio de guanaco, o cúbito de zorro de lobo o de nutria), para aguzar piedras, huesos o vidrios para formar flechas. Para no lastimarse, teniendo el vidri oentre el pulgar y el índice de la izquierda, los envuelven con pedazos de cuero o de trapos.

Las dimensiones de la flecha (punta) son: largo 2 cms. a 5, por máximo 7 cms. y el ancho 2 a 4 cms. el máximo.

En la otra extremidad de la varilla colocan dos series de plumas de alas de pájaros grandes.

Toman un remera y arrancan con un cuchillo una lámina fina del espinazo, al cual se junta la barba más ancha, la cortan en dos pedazos de unos 3 cm. y luego las fijan con las barbas inclinados hacia la punta, en la cual por medio de tiritas de tendones bien humedecidas la aseguran, envolviéndola en modo de espiral, desde lo alto hasta 1 cm. o 1/2 de la punta.

Sobre la atadura extienden una ligera capa de barro blanco.

A estas dos barbas así fijadas, las arreglan o con un cuchillo, o con un tizón encendido de modo que tome una forma regular.

El cabo de la flecha termina en una pequeña hendidura paralela a las barbas.

Esta hendidura sirve para apoyarla sobre la cuerda del Arco en el acto de tirarla. Estas aletas saliendo del arco con más o menos fuerza, según el individuo que la usa, hiende el aire mismo al mismo modo que una hélice y sirve para mejor dirigir su vuelo.

Heil-laar. Aljaba o carcaj, que es un bolsón largo de 60 a 70 cms. por 12 o 15 de ancho. Prefieren que sean de piel de lobo marino [2] o sino tambien de piel de guanaco.

La Honda consiste en dos soguitas tranzadas con tendones de guanaco desfibrados en filamentos, largas cada una un metro y pico, unidas en el medio por un pedazo de cuero bien sobado y flexible, largo 20 cms. por 0.10 cms. de ancho, punto donde colocan la piedra, la que después de haber hecho revolotear en la honda con la derecha y mirando un blanco cualquiera, arrojan soltando una de las extremidades, seguros casi siempre de dar en el punto.

Otra Honda más sencilla es una tira de cuero larga de dos o tres metros y un poco más ancha en el centro (nos 7 u 8 cms.) que en las extremidades.

La Boleadora consiste en una piedra atada a un corden de unos 50 o 60 cms. de largo, la que después de mirado un punto, lanzan fija y diestramente a una gran distancia, dando por lo regular en el blanco. La Boleadora es ordinariamente un guijarro redondeado en forma de bola (de allí su nombre), a veces agujereado, o sino acanalado, para asegurarle el cordel. La Boleadora puede tener dos o también tres piedras aseguradas en diferentes cordeles unidos a las extremidades de cada uno.

El Arpón es una especie de lanza. Cosiste en un palo bien derecho, largo de dos a tres metros y de una punta de hueso de ballena, en forma de sierra, larga unos 25 o 30 cms., bien asegurada a una de las extremidades, además la punta está también amarrada a un lazo de cuero de unos 15 a 20 metros de largo; de modo que arrojando el Arpón con violencia sobre un ballenato p. ej. y agarrado bien, para que no se huya, lo sujetan fuertemente por medio del lazo, y lo traen en seco.


JUEGOS


Los Juegos son: El Tiro al blanco con arco y flecha a un punto fijo: Los niños usn pequeños arcos con su flechitas a ensartar una argolla (hecha de pasto), mientras tirada por otro rueda por el suelo. Los hombres usan el arco teniéndolo en un plano casi vertical, cogido con el dedo medio de la mano izquierda y entre el pulgar y el índice apoyan el asta de la flecha.

Por lo regular tiran la cuerda con el pulgar y el índice de la derecha, apretando la cola de la flecha.

Dado el continuo ejercicio que han tenido del arco son habilísimos tiradores, y tiran la flecha con gran fuerza a grandes distancias.

Juego a la pelota. La Pelota la hacen con un manojo de yerbas secas, o de plumas, o pelos amarrados redondamente del tamaño de un puño.

Lo juegan junto siete, ocho o más, formándose en círculo, enviándose la pelota de uno al otro, en alto unos metros y tramitiéndosela así al rededor, hasta que alguno, o por menos listo, o por descuido, la deje caer al suelo y pierde; siendo causa esta, de las risas generales y alborozo común de todos los jugadores y asistentes.

Este juego es muy común, practicado por los chicos y por los grandes.

Juegan también al Pugilato y al Box y a la Carrera, ésta en largas distancias; por esto los Onas son talvez los primeros andarines, no de América, tan solo, sino del Mundo.

Algunos de nuestros Neófitos de la Misión, tanto hombres como mujeres, tan pronto se encontraban en la Misión, en Río Grande, como al día siguiente al Estrecho de Magallanes, o al Canal de Beagle, o bien a la costa de la Bahía Inútil, recorriendo en poco tiempo, muchas decenas de millas.


CAZA Y PESCA


Caza.— Caza del Caiquén (avutarda) y de pájaro grande con el Hachón, Kekl o Keljh.

Por ser de una característica propia del Ona, la Caza del Caiquén, o aves grandes, vamos a poner esta especie, preferentemente a otra.

Los Indios eligen una noche bien oscura, y habiendo observado de antemano el lugar, a donde, por ordinario, se reunen las avutardas a pasar la noche en el suelo. Van allí con una antorcha (hachón de yerbas secas) 'Keki encendida en la mano izquierda, y la menean de un lado a otro, teniendo en la derecha un palo.

A aquel insólito resplandor las aves quedan encandiladas y como entontecidas, de modo que fácilmente no los mata a bastonazos. Por lo regular es abundante, de modo que se vuelven a casa cargados.

Pesca.— Aunque los Onas no son marinos, por tanto no poseen embarcaciones ni saben nadar, sin embargo. a la pesca deben gran parte de sus alimentos. La mar por la ribera de Tierra del Fuego, al Este sobre el Atlántico, suele bajarse mucho en grandes extensiones en las bajas mareas, dejando en seco una explayada estensísima.

En este tiempo, los Indios, ya expertos, van allí, recorren estas grandes playas y buscando en los charcos de agua, que dejan bajo las piedras, recogen una infinidad de grandes peces, eligiendo entre todos los más buenos y de gusto sabroso, que la larga práctica les hizo conocer.

Los ensartan en grandes cantidades y vuelven a sus casas cargados de pescados. Las mujeres, cuando no pueden los maridos, van ellas y recogen cuanto pueden llevar, de modo que la pesca, por lo ordinario es muy abundante.


GÉNEROS DE ALIMENTOS


La carne (Yepprr) es el principal alimento que tienen los Onas y la comen asada, no conociendo vasijas, para cocerla en recipientes.

Se la proveen con la caza del guanaco, del zorro, del cururu, del tucu-tuco y de toda clase de aves. El pescado, (Tap) es la segunda clase de sus alimentos, que también la tienen abundante. El marisco es asimismo abundantísimo, que recogen al bajarse la marea en las piedras. Los huevos (heil) de avutardas, de patos y a veces también de gaviota (Kolen) que en primavera recogen en grande abundancia, son para ellos un apetecido alimento. Los huevos (heil) como los pescados y la carne, suelen ordinariamente asarlos en la viva brasa para comerlos.

Vegetales, frutos del campo, Berberis, Chaura Ter-Pooter, Hookeri frutos (hayoco) del roble, o haya magallánica, los yuyos y frutos que en Tierra del Fuego son abundantísimos. La Divina Providencia ha sido también con ellos muy generosa. Jokten, harina de Thay, Alpen, Alpenten, hongos de muchas clases comestibles.

Entre las yerbas además del Thay, tienen muchas clases de raíces que la experiencia avivada por la necesidad les hizo conocer; por ej.: la achicoria = (Oiten), el Apio cimarrón (Alche) que se encuentra el uno y la otra también en grande abundancia al rededor de las lagunas de los muchos manantiales y a lo largo de los ríos. Así que providencialmente surtidos, pueden ellos también variar sus comidas, entreverando, si así les gusta, las carnes fuertes del guanaco, del lobo marino, de los cetáceos con las finas y delicadas de variadas ánides y de los sabrosos peces y apetecidos moluscos, con las variadas clases de frutos y vejetales.

Bebidas. No tienen otra bebida que el agua dulce natural. Por eso establecen casi siempre sus campamentos o a la orilla de algún río, o cerca de alguna laguna, o de un manantial. Chupan sin embargo con gusto el zumo de la corteza del roble, que llaman Chauhlchin.


VESTIDOS


El traje de los Indígenas-Onas, se reduce para los hombres a una capa formada de varias pieles de guanacos chicos, que de las espaldas, que por lo ordinario, les alcanza hasta abajo de las rodillas, y les tapa todo el cuerpo, teniéndola cada uno asida bajo el brazo. Las mujeres son las que deben coserla, sirviéndose en vez de una aguja, de una espina o de un hueso bien afilado. Ahora se sirven de un clavo aguzado y con mango de hueso.

Fibras de tendones bien humedecidas en la boca, y estiradas, les sirven de hilo. La llevan siempre con el pelo afuera; y preguntados, por qué no la llevan con el pelo hacia adentro, que les daría más calor, contestaron: ¿Cómo la llevan los guanacos? ¿Tal vez con los pelos no hacia afuera? por eso nosotros hacemos lo mismo que los guanacos.

Las mujeres usan dos capas de piel de guanacos también, una atada adelante, como un delantal, y la otra la llevan sobre las espaldas, y les envuelve todo el cuerpo, llegándoles hasta las rodillas.

Este Vestido, tan simplificado, por lo ordinario, los abriga suficientemente del frío.

Los niños por lo regular van casi desnudos.

Para los pies, durante el invierno, suelen llevar una especie de hojotas, formadas de pedazos de piel de guanaco, un poco más ancha que el pié y amarran con tientos que hacen pasar en los bordes por medio de algunos agujeritos y lo unen al tobillo.


ADORNOS

Las mujeres suelen adornarse, pintándose la cabeza con arcilla blanca o con tierra colorada amasada con grasa. Mientras se pintan suelen cantar:

Shon eyeyé eyeyé — Shon eyeyé eyeyé.

Llevan el pelo largo al rededor de la cabeza, menos adelante que se lo cortan a la altura de las cejas y llevan en medio de la cabeza una especie de tonsura ancha a uso de fraile Franciscano, que llaman Al-kuoithen[3]. Al cortarse el pelo, cuidan que no se pierdan recogiéndolo cuanto antes para quemarlo o sepultarlo, de lo que no saben darse cuenta. Lo hacen porque lo han visto hacer.

Al cuello usan llevar unos collares formados de trenzas de tendones, o de conchitas agujereadas, o de pedazos de huesitos de pájaros, ensartados con tendones de animales.

Adornan las muñecas con una pulsera formada con los mismos objetos.

Los hombres llevan también el pelo cortado de la misma manera como las mujeres y la corona en medio de la cabeza, se adornan la frente con el Kocheri que es una especie de infula o diadema, que es la piel de la frente del guanaco, si pueden tenerla.

Los Onas no llevan barba, arrancándose pelo por pelo, a medida que se les sale. Usan también pintarse la cara, de la nariz para abajo de negro, y de la nariz para arriba de colorado, especialmente cuando están de viaje, o están en guerra, con sus vecinos, entonces se pintan todo el cuerpo de rayas trasversales en todas direcciones.

Tatuaje verdadero, parece que entre los Onas nunca lo ha habido.


CAPÍTULO II
KLOK'THEN — METEMPSICOSIS


Klok'then o Iniciación de los jóvenes al secreto de los hombres.

Cuando el niño ha llegado a la edad de catorce a quince años (más o menos) y se cree capaz de conservar el secreto, entonces varios parientes varones, con los hombres más caracterizados de la tribu, antes de iniciarlo al Klok'then, es decir en el noviciado de la vida, lo sugetan a algunas pruebas, a las cuales el joven mostrándose resistente y valeroso, sin tener miedo a nada, le confían la revelación del misterio, pero con amenaza de muerte, si llegara a manifestar a mujer, aunque fuera a su madre y hermanas, el secreto conocido.

Ante de todo lo echan al bosque, obligándole a vivir solo, y procurándose su propio alimento, acostumbrándose a las penalidades de la vida.

Allí lo asustan con apariciones de varios espíritus, que son hombres disfrazados extrañaente, con gritos y vocerías espantosas. Lo amenazan con tizones encendidos y con golpes, más o menos, fuertes.

A todo esto, él debe manifestarse firme, impávido y bizarramente animoso.

Estas pruebas ordinariamente las hacen de verano, en que es más fácil la vida y puede durar de dos a tres meses.

Cuando en fin probado de tal modo, sin que nunca se haya quejado ni acobardado, entonces lo admiten definitivamente en su compañía, declarándole que todas aquellas apariciones, griterías, etc., etc., no eran más que engaños y supercherías; que esos espíritus no existían y que tan solo eran imaginarios para asustar a las mujeres y a los niños, e impedir que saliesen de noche, por el peligro de ser robados y maltratados.


DOMINIO DE LAS MUJERES


Pero esto lo hacen más que todo para que entiendan que deben impedir que las mujeres vuelvan a tomar el predominio de antaño sobre los hombres: porque antiguamente, dice la Tradición, mandaban las Mujeres. Ellas eran que cazaban y pescaban, reservando para los Hombres las tareas de la casa y los oficios más humillantes y penosos.

Haberse ellos libertados de esa esclavitud, habiendo descubierto esos secretos y matado a todas las Mujeres que entonces había, menos las niñas, que aún no habían conocido el secreto.


METEMPSICOSIS


Al exterminio solo se escaparon cinco de las Mujeres Principales, de las cuales, una se echó en la mar para curarse de las quemaduras recibidas, subiendo después al Cielo, dónde se transformó en la Luna, la que aún hoy quiere vengarse, chupando la sangre de los niños chicos, cuando en la fase nueva, para crecer, se debe alimentar.

Otra Mujer se echó en una laguna, transformándose en un Pato blanco.

Una tercera se transformó en un Cisne; una cuarta en un Pato a vapor; y la quinta en una Perdiz. Desde ese tiempo empezaron a mandar los Hombres, reservándose para sí los oficios más nobles, como la Caza y la Pesca y el labrarse las armas y los útiles, que para estas ocupaciones les eran necesarios. Las Mujeres fueron condenadas a los trabajos más humildes y más molestos, cuales son el criar a los hijos, cuidar de las casas, de los enseres del hogar, hacer y desmontar las carpas, llevarlas dónde el marido diga, preparar la comida, estar a las órdenes del marido, obedecerle en todo, sin permitirse observación ninguna; ser en fine, más que Mujer y compañera, sierva y esclava.


MATRIMONIO


Koshén.— Cuando un Joven (de 15 a 20 años), quiere casarse, es decir, tomarse una compañera, siendo casadero, Kauviairn, entonces como Novio (Koshén) va entre los de su relación, casi nunca entre sus parientes próximos, a buscar la joven que le gusta y quiere hacerla su Esposa, (ésta ordinariamente entre los 10 a 15 años).

Encontrada, frecuenta su choza, se sienta a la puerta al lado del fuego, la mira y observa, considerándola en sus pormenores y después de haberle hablado a hurtadillas y entendidose mutuamente, le pide al Padre, quien al determinarse a dársela, le exige una cantidad de cururus, o guanacos u otros regalitos; siendo, por lo regular, preferido (caso de haber varios pretendientes) el que más ofreciere. Así lo hacen todos, pues todos se casan, no conociéndose ningún caso de célibe. Los recién casados, se llaman Viexein — (Esposos). La Poligamia es admitida. Muchos tienen dos mujeres y se llaman Sonpain — Bígamos; algunos tienen tres, entonces llamánse Saukepain; por lo ordinario, no tienen más que una se llaman Suspain.

Pain — quiere decir mujer casada. No se dió ningún caso de encontrar mujer casada con dos maridos.

Viexein — Esposos. Cuando los dos casaderos, Kauviairn, después de muchas visitas, han conseguido entenderse mutuamente y hechos los regalos de estilo a los padres, han obtenido juntarse, entonces son esposos, (Viexein). Están reconocidos como casados. El marido si ya tiene su casa (Kau), allí se la lleva; y desde este punto empieza su nueva vida marital.

NACIMIENTO — PRIMEROS CUIDADOS


Cuando después de algun tiempo, la Providencia les mande una criatura, apenas salido a la luz, la limpian cuidadosamente con pasto blando, la soban, (M' hátejen) los huesos, la frotan con tierra blanca (greda), haiterr'sol, luego la fajan, Eichern, con cueros blandos de guanaquito, amarrándolo con Mohina, atadura de tendones, al Tahal, que es una especie de parihuela, que les sirve de cuna para el recién nacido. Sobre de esta cuna o parihuela la pobre criatura tendrá que estar largas horas, cuando la madre por sus quehaceres de familia no podrá atenderla.

Después le ciñen el frontal; Kojin— Que si es de guanaco lo llaman Kocherl; si es de pájaro, Aspir; y si es de piel de cururu, Ap'n; este es más blandito.

Este Kojin lo dejan sobre la frente del niño por una luna. En lugar de bañar la criatura se baña la madre.

Ordinariamente usan Partera, Cheyon-jon o Hewas-cheyon-Kama. Mas a veces, por sí solas, andan para alumbrar atrás o a dentro de un matorral en el bosque.

La mujer que salió de cuidado, por un mes no come carne, pero sí solo grasa de pájaro y de cuero asado de cururus, raíces de achicoria silvestre - 'hoiten, tampoco come pescado ninguno, pero si toda clase de marisco.


NOMBRE


Yo. No dan nombre al neonato sino después de dos años, o veinte y cuatro Lunas, más o menos. Es el padre que se lo da, sacándolo, por lo regular, de algún defecto de la criatura, por ej.: Osl-kamkl = Ñato o de nariz chata; Al-tapl = pelo crespo; Kat-too = barrigón. Kotis = pierna endeble, corta; Al-arken = pelo nada, calvo. La madre cuida al niño con esmero y mucho cariño, dándole la leche por un tiempo indeterminado. A veces sigue amamantando la primera, que ya tiene varios años, cuando está ya de cuidado por otra y sigue hasta que no alumbre la segunda, la que dispensará su leche, destetando la primera.

De modo que sucede a menudo que una criatura toma la leche de la madre hasta los cinco o seis años, cuando ningún otro niño subentró a qutárselo.


CAPITULO III.
MODO EXTRAÑO Y RIDÍCULO DE CURAR ENFERMOS

Extraño, ridículo y a la vez cruel también, cuando no funesto, es el modo que tienen sus doctores (brujos) de curar a los enfermos.

He aquí; se presenta al Jon (doctor), un enfermo y se queja que le duele el vientre por ej. Kuákitan, dice el doliente al doctor. ¿Khispy? ¿adónde? le pregunta el doctor. Naim acá, contesta, señalando el vientre. Entonces el doctor empieza a pasarle la mano abierta sobre la parte dolorida, blandamente primero, repitiendo las fricciones, las que va haciendo más fuerte, hasta enrojecer bien el pellejo, haciendo ademán de arrancar con el cóncavo de las manos, un algo invisible, que echa al suelo, escupiéndole y pisando con rabia y pronunciando con desprecio voces ininteligibles. Son verdaderos conjuros o exorcismos, dando al mismo tiempo, varias vueltas al rededor del paciente, sacudiendo la capa, como quien ahuyenta un ser que nadie vé. Operación que repite varias veces, de seguida, hasta cansar a si, no menos que al paciente. Si al día siguiente no ha mejorado, repite esas operaciones; y luego hace acostar al enfermo boca arriba, empieza a frotarlo desde lo blando, hasta lo más fuerte y con los puños cerrados y si con todo eso no hay mejoría, pone en juego también las rodillas.

Figúrense los ayes: los ñeks que emite el pobre paciente durante semejantes curas... Y ¿con qué efecto? Siendo por lo ordinario estos dolores de vientre, producidos por indigestiones, ese masaje repetido hasta, como se dijo, el cansancio, unido a rigurosa dieta y descanso indeterminado, produce efecto saludable, sana el enfermo si se ha curado en tiempo, es fuerte de complexión, tanto más si es joven. Pero si el enfermo es viejo, endeble, de enfermedad avanzada, después de algunos días de esas curaciones, viéndolas inútiles, y empeorando más y más, sin esperanzas de mejoría,entonces se viene al expediente extremo de la compasión.


KOOTCHEN o SOFOCACIÓN


Este consiste en poner dos dedos (el pulgar y el índice) en el cuello del enfermo desahuciado, apretarlo fuertemente hasta sofocarlo. Este llaman expediente de compasión, porque realmente, según ellos, que ya no tienen esperanzas, creen hacer un bien al paciente, ahorrarle ulteriores y más largos sufrimientos.

Estaba el viejo Abuelo muy gravemente enfermo de pulmonía y nosotros, habiéndo alcanzado con mucho esfuerzo que desde la tolderia de los Indios, lo trajesen a una de las casitas que le habíamos preparado, lo cuidábamos de día y noche con las atenciones que nos eran posibles.


OFICIO CRUELMENTE PIADOSO


Cuando pasados unos días que estaba allí, empeorando siempre más y sufriendo inmensamente, aun que no ofreciera todavía síntomas de próximo desenlace fatal, el segundo de sus hijos (mozo de unos 18 a 20 años) viéndolo así, y aprovechando de un momento que lo habíamos dejado, para abreviarle el sufrir, aprestóse a la cruel operación, ya le había puesto los dos dedos (pulgar e índice) en la garganta y listo para ponerle la rodilla derecha sobre el estómago, cuando, como quiso el Buen Dios, vuelto yo apresuradamente, lo encuentro in fraganti! Alto tú, le grito, qué estás haciendo bárbaro, matas a tu padre!...

No es para decirlo, como quedaría el desdichado viéndose sorprendido, dejó en el acto y se escapó.

Vivió todavía tres días, durante los cuales, preparándolo, como mejor nos fué posible, le administramos el Santo Bautismo, llamándolo José Abuelo.


PRIMERA SEPULTURA CRISTIANA ENTRE LOS ONAS


Fallecido que hubo, Vlech, nos fué menester no abandonarlo, sino velarlo aquella noche, porque, según acostumbran los Indios, apenas ha fallecido uno, lo envuelven (Eccherr) con sus capas y lo atan con sus lazos y lo llevan a enterrar, ordinariamente en un valle, o a los pies de un monte, cavan una fosa de un metro casi de profundidad, para esconderlo y defenderlo de la voracidad de los perros y de los zorros. Entre tanto el Hermano Carpintero hizo el ataud y al día siguiente, encajonado el difunto, presentes sus hijos, Pablo el primero y Sebastián el segundo, (aquel que se había prestado para aplicarle el nefando servicio de estrangularlo), le cantamos las exequias, y luego procesionalmente lo hice llevar por los mismos y con otros dos, acompañándolo todos los demás Indios con religiosa observancia, al sepulcro que de antemano habíamos hecho preparar. Esta fué la primera sepultura de Indios Cristianos.

El finado, entre los suyos había sido Capitán y se llamaba Tron—niah. Hombre de alta y bien formada estatura., a la fecha rayaba entre los 75 y 80 años de edad, llevaba el distintivo de Capitán, la capa de zorro, el wuash-sor, con lo que fué envuelto y sepultado.

Es costumbre de estos Indios que apenas uno ha muerto y llevado a la sepultura, quemarle la casa y todo cuanto le había pertenecido, lo que sabiendo nosotros tratamos de impedir que incendiasen la choza en que había muerto, lo que en efecto habían tentado hacer, sólo sí, se les permitió quemasen los trastos que le habían pertenecido.

La cruel y execranda operación del Kootchen, es ordinariamente el Joon, que la ordena, y por lo regular, el que la cumple.


SEPULTURA


Apenas espirado (Jojen) uno, lo envuelven (Eiccher) en su capa (toul-sor) si es de guanaco, o (wuash-sor) si es de zorro, (la que es distintivo del capitán, como la de Tronniah), atándolo de pies a cabeza con lazos, luego dos hombres lo llevan al pie de un cerro y cavando una fosa como de un metro de profundidad lo entierran boca abajo.

La privación de la sepultura es tenida con gran desprecio, lo que vimos hecho con una pobre anciana, creída una bruja, y habiéndola encontrado nosotros, la sepultamos (Wuiwakentohotl) su cadáver.

Pocos días antes en la toldería, de la que habíamos traído el viejo Tron-nïah, un padre había prestado el abominable y nada piadoso oficio de ahogar un hijito suyo de tres a cuatro años de edad, por que, afectado de una tos maligna que de algunos días lo atormentaba horriblemente, amenazando estrángularlo por momento. Lo habíamos visto pocos minutos antes ese niñito, lleno de vida y muy lindo, nos habíamos propuesto bautizarlo pronto y hasta le habíamos dado el nombre, llamándole Marcelino, abrigando la esperanza que el padre nos lo habría entregado para educarlo. Al momento de dejarlo, diciéndole que ibamos a casa, distante unos docientos metros, para buscarle un remedio, y, que nos esperara, pues no tardaríamos en volver, él (el padre) se había demostrado contento. Mas: ¡Oh, desdicha! En la breve ausencia, habiéndole dado uno de esos trances, que lo había dejado horrendamente amoratado y poco menos que concluido, el desoladísimo padre, no pudiendo ya sufrir de verlo padecer tanto, ya creyendo aliviarlo y quitarle esa horrible pena, le ponde dos dedos en la garganta y tanto lo apretó, que lo ahogó, espirando en sus brazos. Después de esa trágica escena, el infeliz padre, ciego de dolor, agarra el exánime cuerpecito y se huye a toda carrera.

Cuando llegamos nosotros, ya estaba muy lejos, había ido a sepultarle. ¡Cual sentimiento tuviéramos! Quién lo pudiera decir!... Pues la tos es sanable.


UNAS PREGUNTAS


¿Adónde va uno cuando muere? Preguntamos yo el Hno. Fernando al Indio Matías (Checher) luego a Tobías (Tarun-kante) y a otros separadamente y más tardes juntos. R. No se nada (Yataixon.) — Entonces, añadimos, porque cuando morir uno, llorar mucho? Koneswa? Oljenkar? R. Wirikaken — querer mucho. Preguntados varias veces separada y juntamente varios individuos si tenían alguna idea del Ser Supremo, de Dios? R. Risowen — Nada. El muerto adónde va? R. Tierra nomás. Wiwaken Sepultar.

Nada sabían; todo esto lo ignoraban completamente, porque antes que llegásemos nosotros los Misioneros, nadie nunca les había hablado de estas cosas.


CAPITULO IV.
ANTROPOFAGISMO

Algunos Viajeros han llamado Antropófagos a los Fueguinos, escribiendo las impresiones de sus viajes. Entre los más célebres, son, sin duda, Fitz-Roy y Darwin, que estuvieron por allí a principio del siglo pasado (1826-30). Este último, en modo particular, materialista declarado, para probar su aserción que el hombre proviene del mono Orangután, por una serie indeterminada de perfeccionamientos, alega haber vistoen Fueguía (Tierra del Fuego) hombres peludos, que aún les quedaba parte de la cola. [4]

Qué estos, dice Darwin [5] agarran a los malogrados náufragos, que tuvieron las desdicha de caer en sus playas, y después de haberse cruelmente divertido en hacerles sufrir tormentos indecibles, los descuartizan, los asan sobre brazos ardientes y se los comen. Esto, dijo él, sin tener otra prueba que la de una joven fueguina, la que afirmaba, según dijo él, que en caso de carestía, la viejas venían sacrificadas y comidas. Estas fábulas de Antropofagismo, fueron escritas y creídas como verdades de fé. Y qué consecuencia!


ANECDOTA


En 1887 habiendo también sido náufrago del vapor Magallanes, no en las costas de la Fueguía, sino en la Patagonia; en el Mercurio, vapor, que enviado por el Gobierno, había venido a recogernos, después de treinta y seis días de espera, en Puerto Deseado, para llevarnos cada uno a su destino, podíamos verla y ponderar la enormidad de esta cruel creencia de Antropofagismo fueguino. Pasado a Río Gallegos para dejar algunos de los Náufragos, tocado Punta Arenas de Magallanes, para la provisión de víveres frescos, y seguido por los canales de la Magdalena y de Breknok, hasta Ushuaia, Capital de la Tierra del Fuego, para dejar allí al Gobernador de ese Territorio, salimos por el lado Este del canal de Beagle, para recorrer luego la Isla de los Estados y llevar provisiones a aquel Presidio.

Pues bien al enfrentar la Punta S. Antonio de esa Isla, se nos presentaron a la vista grandes humaredas en dicha Punta, como señal, que se nos hacía, de socorro. En consecuencia paró el vapor, y destacado un bote salva-vidas, el Capitán mandó a ver allí lo que ocurría.

¡Qué horrible a decirse! Aún ahora, después de tantos años, se me estremecen los miembros al pensarlo. Llegados allí después de titánicos esfuerzos, rugía estruendosamente la mar, rompiéndose furiosamente sus olas al chocarse entre esas rocas y peñascos, que cuales centinelas avanzadas, guardan y privan acercarse a esa Isla. Pero en fin, esos audaces, verdaderos lobos de mar, vencieron esas resistencias y llegados cerca de esa playa, uno a uno, amarrándolos pudieron embarcar a unos veinte y tres individuos, de los cuales algunos habían naufragado allí mismo, estrellándose contra esas peñas su pobre barco; mas otros habían naufragado en Cabo S. Diego, Punta extrema E. de la Tierra del Fuego. estos, que eran Noruegos, apenas pudieron reponerse del susto sufrido y tuvieron comodidad de reflexionar y conocieron ser las costas fueguinas, las que pisaban, se estremecieron de espanto al recordar lo que habían leido en relaciones de viajeros, sobre los habitantes de la Tierra del Fuego, es decir, que eran bárbaros y caníbales: los acometió un miedo espantoso de ser atacados por esos, en el momento menos pensado. Así que puestos en la alternativa, o de ser devorados por esos salvajes, o tragados por las embravecidas olas, y por otro lado teniendo conocimiento de la estación de salvatajes, puesta a la extrema punta Noreste de la Isla de los Estados, que tenían en frente, aunque ya fatigados y mal trechos, mas no rendidos, confiados de encontrar socorro, después de calmada algún poco la mar, optaron por esta.

Por tanto volvieron a embarcarse sobre el único bote, que les había quedad y mediante ciclópeos esfuerzos, vencido el Canal de La Maire, ganaron la Punta de San Antonio de la Isla de los Estados. Vistos allí levantarse unos humos, a poca distancia unos de otros, cobraron ánimo, y, cuidando de evitar los escollos, de que está sembrada esa playa, vira y derriba, por fin, se arrimaron y ganaron tierra.

Mas ¿cuál no fué su maravilla, cuando en esos individuo, en que esperaban hallar sus salvadores, no encontraron que otros infelices, náufragos ellos también!?

Pero como la compasión para con sus semejantes es una virtud innata en el corazón humano, si otra cosa no puede, alivia cuando menos y hasta aminora las humanas dolencias; así al verse y encontrarse afectos de la misma desgracia, se consolaron, compadeciéndose mutuamente. Descansaron allí algunos días tranquilos ya y seguros de los Caníbales, por que se hallaban en medio de civilizados, aunque también naúfragos.

Estos eran Ingleses, en número de veinte y tres, sólo siete se habían perdido, y entre esos su Capitán, tripulación de una fragata con cargamento de fierro para S. Francisco de California, que una deshecha tempestad había echado a estrellarse entre esos escollos.

Aquellos naúfragos en Cabo San Diego, Tierra del Fuego, de la cual escaparon por miedbío de los antropófagos fueguinos, eran Noruegos.

Y aquí ¡ay! que episodios conmovedores tuvimos que oir. Cuando el Mercurio llegó a su vista, eran cincuenta días que allí estaban penando. Se habían formado abrigos con los residuos de su barco, con varias tablas y maderas recogidas en la playa; en la playa habían podido salvar algunos víveres secos, además pescaban, mariscaban, cazaban, en fin vivían como mejor podían.

Al agregárseles los el cabo San Diego, que eran nueve, su número había crecido hasta treinta dos, además tenían un bote. Por lo que determinado de ir en busca de la estación de salvataje, se embarcaron después de algún descanso, nueve marinos, de los que cinco ingleses y los restantes noruegos, y salieron con rumbo Este costeando la Isla. De ellos no se supo más nada; probablemente e vueltos en una de esas ráfagas remolinos, frecuentes en esos parajes, los habría hecho estrellar entre esas piedras y habrían perecido. Los demás hallados en la Punta San Antonio, a nuestro paso el 15 de Agosto de 1887, descubiertos por los humos, el Mercurio los recogió y llevó a Buenos Aires. ¡Qué de cuentos terroríficos nos narraron, cuando llegados abordo y repuestos del penoso trasbordo, se vieron finalmente seguros, pisando firmes! Entre muchos cuentos nos narraron que al estrellarse su barco sobre esas peñas, siendo de noche la más oscura, se vieron de repente sumidos en la más profunda angustia, pues al rudo choque, se descoyuntó y deshizo, abriéndose enteramente con indecible estruendo y sin poder ya proveer a reparos de ninguna clase y aun más, al peso de sus 400 toneladas de carbón y fierro, se hundió.

Allí mismo algunos de los 30 marineros encontraron la muerte, otros echados a nadar a la aventura, ayudado por unos barriles y tablas halladas, llegaron, después de inenarrables sufrimientos, a ganar la costa.

De tres se cuenta que subidos, uno en pos de otro, hasta la cima del palo mayor y allí quedaron fuertemente asidos durante muchas horas, hasta que, calmada la borrasca, bajados, ganaron la playa, nadando. De esos horribles suplicios en gran parte, lo menos, se los habrían ahorrado, sino era por la abominable creencia, que de esas terroríficas relaciones escritas sobre Antropofagismo Fueguino leyeron, quizás, poco antes, esos desgraciados.

Estando yo en Ushuaia, oí también esta otra historia, contada por los Yahganes, que unos hombres (o espíritus) misteriosos y salvajes, vienen de las Islas del O. enemigos suyos (Onalapaton) en ciertas épocas del año, se esconden atrás de sus chozas y de noche, cuando ellos duermen, entran, los matan y se los comen. Estos serían los Alakalufes, de los cuales empero son acérrimos enemigos. Los Alakalufes (habitantes de los canales e Islas del Oeste) que los Onas llaman Chaskels, los tienen también por enemigos, les profesan odio acérrimo teniéndolos por antropófagos. Mas esta historia no tiene apoyo en ningun hecho, históricamente conocido, de modo que no pasa de ser otro, que un juego de imaginación asustada para inspirarse mayor odio contra ellos.

Es tan falso que hayan comido la carne de sus viejas, ni tampoco de sus enemigos, que por el contrario tienen un horror tan grande al antropofagismo, que más bien se habrían dejado morir de hambre. Nosotros tuvimos en la Misión varias ocasiones de preguntárselo, mas ellos se mostraron siempre horrorizados de crimen semejante y protestaron que nunca habían oído a sus viejos hablar de esto; lo que sí ellos como los Jahganes lo achacaban a los Chaskels.

Por el contrario sabemos que los Onas han sido, como sus pro-genitores del Norte del Estrecho, los Thehuelches, bastante hospitalarios, y estoy bien seguro, que si estós pobres náufragos noruegos en playa fueguin, se hubiesen encontrado con los Onas, no sólo, no habrían tenido que sufrir daño alguno, sino que estos compadeciéndose de ellos, los habrían ayudado, socorrido, como cuenta la historia, lo hicieron los Thehuelches con los marinos de Magallanes, abandonados en el río último de la Patagonia, que de ellos se llamó Río Gallegos.


CAPÍTULO V
VIAJEROS ILUSTRES QUE VISITARON LA TIERRA DEL FUEGO


Después de descubierta la Tierra del Fuego, el 1°. de Noviembre de 1520, por D. Fernando de Magallanes, en circunstancia, en que por orden del Rey de España, iba en busca del deseado Estrecho, que le diera paso para llegar hasta las Indias Orientales, visitaron aquélla Tierra los viajeros siguientes:

1°.—Fray García Jofré de Loaysa, en Abril de 1526.
2°.—El célebre Sebastián Cabot, por el mismo año de 1526.
3°.—Simón de Alcayaba, Enero de 1535.
4°.—Alonso de Camargo, Enero de 1540.
5°.—Juan Ladrillero, Noviembre de 1557.
6°.—Francisco Drake, Agosto 20 de 1558.
7°. y 8°.—Pedro Sarmiento de Gamboa, Enero de 1579 y en 1584.
9°.—Tomás Cavendish, en 1587.
10°.—Andrés Mewick, Enero de 1590.
11°. y 12°.—T. Cavendish y Juan Davis, 18 de Agosto de 1592.
13°.—Ricardo Haukins, 19 de Febrero de 1594.
14°.—Simón de Cordes, 6 de Abril de 1599.
15°. y 16°.—Sebald de Wert y Olivier Van Noort, 22 de Noviembre de 1599.

En el siglo siguiente la vieron

17°. y 18°.—Lemaire y Schönten, Abril de 1615.
19°. y 20°.— Los dos hermanos Bartolo y Gonzalo García Nodal, Febrero de 1619.
21°.—Santiago L'Hermite, en 1623.
22°.—Juan Narborough, 22 de Octubre de 1670.
23°.—Juan Strong, 12 de Febrero de 1690.
24°.—De Genners, 13 de Febrero de 1696.
25°.—Beauchesne Gonin, 24 de Junio de 1699.

En el siglo XVIII:

26°.—Woodes Roggers, en 1708.
27°. y 28°.—Frezier en 1712 y Roggewin en 1721.
29°. y 30°.—Ansonen 1741 y Juan Byronen 1764.
31°. y 32°.—Carteret Felipe, Bougainville en 1766 y 1767.
33°. y 34°.—El Capitán Kook en 1774 y Antonio de Córdoba en 1786.

Pero todos estos viajeros, apenas dejaron constancia en sus relaciones de viajes de haber pasado por allí, nombrándola. En el siglo pasado, viajaron por la Tierra del Fuego, los siguientes personajes:

35°. y 36°.—Los Capitanes Weddelly Córdoba, 1822.
37°. y 38°.—Ross en el año 1825 y Mac-Donald en 1826-27.
39°., 40°., 41°. y 42°.—Kink, Stokes, Fitz-Roy y el naturalista Darwin, que por los primeros estudiaron y dejaron algo escrito de esa Tierra, tocando en sus costas marítimas y hablando tan solo y poco de los Jahgan. 1826-30.
43°., 44°. y 45°.—Vienen después: Dumont d'Urville y Jacquinot, 1838, y Wilkes en 1839.
46°. y 47°.—Visitaron y allí establecieron la Misión Inglesa en Bahía Ponsonby de la Isla Hoste, Ushuaia, en 1855-56, el Reverendo Allen-Gardnier, y después de éste el Reverendo Tomás Bridges, 1859-1886.
48°. y 49°.—Parker Snon, 1855 y De Rochas en 1856-59.
50°., 51°. y 52°.—Giglioli, 1867;Cunningham, 1866-69, y la Señora de Brassey en 1876.
53°. y 54°.—Visitaron también la Tierra del Fuego con la Expedición Italo Argentina, el teniente Giacomo Bove y el naturalista Dr. Domenico Lovisato, quienes naufragaron con la goleta «María López» en el Cabo San Diego, lo que salvos del naufragio, volviendo, pasaron por el Río Negro, en donde los vimos y hablamos en el año 1882.
55°. y 56°.— Los Dres. P. Hyades y J. Deniker, jefes de la Mission Scientifique Française au Cab Horn en 1881-82, que escribieron, recopilando lo que hasta aquí se había dicho por los viajeros anteriores sobre los Fueguinos Jahgan y dando importantes detalles, no tan sólo de los Indígenas observados, sino también describiendo con notable interés la Fauna y la Flora del extremo Sur de la gran Isla.
Obra esta de mucha importancia, de la que me he servido y que bien merece ser consultada.
Es de sentirse que ninguno de tantos viajeros, que en el largo plazo de más de tres siglos, desde su descubrimiento, que por allí pasaron, no se haya animado a trasponer los dinteles y penetrar en esta misteriosa Tierra, para descubrirnos alguno de los secretos que entierra. Nadie, ni el mismo Rev. Señor Tomás Bridges, que como Pastor de la Misión Inglesa, entre los Jahganes, había residido en Ushuaia por más de treinta años, supo decirnos de los Onas, Indígenas propios de esta Tierra, sino que eran unos Salvajes sin conocimiento de su propio ser, de su procedencia, de su fin, de su alma, en fin poco menos que unos automas, cuyo lenguaje, dice, es tan duro y difícil, que al que lo oye, le da la idea de uno que se esfuerce en echar fuera sonidos extraños, para exitar la atención y el atudrimiento de los oyentes. (Extractado de una Conferencia del Rdo Tomás Bridges dada en Buenos Aires, en 1886).
El capitán Kock hablando de la lengua Ona, decía que era semejante a los ruídos de uno que gargariza con esfuerzo. Los Señores Hyades y Deniker, nos dicen que la lengua Ona se asemeja al cloquear de una gallina clueca: Comme le gloussement d'une poule (Véase obra citada pág. 264).
Y por allí más o menos va lo que respecto a los Onas nos dicen: Giacomo Bove y Domenico Lovisato.
57°.— Visitó lo Tierra del Fuego en 1883—86, con fines de lucro, el ingeniro de minas, D. Julio Popper. Establecido en el Páramo, (al norte de la Bahía de San Sebastián), dicen que juntó mucho oro en pepitas (créese hasta 36 kilógramos). Prueba de ello es que corrió una moneda de oro del valor de una libra esterlina, con las efigies de un Indio y de un guanaco.
58°.— La Expedición Lista (Argentina) en el año 1886 por los meses de Noviembre y Diciembre. Formaban parte de ella el Sr. Ramón Lista, Oficial Mayor del Ministerio del Interior, que la encabezaba; el Capitán D. José Manzano al mando de una compañía de soldados de línea; el Médico Cirujano Dr. Polidoro Seggers y el Misionero Monseñor José Fagnano.
El desembarco de esta Expedición se efectuó a fines de Noviembre de 1886, en la Bahía San Sebastián, que los expedicionarios cruzaron la Tierra del Fuego, en todas direcciones, reconociéndola mejor que todos los anteriores. El señor Lista escribió sobre esta Expedición un extenso relato, que leyó en el Instituto Geográfico Argentino, llamándola: El País de los Onas. Fué en esa circunstancia que Monseñor Fagnano internándose entre los montes descubrió un gran Lago llamado por los Indios Kakenchow (Agua Grande), que al año después los Señores Ed. O'Connor y Vicente Montes, oficiales de la armada Argentina, denominaron con el nombre del descubridos: Lago Fagnano.
59°.— Al año siguiente, 1887, la visitaron los supérstites del naufragado vapor «Magallanes» transporte argentino, del cual hacía parte como Capellán, el Autor de esta Obra, quien en esta ocasión pudo conocer la Misión Inglesa, a lo qe había sido galantemente invitado por su Pastor, el Rdo. Señor Laurence. Entre otros el Capitán D. Féliz Paz, Gobernador de la Tierra del Fuego, el Dr. Polidoro Seggers, y el Capitán Pbro. J. M. Beauvoir, salvaron las tripulaciones de dos buques naufragados, en Cabo San Diego uno, y otro en la Punta estrema Noroeste de la Isla de los Estados.
Sin embargo todos esos viajeros, bien poco o nada dijeron de los Onas, de sus orígenes, usos y costumbres, y menos de su Lengua. Tópico éste que debía ser el argumento y el anhelo puesto al cuidado de los Misioneros Salesianos. Lo que en realidad fué el estudio paulatino, pero constante, desde que en 1892 visitamos esta Tierra, y cuando en fin, a ella fuimos enviados (1893) para dar comienzo a esta Misión en Río Grande, en medio de los mismo Fueguinos — Onas o Shelknam.
60°.—Por último, 1895, visitó la Tierra del Fuego la Expedición Sueca, cuyo objeto principal era estudiar la Flora y Fauna de esta Región para formar un Cuadro de Comparación entre esta latitud y la de Suecia y Noruega su País. Era su Jefe el ilustre Dr. D. Otto Nordienjiöld, Profesor en la Universidad de Upsala (Suecia).

CAPÍTULO VI.
MISIONES EN TIERRA DEL FUEGO


En el año 1856, los Protestantes daban principio a una Misión entre los Indigenas Fueguinos Yahgan, primero en el fondo de la Bahía Aguirre, al Sur de Tierra del Fuego, en el Canal de Beagle, pero tuvieron que mandarse mudar de allí pronto y pasar a la Isla Picton, la cual también abandonaron para irse a establecer en otro punto (Ponsonby). Finalmente fijaron en residencia en la Península Usshuaia, en la mejor y la más pintoresta posición del canal de Beagle, teniendo al Sur la Isla Navarino. Allí, dicen, alcanzaron a reunir hasta quinientos Indios, aunque no todos simultaneamente estables; cosa bien propia, considerando la naturaleza de esos individuos instables y substancialmente nómades.

Esta Misión se componía casi exclusivamente de Indígenas Yahgan, que allí concurrían de ambas costas del Canal, y de todas las Islas del Sur, buscados y atraídos por los Misioneros Anglicanos, que los vestían, sustentaban e instruían, enseñándoles la Religión Cristiana y la Educación Social.

Muchos de ellos aprendieron el Inglés, alcanzando a hablarlo discretamente; algunos aprendieron un oficio y no pocos salieron diestros marinos. En efecto, La goleta Alen-Gárdener, que hacía viajes periódicos desde las Islas Malvinas a la Misión, era tripulada, casi en su totalidad, por marineros Fueguinos.

Pero llegó también para la Misión un tiempo aciago en que una pestilencia mortífera le arrebató centenares de Neófitos, de modo que los supérstites, asustados de esto. se alejaron poco a poco, abandonando la Misión, para no volver sino raramente, y esto, tan solo para cambiar sus pieles (de nutria o de lobo) por víveres o vestuario, y alejarse nuevamente.

Habíanle cobrado tanto miedo y horror, que la llamaban «Cementario los Yahgan».

Otro golpe recibía la Misión Protestante en Usshuaia, cuando el Gobierno Argentino en 1885, hizo de la Tierra del Fuego, una Gobernación y ponía allí, el asiento del Gobernador con todas sus dependencias. Lo que le causó tanto estorbo, que pocos años después tuvo que cambiarse otra vez y buscando su tranquilidad, fué a establecerse en Tekenika, bahía situada al Sur de la península Pasteur, en la Isla Hoste. al S. O. de Navarino, paraje en que aun actualmente reside.


I. MISIÓN SALESIANA EN LA ISLA DE DAWSON (ARCHIPIÉLAGO)


A mediados del año 1887 Mons. José Fagnano llegado a Magallanes y establecido en Puntarenas con el Sac. Salesiano Antonio Ferrero y con el Acólito Fortunato Griffa, y un Hermano, fundaba allí, la primera Casa Salesiana, (que por su posición estratégica), debía ser la cabecera de todas las Casas Misiones, que debíanse fundar allende y aquende el Estrecho de Magallanes.

En efecto, a principio de 1888, abre en Dawson, isla del Archipiélago Fueguino a 50 kilómetros de Punta Arenas, la primera Residencia de Indios, cuyo primer núcleo fué de Alakaluf. que por allí andaban vagando. Habían pasado 30 años desde que los Protestantes Anglicanos habían establecido la suya en Ushuaia, entre los Yahgan (en 1858).

La Isla de Dawson llamada por los Onas Tohor ú Arská (Tierra lejana) está situada en el medio mismo del Estrecho de Magallanes entre la península Brunswick al N. O. al Sur la península Fitz—Roy, Est. la bahía del Almirantazgo y al E. y N. la bahía Inútil. Toda la isla Dawson mide 133.000 H. cuad. y está poblada en en mayor parte por forestas vírgenes. El Gobierno Chileno del Pres. José Manuel Balmaceda la había concedido a los Misionarios Salesianos por veinte años (1890—1910).

La Misión de Dawson, corrió peligro de ser sofocada en la sangre de sus primeros Misioneros, desde el principio, por la rebelión encabezada por el capitán Antonio, si no fuera la Misericordia de Dios, que frustraba, casi milagrosamente, el perverso e infernal proyecto. Siguió después floreciendo y haciendo mucho bien a esos Fueguinos por 24 años, hasta el 1912, año en que la Isla de Dawson fué devuelta al Gobierno Chileno, que la vendía a na Sociedad Explotadora.


II. MISIÓN SALESIANA EN RÍO GRANDE


En fin, el año 1893, en el mes de Febrero, una expedición Salesiana, compuesta por Mons. Fagnano, que la encabeza, por el Misionero Sac. José M. Beauvoir, por dos hermanos Salesianos y por tres peones, salida de Dawson, cruzada esa gran Bahía, desembarca en la punta del Almirantazgo, cruza y visita la Tierra del Fuego de Poniente a Levante, trepando montes, vadeando ríos, y doblando lagunas, atravesando valles inmensos, verdes praderas, hasta llegar a la boca del Río Grande. en busca de un paraje, que adoptó para el establecimiento de una gran Misión, que luego se abriría.

La Expedición duró, poco más de dos meses, sin otro percance que la amenaza de un flechamiento en la persona del que esto escribe, que felizmente y con la mayor sangre fría fué sostenido y vencido por la gracia del Buen Dios.

Tres meses después se acometia la empresa magna de la gran Misión, que si bien, tuvo no pocos bemoles, pero en fin, allanadas todas las dificultades, realizó efectivamente su establecimiento, poniendo primero su residencia sobre dicho Río Grande, en la costa Norte, a cinco Kms. de su desembocadura en el Atlántico.

En el día 11 de Noviembre de 1893, Fiesta del Patrocinio de María Santisima.

Primero, dije, porque al año siguiente se trasladó más al Norte y de allí, después de incendiada, fué llevada al Río Chico, en dónde queda aún desde diez y seis años.

Fundada la Misión Salesiana, en la grande Isla, con razón dicha Tierra por su considerable extensión, ceso de ser el ominoso espantajo de los Civilizados, que, dada la creencia, por novelas románticas formada y esparcida fatalmente por doquiera, que Fueguino en sinónimo de Caníbales y Antropófagos, y el pisar ese suelo era exponerse a ser pasto macabro de esos Indígenas.

Si, por suerte ese tiempo de Antaño, había concluído.

El célebre Doctor Otto Nordiensjiöld, jefe de la Expedición Sueca, con sus cuatro ayudantes, fueron nuestros amables huéspedes, por todo el tiempo que duraron sus estudios sobre la flora y fauna fueguina. Estadía que el sabio eminente recordó en sus múltiples conferencias, tenida en varias Academias. Ahí recibieron franca hospitalidad, los Jefes y Comisarios de Policía, que por varios años casi mensualmente acudían allí, para descansar de sus correrías.

Allí se hospedó la Comisión Argentina de Límites Internacionales con todos sus empleados; y bien grata nos fué la compañía que nos hicieron sus Jefes el Sr. Capitán José Moneta primero, y después el Sr. Coronel Juan de Dios Martín ambos distinguidos Oficiales de la Armada Nacional.

Ushuaia, capital de la Tierra del Fuego, sobre el canal de Beagle, vista desde la península de la Misión.
El monto que se ve al fondo sobre Ushuaia es el Monte Uliwaín.

CAPÍTULO VII.
RELIGIÓN DE LOS ONAS


Objeto de nuestras atenciones fué el estudio de la Religión de los Onas, no apenas nos fué dado ponernos en relación con ellos (1892); relación que vino haciéndose más íntima con el trascurso del tiempo, tratándolos continuamente a la familiar y poco menos que si fueron niños de Colegio. Pues bien, en el trato contínuo y en el estudio que sin interrupción, hicimos, estando con ellos de día y de noche, pasando los meses y los años, siempre observándolos, nunca nos fué posible descubrir en ellos, sea en privado, sea en común, algún acto o dicho que pudiera interpretarse como exteriorización de sentimientos religiosos.

Nos sorprendía esto dolorosamente y hasta nos acometió la duda de si tendrían alguna Idea de la Divinidad. En efecto creemos inadmisible el conocimiento cualquiera de un Dios, sin sentirse obligado a prestarle algún obsequio.

De suerte que reflexionando como se podría probar cierto el axioma del filósofo griego Plutarco, que dijo: Ser más fácil hallar pueblos y tribus, sin casa, sin leyes y sin gobierno, que sin culto de la Divinidad; y el otro del romano Cicerón: No hay gente tan bárbara, ni salvaje que ignore que existe Dios, aunque no sepa cual sea el verdadero. — Nos encontramos con una dificultad insuperable e inhibidos de dar una contestación, que deseábamos fuera afirmativa.

¿Qué hacer más? ¿Qué decir?... De veras que el problema era bien peliagudo y preciso era tener un buen quilate de moderado criterio, para no desmandarse, como en realidad, estuvimos a punto de caer. Por cierto que llevados tan solo por las apariencias del tiempo y por circunstancias contingentes, que a menudo nos hacen proclives, y hasta precipitados en dar prematuramente nuestro juicio, habríamos caído. pero, volviendo a reflexionar, nos dijimos: — Es cierto, las observaciones hechas, no nos han dado el éxito que deseábamos, con todo, estas observaciones, cabe preguntarnos: —¿Habrán sido hechas en el modo, en el tiempo y en las circunstancias, y más que todo, con el criterio maduro, que el asunto requería?...¿No sería tal vez este culto prestado a la Divinidad por estos Indígenas, implícito en su modo de vivir, de pensar y hasta de hablar, no exteriorizado, porque no comprendidos?

Además, ¿Por qué no podríamos admitir como manifestación de este culto implícito, la creencia que han demostrado tener en los Espíritus malignos, como lo prueban sus brujos (Jon) en la cura de los enfermos? Si bien es cierto, que preguntados adónde iba el hombre cuando moría, haber respondido: A la tierra no más.— ¿Por qué llorarlo mucho, cuando muerto?...R. Porque haberlo querido mucho. También en las pruebas de las apariciones de los espíritus a que sujetan al joven Klok'then, después de haberlo experimentado capaz y de haberlo iniciado a la vida, para desvanecerle los sustos tenidos, le dicen ser nada aquellas apariciones, ser tan solo engaños, hechos por hombres enmascarados, a fin de probar su valor y si merecía ser admitido al secreto de los hombres. Esto, sin embargo, no quita que esos jóvenes mismos sigan creyendo en los espíritus. Prueba del que, cuando enferman, se presentan al Jon para que se los eche con los exorcismos, conformándose ellos espontáneos a las duras, y a veces crueles pruebas a que los sujeta. Es cierto no adoran nada, ni el Sol, prueba la respuesta dada, porque ponían siempre la puerta de su choza hacia el Oriente, que hizo creer fuera para adorar al astro del día, en su nacer; a lo que ellos, riendo, contestaron que era para gozar de sus rayos, apenas despuntados y para abrigarse del viento del Oeste más frio, molesto y más constante; ni a la Luna, de cuyo miedo supersticioso, que chupe la sangre de sus criaturas, cuando chicas (Luna nueva y creciente), para engordar y crecer; porqué se ríen a tal pregunta, aunque la conservan y fomentan en sus mujeres y así mismo se lo explican, para que no salgan de noche y se expongan al peligro de ser robadas.

Admiten la Trasmigración de las almas en otros seres animados e inanimados; p. ej.: que ciertos montes altos, antiguamente eran hombres grandes; que ciertos pájaros eran antes personas, y la misma Luna, que fué una de las Mujeres escapadas al Exterminio, cuando los Hombres, sublevados contra el Predominio de las Mujeres, se rebelaron matándolas a todas, salvándose ella y pocas otras. Ella era la principal, se escapó al cielo y es la Luna; otras se cambiaron en ganso, otra en gaviota, otra en pato, en lechuza, en murciélago, etc. El mismo Kwanip el héroe de la Mitología Ona, habiendo muerto la mujer de Chaskels, su hermana y preguntándola, después de algún tiempo, como se estaba en aquellos pagos de la otra vida; contestándole ella, que muy bien se hallaba. El entonces, cansado de vivir, pensó emigrar de este mundo y fué a habitar en el Cielo. Los Onas dicen que es aquella estrella colorada que se vé lucir centellando en las noches serenas. De lo que claro consta que creen en la Metempsicosis o sea en la Transmigración de un ser a otro, es decir admiten una vida de ultra tumba.

Ahora bien, con las reflexiones que anteceden, como se podrá poner en duda que los Onas tenían religión, o conocimiento de la Divinidad, aunque lejano y obscuro?... No será suficiente para atribuir a una Pueblo, por cuanto salvaje sea, una religión cualquiera, que éste crea en Espíritus Superiores al hombre y que estos puedan influir de algún modo sobre su destino y admitir, además de la presente, una vida futura?

Extraña por lo tanto sensiblemente la opinión que sobre este tópico dejó el Sr. Tomás Bridges, jefe de la Misión Anglicana de la Tierra del Fuego en la parte Sur y solo entre los Yahgan; he aquí sus palabras: El pasado de los onas les es incógnito, no menos que su porvenir; ellos no tienen esperanza, ni temor para después de esta vida; para ellos no hay Dios, ni bien, ni mal, ni Espíritus que temer, exepto algún fantasma, que les pueda dañar en esta vida; la muerte es el término de su existencia, no tienen idea ninguna de una vida espiritual, o del hombre, compuesto de una alma y de un cuerpo. (Conferencia tenida por el Sr. Tomás Bridges en Bs. As. en el Instituto Geográfico (1886). De este mismo sentido es el juicio que sobre el mismo tópico, dan de los Onas los Sres.: P. Hyades y Deniker, jefes de la Mission Scientifique Fran. çaise au Cap. Horn a página 253 dicen: (Nous les avons observé bien atentament a ce point de vue... et jamais nous n'avons pu saisir le moindre allusión a un culte quelconque, ni a une idee religieuse y más tarde lo confirmaron, diciendo: Nous l'avons vule Fuegiens, n'ont aucune idee du sentiment religieux... il s'agissait de gens qui n'avaient jamai adoré Rien. (Véase a página 385).

Pues bien, nosotros que como acabamos de decir, hemos estudiado este Tópico desde principio de Nuestra Misión, conviviendo entre esos mismos Indígenas, aun después de varios años de convivencia y de estudio contínuo, nunca nos atrevimos proferir juicios tan determinantes y precisos, como los hemos vistos pronunciar a estos Señores. ¡Qué temeridad! Nótese que, según consta el Sr. Tomás Bridges, muy poco había estado con los Onas, de los cuales profiere juicios tan decisivos, como afrentosos, apenas si los había visto y tratado alguna que otra vez, no había alcanzado a conocerlos, ni a entenderlos mucho menos.

Empero, cuan atrevida y precipitada haya sido la aserción del Señor Tomás Bridges, creo no haya quien no lo vea.

Permítame, sino que le pregunte: ¿Ha tenido Vd. noticias de los exorcismos practicados por los Jon Onas (como por los Yakmush Jahgan) para curar a los enfermos? Aún supuesto que los tuviera Vd, por una superchería de curanderos, como puede negar, que esos dolientes infelices, prestasen fe a esos Jon, quienes para curarlos entendieran echar esos Espíritus de los miembros doloridos? Si no creyesen ¿cómo sería posible admitir que ellos (los enfermos) se sugetasen espontáneos, dóciles y pacientemente sumisos a esas curas, pruebas largas de verdadero martirio, crueles y a veces de tan funesto desenlace?... Luego los Onas creen en los Espíritus malos, los temen y para ser librados de ellos se entregan a sus Jon

Que su pasado les sea incógnito, es también falso, sus tradiciones lo demuestran claramente (Véase Los Indios del Archipiélago Fueguino del Prof. Dr. Ant. Coiazzi, capítulo Mitos y Supersticiones). Allí a la leyenda del famoso Kuanip. Leyenda tan noble, que merecería ña rima lírica de su Tasso, o de un Ariosto, que la invertiera en versos épicos, para formar de ella la más sublime epopeya, que haya nunca existido. Y ¿qué no merece esa otra leyenda trágica del ominoso Exterminio de las mujeres, dominadoras de antaño, que acaba con la otra, no menos digna de ser cantada en propios ritmos, la Revelación del Misterio del Klok'then?...

Incógnito su porvenir?...

La Metempsícosis o sea la Transmigración de seres en otros, ¿no le dice nada?... Por ej.: La Mujer aquella (debía ser la Capitana General de la época y la Ilustre Doctora) que si bien vencida en la revuelta, no se rinde, si no que hallado modo de evadirse del Femineo Estrago y, purificada antes por el fuego, no menos que por el agua, da la escalada al Empíreo, para formar el Cielo su nocturno imperio, y dominar desde allí, soberanamente al mundo hasta que dure el tiempo. Esta es la Luna. Vedla allí, ostentando en las noches serenas su majestuosa pujanza, y de allí continuar su ira, cebándose en la sangre de sus odiados enemigos.

Para ellos (los Onas) no hay Dios, dice ¿Pero puede Vd. decirlo? Me parece que no. Es demasiado atrevida la proposición, es propasarse. Y sino ¿Conoce Vd. algo del rico Idioma?--- Pues los Shelknam, no Onas, que para ellos es un apodo, los Shelknam tienen brillante entre sus voces, el nombre — Shion — el estrellado Cielo, nueva patria de la gloriosa Luna y del fúlgido Sol, su esposo, no menos que del héroe Kuanip y de muchos Shelknam, que después de haber ilustrado su tierra, centellan ahora en el Cielo, hermoseando el firmamento.

Y si de la figura pasamos a la realidad, encontraría Vd. a no dudarlo, en la etimología de muchos nombres, una admirable filosofía, ¿qué digo? hasta la teología, la ciencia divina vería Vd. que no le es extraña. Por ej.: El nombre Jon y Jhown; de dónde tiene su derivación? No creemos estar lejos de lo cierto, o, a lo menos, en lo muy probable, hipotéticamente hablando, la que nos sugiera la idea. Estos Indígenas tienen, por su mimologismo y onomatopeya natural, una grande facilidad de forjarse nuevas palabras, según la necesidad se lo requiera. Pues bien, fundados ellos sobre la idea, que de la Divinidad les habíamos inspirado, se formaron el nombre de Dios con la voz Jowh'n, o Jhow'kon. Ser grande y de ahí Jhowkon-klal Hijo del Ser Grande, sin darse cuenta de ello, a nuestro parecer.


JEHOWA


Ahora bien, profundizando, o mejor dicho, escudriñando bien ese fondo obscuro de la misteriosa voz Jhow'n, creemos poderse deducir que ese nombre de Dios, a nuestro parecer, tan fácilmente forjado, no debe ser, otra cosa que el hombre de Jehowá. Nombre SS. que nadie podía pronunciar, sino el Sumo Sacerdote de los Hebreos, y eso, tan solo, en las más solemnes festividades del año.

Esta idea nos viene sugerida por la inducción, habiendo notado el fácil enmudecimiento de algunas vocales, y de la e especialmente, cuando van seguidas por otras vocales. En el caso nuestro, en Jehowá encontramos la vocal e, seguida por la h muda y la o vocal fuerte. Esta produce realmente el enmudecimiento de la e que precede y hace pronunciar fuerte la aspirada ho, pronunciándola con la J o Jhow y la mutilación de la vocal a final, puede haberse producido con el pasar de los tiempos y con el cambiarse de las generaciones.

Si esto fuera así como justamente se puede conjeturarse, obvio sería que con la inconsciente conservación tradicional del nombre, se conservara la idea de la divinidad de un modo latente, sino en todos los Onas, a lo menos en muchos de ellos. Despertada esa idea por las instrucciones de los Misioneros, se patentizaría, facilitándose la reconstrucción del nombre Jehowá, corrompido en Jhow'n, eliminando la e y suprimiendo la a final y añadiendo el adjetivo kon, grande por antonomasia, aplicado al ser Supremo por excelencia, con la elsión de las letras ko, contraídas en la 'n anteapostrofada, formando Jhow'n. Procedimiento este muy usado en el hablar familiar de esos Indígenas para evitar el híato en la conversación.

Ahora tenido cuenta de estas reflexiones, que fluyen de por sí mismas, me permitiría preguntar al Sr. Bridges, si continuaría a sustentar los juicios tan erróneos, como injustos, que sobre los Onas ha emitido, insultándolos tan cruelmente, mientras a la verdad demostró no haberlos ni conocido.

Si ha sido leal, como quiero creerlo, tendría que admitir, cuando menos, que su opinión ha sido muy precipitada, irreflexiva e injusta.

A los Sres. P- Hyadesy y J. Deniker también me permitiría aplicarles, si es que mi voz pudiera llegar a sus oídos, lo que prudentemente ellos mismos en su Obra sobrecitada, Misión Scientifique, etc., han dicho refiriéndose a lo que afirma el Sr. A. Reville, es decir, que: «Una de las causas principales el error por que a ciertos pueblos no civilizados se les rehusa el sentimiento religioso, es la falta de paciencia, de preparación especial y de observación metódica de muchos viajeros y Misioneros». (Religions des peuples non civilisés).

Sí, pues, esta misma y categórica consideración quisiera yo recomendarles a estos Señores, para evitarles el peligro de caer en errores tan graves, como injustos, de echar sentencias calumniosas y crueles, porqué imprudentes e irreflexivas, insultando calumniosamente a un pueblo, sin haberlo estudiado preventivamente, ni conocido tampoco. [6]

Por otro lado considerado el hombre en general y estudiado en las series de las generaciones que pasaron, no nos habría de admirar, por cuanto sensible nos pueda parecer, su conclusión final.

Esto es, ver al hombre hecho, es cierto, a imagen y semejanza del mismo Dios, su Creador, pero dejado a sí mismo, a su naturaleza corrompida, entregado a sus indomables pasiones, pueda haber llegado al miserando estado, en que se ha visto.

El hombre abandonado a sí mismo, no sostenido, no puede hacer nada de bien, ni conservarse lo que ha sido, su caída era ineludible.

Pero y qué? ¿No es Dios el foco del cual dimana la luz inmortal que todo lo penetra, comprende y abarca, sin que nada y nadie pueda excluirse de su bienhechora y vivificante influencia? No hay duda que sí ¿Cómo, entonces, hallamos a esos seres humanos tan alejados de ese foco de luz radiante y de vida permanente?

A tanto problema no hay otra contestación posible, que la que le daba el Real Salmista: Siendo el hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, se olvidó de esto, y valiéndose del libre albedrío, que Dios lé había donado; se rebajó de su origen divino y descendió poco a poco hasta ponerse al nivel del bruto y a él asemejarse. (Ps. 48).

CAPÍTULO VIII

NOMENCLATURA TOPOGRÁFICA FUEGUINA

(Viaje de circunvalación entorno a la Tierra del Fuego)

Karukinkà,[7] o Tkoyuská.— Es el nombre que daban los Indígenas propios a la Tierra del extremo Sud del Continente Americano, antes que fuera la Isla que el afortunado marino portugués Fernando de Magallanes descubrió el 1.° de Noviembre de 1520, mientras estaba al servicio del rey de España, Carlos V, y en busca del Canal, que diera paso para las Indias Orientales, atravesando la Tierra de Colón. A causa de los grandes y muchos fuegos allí vistos por él y sus compañeros, asombrados, llamó Tierra del Fuego.

Onechín — Los indígenas del Sur del Canal de Beagle, o sean los Yahgan, llaman esa grande Isla Onechin, o País de los Onas, del nombre Ona que los mismos dan a los habitantes de la misma.

Wuomská (Norte lejano). — Con este nombre histórico tradicional, los Onas entienden la extensa región, que, con el nombre de Patagonia, se extendía probablemente hasta el Mar dulce, o Río de la Plata. Esta región los helknam la consideran como Patria de sus Antepasados.

Hatèlily.[8] — Es el nombre Indígena del Estrecho, que Fernando de Magallanes descubrió y del Santo del día (1.° de Noviembre) llamó de Todos los Santos, pero que la posteridad llamó de Magallanes.

De Toljkoskn (Punta Arenas) del Kan-kewké.— Costa Sur de la Patagonia, y Playa Norte del Hatélily o Estrecho de Magallanes, pasemos a la Inska, o Playa Sur del Hatélily y Costa Norte de la Tierra del Fuego sobre el Estrecho, y vamos al Ayukenke, para empezar a nuestro Viaje, reconociendo en Shelknam, los nombres de los Parajes que tocaremos.

En Ayukenke, o sea en la Costa Oeste, vemos la Jorrká, o la grande Bahía Inútil, en la que echa su lengua o Punta alta el Chankelekuoi el Cabo Bouquerón, y el Kuewke, el Barranco del Estrecho, del cual empieza entrando la mar en la Karmkanke, o Bahía del Porvenir, en que existe el único Pueblito Chileno, con el mismo nombre, con una población de unos trescientos habitantes, cuya mayor parte son Dálmatas, súbditos de Austria-Hungría, empleados en los lavaderos de oro algunos, y otros pequeños comerciantes. Depende de Punta Arenas, capital del Territorio de Magallanes. En Porvenir reside un Delegado de Policía, hay una Iglesia, y una Casa Salesiana.

De allí viniendo hacia el Este encuéntrase Jowsken, o la gran bahía (mar entrante) de la Gente Grande, teniendo a la vista varios cerros de alguna elevación, como el Alechart (cerro campanario, o cabeza alta) y otros tres llamados el Kalké, el Kiliiais y el herboso Yoshel, frecuentado por numerosas bandadas de aves, como Avutardas, Patos, etc., las que suministran abundantes cazas para los Indígenas.

A poca distancia, y también a la vista de la gran Bahía, que de sus habitantes —Gente Grande— toma el nombre, se halla un cerro, poblado en se derredor de grandes matas de romerillo, de cuya fragancia embalsamado el ambiente que lo envuelve, torna el nombre de cerro oloroso —o en su lengua Kamskin.[9]— Pues bien acá en el año 1879 al 8O, (más o menos), vivía el Indígena Kal-éluly, Capitán de la tribu de esa localidad, con su familia, en cuyo seno veía la luz primera el niño, que algunos años después (1890), debía ser nuestro amado pupilo y luego nuestro inteligente lenguaraz — que se llamaría José Luis Miguel Kalapacte.[10]

Viene en seguida una serie continuada de cerros de varia elevación que sigue desde Gente Grande hasta la Bahía Felipe, a poca y diferente distancia, pero siempre a la vista del Hatelily, que, también, por parte suya, parece estarlos observando.

Los cerros principales son: el Shiarren, el Tawtam, el Laspie, el Tenjewar, el Altr-kuar, el Honatia, el Terljamjanwar y el Ainwar, cuyos nombres tienen todos su particular significado, según el modo y la vista con que se presentan.

Más cerca de la Bahía Felipe están los cerros Korite, Joorten, Otenwar y Woonkam, y pasada la Bahía Felipe —Urjenwarn—hay otro cerro el Hamshen [11] Siguiendo la Costa Sur del Hatélily hacia el lado Este, encontramos la Punta Anegada —Kehen— Anegada, porque en marea grande queda sumergida bajo las aguas — no flota más en superficie. Viene luego la inmensa Bahía Lomas —Hoshmérr. Al Suroete de esta gran bahía, a poca distancia, se eleva a discreta altura, un monte que presenta la figura de un corazón de punta en alto, y que los Blancos llaman Cerro Sombrero, el Tol-hué. Prosiguiendo hacia el Este el Hatélily va a concluir en Kar-kreká, o punta Catalina, o Gran Puerta, para dar principio a la mar grande o Koj'n. De allí la Costa, Norte de la Tierra del fuego — la Inská — vuelve rápidadamente al Sur y va a encontrarse pronto con el Jolwenor, o Kcharn, o Cabo, que los Geógrafos llamaron del Espíritu Santo, de donde ya empezó a declinarse un poco al Sur-Suroeste.

Pasado el Jolwenor, en algunas horas de marcha lista se llega, costeando siempre, pues la playa, en baja marea, es muy pasadera, se puede caminar bien, a la larga Punta de Arenas .. Toljkonskton, como creo la llamaron los Indígenas: Esta Punta forma como un dique a la Gran Bahía de San Sebastián — Atlshamka — Para evitar un trecho de camino que sería muy largo, dejado al Este el Páramo, después del Cabo —Sin Nombre— y torcido al Oeste, tocaremos de paso Shemshoors o Cerro del Filaret, en donde pusieron el asiento de la Comisaría del Distrito de San Sebastián, que en otros tiempos era un Campamento de los Shelknam, y luego siguiendo al Sur y despuntada la —Atlabanka— en la boca del rio San Martin, llegamos al Kolenken, que hace punta final a las Serranías de Carmen Silva, o San Sebastián. Kolenken—gaviota blanca, vista del Norte al reverbero del Sol, y Pah-al—cabeza negra, vista del Sur, porque sombreada parece negra. Andando luego algunos kilómetros siempre al Sur, empiezan a vislumbrarse, como lobos que juguetean en la playa, las piedras de la Yartown o Punta Sinaya — Piedra lejana, porque en baja marea esas piedras se prolongan mucho dentro la mar. También esta Punta, pasada apenas, que ya aparece blanquear la Yarken —Piedra grande—, el Cabo Sunday, como se llama si visto del Norte, pero que cambia de nombre, apenas pasado, y visto del lado Sur, o del Río Grande, del cual está separado tan solo por una docena de kilómetros, llamándose Hoyken —Punta grande en la mar. Pero antes de seguir, notaremos que entre el Yartown y el Yarken se halla el Kolouran, otro lindo Campamento de esos Indígenas, muy frecuentado anualmente. Otro Campamento tienen también muy lindo y frecuentado al Sur de Hoiken que es el Yoskyar.

Pausemos un poco, pues aquí, tendremos en que entretenemos un rato con interés, al paso que descansaremos. Sí, en este trecho — del Hoyken al Amyskn es decir entre el Cabo Sunday al Norte y el Cabo Peñas al Sur, que es el Centro y el punto más importante de la Tierra del Fuego, existe desde el año 1893 la Misión Católica. En los veintidós años de existencia la Misión ha visto a su rededor en su triple fase de instalación, de edificación y de reedificación, y ha cobijado bajo sus alas protectoras, sin exajeración casi todos los Indígenas de esta grande Isla. Desde el primer año la visitaban y allí permanecieron contemporáneamente algún tiempo bien recibidas y agasajadas, dos tribus; del Sur una, compuesta de 275 individuos, encabezada por el Indio Copelo, y la otra del Norte (se entiende del Río Grande) compuesta de 287, encabezada esta por los capitanes Tron'oniah y Nosthen. Es decir entretodos 582 individuos, que por algunos días estuvieron reunidos en torno de la Misión, vistiendo el hábito y comiendo el Pan de la Caridad.

Instalación, o primera Casa, se puso sobre la misma orilla del Río Grande, arriba de los Barrancos negros, que formaban una lomita, desde donde la vista dominaba una extensión de más de veinte mil metros cuadrados; al Este, la boca del Río, del cual distaba seis kilómetros, al Norte y Noroeste una planicie, y luego una serie continuada de cerros, de varia altura, y al sur el Río Grande, que en este punto mide más de quinientos metros de anchura, y más allá otros cerros. Posición estratégica, que nos puso al amparo de los ataques, que los Indígenas hubiesen querido tentar, porque de todos Indos hubieran sido vistos y pronto contrastados.[12]

El año siguiente, 1894, se dió principio a la edificación de la Misión estable sobre unas planicies más elevadas, distante de la primera, unos mil metros, al lado mismo de un manantial. Pero allí no debla permanecer mucho tiempo el Establecimiento de la Misión, porque un no habian pasado tres años ni estaban aun cumplidos los edificios ideados, cuando un incendio voraz, debido talvez a una imprudencia, lo arrasaba completamente todo, reduciéndolo a pavesas y cenizas.

De allí, por la escasez de agua, que se había notado y por tener mayor abrigo contra el viento Oeste, que era casi constante, se trasladó el asiento de la Misión más al Norte, a los pies de los cerros barrancos —Wanwkay— de los cuales manan abundantes chorros de agua preciosa. Dista de la mar unos seis cientos metros, casi a igual distancia del Sunday y del Peñas. El Río Grande desemboca en el Atlántico, frente Norte del mismo Peñas. Es navegable por los barcos que no calan más de doce a quince pies, porque la marea crece en ese punto, veintiún piés, y cinco que tiene en la baja, son veintiséis pies de agua, de que puede disponer un vapor en la marea grande, por cuatro horas y hasta llegar a la antigua Casa, es decir, a los seis kilómetros río arriba.

La Misión Salesiana, además de ser el Asilo seguro de todos los Indígenas, es también el Centro obligado de cuantos viajan por la Tierra del Fuego, Turistas, Expedicionarios, Estancieros y Trabajadores de toda clase, que de allí pasan y quedan algún tiempo, algunos para instruirse, o para buscar ocupaciones otros, pero todos bien recibidos y tratados.

Los Misioneros han abierto y hecho práctica la entrada en ese río y puerto seguro; han hecho conocer además ese Territorio, hasta hace poco desconocido, avaluado ese campo, que es, a no dudarlo, el mejor de toda la Patagonia y Tierra del Fuego.

En Wanwkay, desde hace dieciséis años permanece el asiento principal de la Misión. Tiene ahora otros dos puntos más, el de Río del Fuego y el del Lago Fagnano en Kakenchow.

Después del descanso tenido y del vistazo dado al Oroski y Chawrka—Río Grande y su boca, sigamos nuestro viaje costero hacia el Sur y Suroeste, porque así va inclinándose la costa fueguina. Dejado atrás el Cabo Peñas, a poco andar nos hallamos a la vista del Kolpey (punta de cuchillo) o del Cabo del Medio y un poco más abajo se encuentra el Yeshket, al lado del cual echa sus aguas el Río del Fuego. A esta altura, más o menos, está el Cabo Kayel, el cual antiguamente cuando aun era hombre —así lo creen los Onas—fué padre de Kuanip, el héroe de los Onas, como cuenta el Capitan Minkiol.

Acá llegados no nos conviene pasar bajo silencio un punto muy importante, y que en adelante lo será mucho más, quiero decir del Kakenchow o al presente Lago Fagnano. Al rededor de ese Lago ha habido y hay todavía muchos Campamentos, frecuentadísimos en Verano; que ahora para no ser largo me limitaré a nombrar los dos principales que son el Achkekukin al lado Norte del Lago y el Kakamen al Sur del mismo.

Mas, continuemos adelante, que a poco andar de allí se encuentra el Tanshenk, o Cabo Santa Inés, y siguiendo costa abajo se halla el Tehish, o Cabo San Paulo, luego, continuando hacia el Sur Suroeste, viene el Cabo San Policarpo o según los Indios Taukank.

De acá, después de una breve vuelta, se presenta a la vista el Cabo San Diego, que los Indígenas Onas llaman Yaiwaá y los Yahgan Onouchkeu, que quiere decir Confín del País de los Onas, o porque este Cabo adelanta más en la mar, o porqué realmente entendiesen que hasta allí tan solo llegaba, para empezar luego el propio. De este punto se puede ver como un gigante que anda vagando entre las nieblas del Sureste, el Yayiwak, o Cabo San Antonio, punta extrema Noroeste de la Isla de los Estados, separada la Tierra del Fuego por el Canal de La Maire.

Doblado el Cabo San Diego nos encontramos en la Bahía Thetis, que también tiene dos nombres, según (como creo) la nombran los Onas, que es Ohwolk, o los Jhagans que es Klawelk. Viene enseguida la otra Bahía llamada de Buen Suceso o Chowüth según los indios.

Cerca del Chowüth, se halla otro Campamento Indígena muy frecuentado que es el Korchen.

Partiendo del Chowüth después de pocas millas de rumbo Sur y doblando esa extrema punta en que remata la Tierra Fueguina, se halla uno como por encanto en la Bahía Valentín dominada por el monte Campana que, como centinela avanzado, defiende el Onechin del turbulento mar, que en esos parajes por las múltiples corrientes de vientos que allí airosamente se chocan, es casi siempre muy bravo.

Salidos de la Bahía Valentín, ya en pleno rumbo Oeste, a poco andar se entra en la extensa Bahía Aguirre, en la cual a mitad del siglo pasado, tentaron un ensayo de Misión los Protestantes Ingleses, pero que no les dió resultado. Continuando la ruta Oeste se encuentra abierta la pequeña Bahía Sloggett, la que adquirió en esos últimos treinta años nombre por sus ricos lavaderos de oro en cuya busca acudieron mucha gente con varia fortuna. De aquí hemos entrado ya en el Onachaga o sea según los Yahguns en el Canal de los Onas, o de Beagle. Prosiguiendo ahora por el Onachaga, dejando a la izquierda la Isla Nueva, luego la Picton y entre una y otra (al sur de esta y a poniente de la otra) la Lennox, famosa también, desde algunos años, por sus lavaderos de oro, los que atraen allí muchos codiciosos aventureros, encontramos la Bahía Harberton y Península de Cable, en la que del 1886 se retiraba con su familia el Sr. T. Bridges, Pastor, que fué por casi treinta años, de la Misión Inglesa de Tierra del Fuego, habiendo obtenido del Gobierno Argentino en propiedad esa península con ocho leguas de campo. Allí vivía cuando en Agosto de 1887 lo visitabamos.

Salido de allí, sin pararnos, seguiremos, dejando al Sur y a la izquierda Navarino, isla importante que pertenece a Chile, hasta llegar a Usuhaia, después de Harberton la mejor Bahía de todo el Canal. Este punto fué el que los Pastores Anglicanos eligieron desde el año 1858 como centro de Misión entre los Indígenas Fueguinos. En la Península, formada por una considerable lengua de tierra que se prolonga en medio del Estrecho, pusieron su asiento, dominando desde allí toda la costa Sur del Onechin no solo, sino todo el Archipiélago desde Lemaire hasta el Cockburn y hasta el Cabo de Hornos, todas esas innumerables islas por medio de embarcaciones que la Sociedad Bíblica de Londres les suministraba.

Mas cuando el Gobierno Argentino tomaba posesión del trecho, que en el reparto de la gran Isla con Chile le tocaba, y vino a colocar el asiento de la Gobernación del Territorio de la Tierra del Fuego, cabalmente en Ushuaia;entonces los Misioneros viéndose allí estorbados, se trasladaron más al Sur y fueron a ponerse en Tekenika, Bahía situada al sur de la Península Pasteur en la Isla Hoste, en 1885, en donde permanece aun actualmente.

En Ushuaia, aunque sea a la fecha la Capital del Territorio Argentino de Tierra del Fuego, no hay grandes cosas que observar, conviene sin embargo, detenerse siquiera algo para darse cuenta de lo que es y de lo que hay. El Pueblo contará en la actualidad unos seiscientos habitantes, inclusos los del Presidio de reincidentes y de militares, allí traslocados desde Puerto Kook el año 1904. La Población la forman los empleados de la Gobernación con sus familias, la Policía de vigilancia, unos particulares ocupados en el aserradero Nacional y algunos comerciantes.

Ushuaia está situada en la falda Sur de la Serranía grande, que con variada altura, empezando al Este con el Monte Campana, sigue casi sin interrupción a lo largo del Canal, hasta llegar a la Península de Breknok. El monte Uliwaya situado al N. N. E. de la Bahía, es uno de los puntos más elevados de la misma como al Oeste lo es el monte Darwin, cuya cumbre llega a los 2130 metros sobre el nivel del mar. Dos riachos que manan de los glaciales del interior, surten perenne y abundantemente la población de agua cristalina y fresca, Edificios principales son: la Gobernación, con sus oficinas, la Casa privada del Gobernador, el Presidio con sus dependencias, la Iglesia y el Colegio. Dado este vistazo a Ushuaia, que es el Pueblo más austral 55°0'0" latitud Sur y 68°0'0" longitud Oeste de Greenwich) de toda la América, sigamos adelante.

Después de Ushuaia, despuntada la península de la Misión Inglesa, y caminando unos cuatro kilómetros, se halla la Bahía de Lapataya, adonde hace años está establecido un aserradero mecánico para beneficiar la mucha madera que allí hay. Esta Bahía marca la línea divisoria internacional entre los territorios Chileno y Argentino, al mismo tiempo que la mitad longitudinal del Onechaga o Canal de los Onas, el Beagle.

Salidos de Lapataya y puestos de nuevo en ruta con rumbo Oeste, dejamos a la izquierda Sur la Península Dumas, que es la extrema punta Norte de la Isla Hoste, enfrentamos la Yandegaya, otra gran Bahía de la costa fueguina, luego la alta Sierra de Darwin, corriendo frente a majestuosos ventisqueros, que estático contempla el viandante. Por el lado Sur costeamos la Isla Gordón, nos acercamos luego a la Isla Obrien, después a la de Busket, a la de Camoen, y a varias otras, hasta que doblando de Sur a Oeste y a Norte la península de Brecknock por el Canal de Cockburn, entramos en un laberinto, que nos parece inestricable; porque apenas se entra, ya no se sabe por donde se haya entrado, ni por donde se pueda salir, viéndose todo entorno rodeado por altos picos, nevados los más, cuyos lados relucen por sus perpetuos ventisqueros. Queda uno silenciosamente impresionado por las nuevas e imponentes maravillas, que inopinadamente se le presentan a la vista. Mas al fin, dadas algunas vueltas entre esos peñascos, se sale del laberinto, y el rumbo vuelve a despejarse hacia al Norte derecho, entrando en el Canal de la Magdalena. Después de dejar a derecha el estrecho Canal de San Gabriel, que de la Tierra del Fuego separa la Isla de Dawson, la que fue por veinticuatro años el campo evangélico de los misioneros Salesianos, volviendo atrás la vista, si el cielo está despejado, se ven descollar los altos picachos nevados, del Monte Sarmiento, cuyo nombre nos hace recordar aquel valiente Capitán de la Marina Española que trajo en 1584 al Estrecho de Magallanes la primera colonia, la que por no haber sido socorrida en tiempo, se moría de hambre.

Aun hoy día Port-Famine (Puerto del hambre), que de esa desastrosa fecha lleva el nombre, nos recuerda la funesta, no menos que lastimera historia. Este puerto está situado en la punta Santa Ana de la rada Santa Maria, al Sureste de la Península Brunswich. Mas sigamos que pronto llegaremos a Punta Arenas, fin de nuestro viaje.

Punta Arenas en la que acabamos de llegar, es la Capital del Territorio de Magallanes y pertenece, como todo el Estrecho, a Chile, del cual tomó posesión el año 1843, siendo Presidente de la República el General Manuel Bulnes. La primera Colonia Chilena, que era penal, había sido puesta en la Punta Santa Ana, próxima al sitio adonde había existido la Colonia Española de San Felipe, o del Hambre. Fué el Coronel José Santos Mardones su tercer Gobernador, que en Febrero de 1849 trasladó la Colonia (que contaba a la fecha 378 habitantes) de Punta Santa Ana a Punta Arenas. Está situada sobre el versante Ente de la Península Brunswich, latitud Sur 53°0'0" y longitud 0.70°0'0" de Greenwich. Su Población actual fluctúa en los doce a los trece mil habitantes. Tienen en ella sus asientos tres Gobernadores: el Civil, el Marítimo y el Eclesiástico, de todo el Territorio, el Juez de letras y el Prefecto de Policía. Desde muchos años tiene también su autoridad Municipal autónoma.

Se calcula el largo de todo el Estrecho (de Punta Düngenes al Cabo Pilar) en 300 millas. Punta Arenas es, en fin, no tan solo Capital del Estrecho y del Territorio Chileno, sino que también, y esto es lo que le da mayor y verdadera importancia, el verdadero Emporio de toda la extensa región, comprendida entre la Patagonia y la Tierra de Fuego Chilena y Argentina, siendo el Centro obligado, en donde se acude de todo ese gran radio, para surtirse de cuantas cosas son necesarias al sustento y a la comodidad de la vida.

Nosotros también hemos pasado por allí, primero en 1887, cuando salvos del naufragado vapor Magallanes, visitabamos por primera vez la soñada Tierra, y después muchas otras veces. Antes, atraídos nosotros, como los demás, a fin de procurarnos los medios de subsistencia para nosotros y los que entre poco debían ser nuestros deseados Neofitos, tanto de la Patagonia, en la que ya desde dos años habíamos entrado, como en la Tierra del Fuego y Archipiélago, en que entraríamos, hemos establecido acá nuestros Reales, colocando en Punta Arenas la Casa Inspectorial, asiento del Inspector Superior, de las Casas de las Misiones, que entre breve tiempo se abrirían, ya sea por el Norte como por el Sur del Estrecho. De aquí, pues, hemos salido, para darnos el gusto de visitar toda la Costa Fueguina, empezando desde el lado Oeste, o del Ayukenken, y de la Jorrská (Bahía Inútil) hemos recorrido, circunvalando todo el Onechín o Karukinká (Tierra del Fuego) por el Norte (Wuoms), el Atelily (Estrecho): por el Este (Wetek) o Hahaael (así llaman a la Costa oriental) pasando por el Wouk (Sur) el Onachaga (Canal de Beagle) y por el Oeste (Echuk) hemos vuelto al punto obligado de partida, a Punta Arenas.

 
Desde el Corazón de la Tierra del Fuego—Río Grande
Dos Niñas Shelknam de 10 años una y de 6 la otra, que la Misión Salesiana recogió en Río Grande. La Caridad de Nuestros Cooperadores mantiene.
Os saludan y agradecen de Corazón
  1. Pero estos Indígenas Fueguinos, no admiten esta denominación. Ellos llamanse a sí mismos Tshelknam, recordando su orígen. Pues, dicen ellos, derivan de los del Norte, es decir de los Thehuelches, de los cuales se han visto separados por la rotura de los trechos que unían las dos partes Sur y Norte, o Wouk y Wuoms de la misma Tierra. — Como quien dice: Tshehuel o Tshel-ke-nam — Hombres o Gente del Sur — Separados.
  2. Por eso se llama también Korin-hei
  3. Al-kuoithen — Explicación: Al — Pelo-cabeza: kuoi — cima: then o koithen — cortar. Vale a decir — Cortar el pelo encima de la cabeza redondamente a modo de tonsura.
  4. Yo los he visto a esos coludos, sorprendiéndolos en un viaje de vuelta de Río Grande a San Sebastían, los que descubiertos, se dieron a piernas sueltas, mostrándome, corriendo contra el viento, las colas de la piel de guanaco con que se tapaban... Qué ridiculez!!
  5. Darwin.— Viaje de un naturalista. — recordado por el teniente Giácomo Bove. Spedizione Italo-Argentina alla Terra del Fuoco.— 1882.
  6. Esto aún suponiendo, lo que admitimos, que en su estadía en Ushuaia de un año talvez, no hubiesen hecho otro estudio, ni aplicados a otras atenciones, que a la de aplicarse exclusiva y continuamente a estudiar el físico y el moral de esos Indígenas, que sin embargo no debían tener presentes, si algunos poco, quizás, a quienes no entendían, según ellos mismos dijeron, ni, y mucho menos, podían hacerse entender, conformándose con lo que lo Misioneros les decían... Con tanta superficialidad de observaciones se han creído sin embargo con derechos tan palmarios, según ellos, de poder decir: N'ont aucune idée de sentiments Religieux... et qui n'avalent adoré Rien?...
  7. Véase a página 199 la derivación del nombre Karukinká.
  8. Véase a página 199 la derivación del nombre Hatélily.
  9. Kamskin quiere decir también cerro barrancoso, a los pies del cual, abriga del Oeste y al lado de un fresco manantial estaría el Karen-kau (aldea) de la tribu de los Kalapacte.
  10. Allí vivían también otros diez individuos componientes dos familias, a una de las cuales pertenecía Karkemanen que fué al Santo Bautismo llamado José Fueguino, con su madre y su abuela, cuando alevosamente fueron prendidos por un tal Maurice y llevados a la Exposición de Paríss el año 1889. De los once tan solo cinco volvieron el año siguiente a su Tierra y amparados en la Misiónn Salesiana.
  11. A las faldas y ordinariamente hacia el Oriente, estaban los Campamentos periódicos en sus escurciones y cacerías. Preferían el Oriente por estar al abrigo de los venturrones del Oeste.
  12. Antes de alejarnos de esto Barrancos-negros, lugar querido por haber sido nuestra primer morada de un año y más, y que nunca olvidaremos, visitemos siguiera por ahora los puntos que fueron Campamentos de Nuestro Neófitos que nos limitaremos en ver y nombrar los principales. Son el Ahump y el Tarsn cerros sobre el Río Grande; el Tejaliche y el Kahasn dos cerros cerca de la Malanoche, Aith, sobre el paso del Río Grandey el otro cerro llamado Helick al lado de la laguna salida, centro de la Misión.