Los Keneddy: Los cóndores
Fuera todo sigue quieto.
Por qué no avanzarán las tropas?
Y a las dos de la tarde empiezan a sentir un zumbido lejano.
Serán los cóndores?
Miran...
- “Hay viene un avión” – observa Eduardo Kennedy – “y otro”.
Se entretienen contándolos. Aparece la tercer máquina. Se agranda.
Ronca. Sigue . . . Avistan la cuarta . . . Crece y pasa con su copete vibrátil y la tenue cola de humo.
En suma; siete aviones de guerra.
Ya está cerrado el aire también.
- “Cuántos!” dice Mario Kennedy. “Habrá estallado algún movimiento en el Norte?”
He ahí lo único vital para ellos: un foco más de rebelión. Dilatan el pecho.
Aspiran hondo ese olor a patria. Se van con los norteños.
Si lo soldados atacasen ahora, encontrarían tres hombres sonrientes, distraídos, que necesitan hacer un esfuerzo para volver y combatir.
Entonces las aves de hierro describen un semicírculo... Regresan...
- “No”, rectifica Eduardo – Estos son para nosotros.