Lo tratado es tratado
Despidióse el criado de un procurador porque le mandaba hacer muchas cosas á que, según él, no estaba obligado. Convenían al amo los servicios del mozo, y le rogó que se quedase en su casa; y para que en lo sucesivo no hubiera motivos de queja, establecieron y capitularon entre sí las cosas á que el criado debia atender, consignándolas por escrito, conformes y contentos.
Algunos dias después el buen procurador iba de viaje montado en una muía de alquiler llevando delante á su criado, según costumbre de los caminantes; pero hé aquí que por su mala suerte la mula se espantó dando en tierra con la cabeza del procurador sin ventura, que se quedó colgado del estribo, como liebre de cazador orgulloso que pende del arzón.
La muia principió á correr arrastrándolo, y el criado se sentó en una piedra para ver con mas comodidad las evoluciones de su amo, pero sin dar un paso para salvarlo, hasta que, por fortuna se encargó de ello un labrador que pasaba y debia ser mas humano que el mozo de muías.
— Miserable, gritó el procurador con voz dolorida cuando estuvo cerca de su criado: ¡ah! ¿me dejabas morir como un perro?
— Señor, contestó con mucha sangre fria: véase el escrito, y si reza en él que debia socorrer á mi amo en semejante peligro, digo que tiene mucha razón, pero si no lo dice, lo tratado es tratado y á ello me atengo.