Lisonjea al Genil porque tercie en su amor
Saca, Genil, de tu nevada gruta
los corvos cuernos de cristal luciente;
alza con los remansos la corriente
y echa la vista en tu ribera enjuta:
a Flora en flores y a Pomona en fruta
coronando verás tu anciana frente,
y a la ninfa que es menos obediente
tus pies besando, humilde más que astuta.
En tu arena verás mi ingrata hermosa,
pomposa causa de tu honor florido,
y dirásle mi herida lastimosa.
Mi herida... Y guarda si te niega oído:
del pie veloz la estampa rigurosa
será consuelo de mi amor perdido.