Libro de los doce sabios: 01

Libro de los doce sabios: Tratado de la nobleza y lealtad
Comienza el libro de la nobleza y lealtad

Comienza el libro de la nobleza y lealtad

Al muy alto y muy noble, poderoso y bienaventurado señor rey don Fernando de Castilla y de León. Los doce sabios que la vuestra merced mandó que viniésemos de los vuestros reinos y de los reinos de los reyes vuestros amados hermanos para vos dar consejo en lo espiritual y temporal: en lo espiritual para salud y descargo de la vuestra anima, y de la vuestra esclarecida y justa conciencia, en lo temporal para vos decir y declarar lo que nos parece en todas las cosas que nos dijiste y mandaste que viésemos. Y señor, todo esto os hemos declarado largamente según que a vuestro servicio cumple. Y señor, a lo que ahora mandas que vos demos por escrito todas las cosas que todo príncipe y regidor de reino debe haber en si, y de como debe obrar en aquello que a él mismo pertenece. Y otro sí de como debe regir, y castigar, y mandar, y conocer a los del su reino, para que vos y los nobles señores infantes vuestros hijos tengáis esta nuestra escritura para estudiarla y mirar en ella como en espejo. Y señor, por cumplir vuestro servicio y mandado se hizo esta escritura breve que vos ahora dejamos. Y aunque sea en si breve, grandes juicios y buenos trae ella consigo para en lo que vos mandaste. Y señor, plega a la vuestra alteza de mandar dar a cada uno de los altos señores infantes vuestros fijos el traslado della, porque así ahora a lo presente como en lo de adelante por venir ella es tal escritura que bien se aprovechará el que la leyere y tomare algo della, a pro de las animas y de los cuerpos. Y señor, Él que es Rey de los Reyes, Nuestro Señor Jesucristo, que guió a los tres reyes magos, guíe y ensalce la vuestra alteza y de los vuestros reinos, y a todo lo que más amado y bien querido.

Y señor, puesto luego primeramente en esta escritura de la lealtad que deben haber los hombres en sí. Y luego después de la lealtad se pone la codicia que es cosa infernal, la cual es enemiga y mucho contraria de la lealtad. Y después vienen las virtudes que todo rey o regidor de reino debe haber en si, y que tal debe de ser, y que a todo regidor de reino cumple de él ser de la sangre y señorío real, y que sea fuerte y poderoso y esforzado, y sabio y sagaz, y casto, y templado y furioso, largo y escaso, amigo y enemigo, piadoso y cruel, amador de justicia y de poca codicia, y de buena audiencia a las gentes. Y adelante está como se entiende cada una de estas condiciones y por qué manera debe usar de cada una de ellas.