Libro de Buen Amor: 109
Cántica de los clérigos de Talavera
Allá en Talavera, en las calendas de abril,
llegadas son las cartas del arçobispo don Gil,
en las quales venía el mandado non vil,
tal que si plugo a uno, pesó más que a dos mil,
Aqueste arçipreste, que traía el mandado,
bien creo, que lo fiso más amidos que de grado;
mandó juntar cabildo, a prisa fue juntado,
coydando que traía otro mejor mandado.
Fabló este arçipreste, et dixo bien ansí:
«Si pesa a vosotros, bien tanto pesa a mí:
¡ay viejo mesquino, en que envejeçí!
¡en ver lo que veo, et en ver lo que vi!»
Llorando de sus ojos començó esta raçón:
dis: «El papa nos envía esta costituçión,
he vos lo a desir, que quiera o que non,
magüer que vos lo digo con rabia de mi coraçón.
Cartas eran venidas, que disen en esta manera:
que clérigo nin casado de toda Talavera,
que non toviese mançeba casada nin soltera:
qualquier que la toviese, descomulgado era.»
Con aquestas rasones, que la carta desía,
fincó muy queblantada toda la cleresía;
algunos de los legos tomaron asedía,
para aver su acuerdo juntáronse otro día.
A do estavan juntados todos en la capilla,
levantose el deán a mostrar su mansilla:
dis: «Amigos, yo querría que toda esta quadrilla
apelásemos del papa ant' el rey de Castilla.
Que magüer que somos clérigos, somos sus naturales.
servímosle muy bien, fuemos simpre leales,
demás que sabe el rey, que todos somos carnales,
creed se ha adolesçer de aquestos nuestros males.
¿Que yo dexe a Orabuena la que cobré antaño?
En dexar yo a ella reçibiera grand daño:
dile luego de mano dose varas de paño,
e aun para la mi corona anoche hizo el año.
Ante renunçiaría toda la mi prebenda
et desí la dignidad et toda la mi renta,
que la mi Orabuena tal escatima prenda;
creo que otros muchos seguirán esta senda.»
Demandó los apóstoles, et todo lo que más vale
con grand afincamiento ansí como Dios sabe,
et con llorosos ojos et con dolor grande
Vobis erit dimittere quam suave!
Fabló en pos de aqueste luego el tesorero,
que era d'esta orden confadre derechero;
dis': «Amigo, si éste non a de ser verdadero,
si malo lo esperades, yo peor lo espero.
Et del mal de vosotros a mí mucho me pesa,
otrosí de lo mío et del mal de Teresa;
pero dexaré a Talavera, et irm' e a Oropesa
ante que la partir de toda la mi mesa.
Ca nunca fue tan leal Blanca Flor a Flores,
nin es agora Tristán a todos sus amores,
que fase muchas veses rematar los ardores
et si de mí la parto, nunca me dexarán dolores,
porque suelen desir, que el can con grand angosto
et con rabia de la muerte a su dueño traba al rostro;
si yo toviese al arçobispo en otro tal angosto,
yo le daría tal vuelta que nunca viese al agosto.»
Fabló en pos aqueste el chantre Sancho Muñós,
dis': «Aqueste arçobispo non sé qué se a con nos,
él quiere acalandarnos lo que perdonó Dios;
por ende yo apelo en este escripto: avivad vos.
Que si yo tengo, o tove en casa una sirvienta,
non a el arçobispo d'esto por qué se sienta,
que non es mi comadre, nin es mi parienta,
huérfana la crié, esto porque non mienta.
En mantener omen huérfana obra es de piedad,
otrosí a las viudas, esto es cosa con verdat;
porque si el arçobispo tiene, que es cosa que es maldat,
dexemos a las buenas, et a las malas vos tornad.
Don Gonzalo Canónigo, segund que vo entendiendo,
es éste que va de sus alfajas prendiendo,
et vanse las vesinas por el bariro desiendo,
que la acoje de noche en casa, aunque gelo defiendo.
Pero non alonguemos atanto las rasones,
apelaron los clérigos, otrosí los clerisones,
fesieron luego de mano buenas apelaçiones,
et dende en adelante çiertas procuraçiones.
Éste es el libro del arçipreste de Hita, el qual compuso, seyendo preso por mandado del cardenal don Gil, arçobispo de Toledo.