Libro de Buen Amor: 099
De don Furón, moço del arçipreste
Salida de febrero, entrada de março,
el pecado, que siempre de todo mal es maço,
traía de abades lleno el su regaço,
otrosí de mugeres fasíe mucho retaço.
Pues que ya non tenía mensagera fiel,
tomé por mandadero un rapás trainel,
hurón había por nombre, apostado donçel,
si non por quatorçe cosas nunca vi mejor que él.
Era mintroso, bebdo, ladrón, e mesturero,
tafur, peleador, goloso, refertero,
reñidor, et adevino, susio, et agorero,
nesçio, pereçoso: tal es mi escudero.
Dos días en la selmana grand ayunador,
quando non tenía qué comer, ayunava el pecador,
siempre aquestos dos días ayunava mi andador,
quando non podía ál faser, ayunava con dolor.
Pero si dis la fabla que suelen retraer:
que más val' con mal asno el omen contender,
que solo e cargado fas a cuestas traer,
pusle por mensajero con el grand menester.
Díxele: «Hurón amigo, búscame otra coyunda.»
«Alafé», dis, «buscaré, aunque, el mundo se funda,
e yo vos la traeré sin mucha baraúnda,
que a las veses mal perro roye buena coyunda.»
Él sabía leer tarde, poco, e por mal cabo,
dixo: «Dadme un cantar, et veredes que recabdo:
e, señor, vos veredes, magüer que non me alabo,
que si lo comienço, que le daré buen cabo.»
Dil' aquestos cantares al que de Dios mal fado,
ívaselos disiendo por todo el mercado,
díxol' doña Fulana: «¡Tírate allá, pecado!
qu'él a mí non te envía, nin quiero tu mandado.»