Lenguaje de las estaciones/En el otoño

En el otoño

:::::I


En la tarde

Ya en la senda, allá del río,
traspuesto apenas el vado,
tiró de la rienda el novio
para ofrecerme los brazos.
Sin atreverse a besarme,
por respeto hacia el hidalgo,
mi hermana vertió una lágrima;
«¡Adiós!» me dijo, y marcharon.
Así se rompe la vida
de la hembra en dos pedazos;
mitad donde nace y crece,
flor en cristalino vaso,
y el resto de su existencia,
tras los inocentes años,
misterio de sensaciones
con enigmas de recato.-
¡Miseración en la esposa,
si el seno infecundo al tálamo
negó los hijos, en quienes
la madre ceba los labios,
para exhalar su ternura
a trueque de desengaños!...-
¡Allá va la flor!... ¿quién sabe
al viento que irá vagando?-
Del viento esclava es la hoja,
y la mujer del acaso.-
¡Cómo la ingenua tristeza
junta el deleite a su daño,
en la soledad tranquila,
sin medir tiempo ni espacio!




Es la tarde...: huye la tierra
sin que sintamos su tránsito,
mientras parece a la vista
que el sol camina al ocaso:
su disco de eterna lumbre
vibra los postreros rayos,
y a herir apenas alcanza
la cima de los collados.
¡Breve tarde! En mar de púrpura
tórnase el azul velado
del horizonte, tendido
más allá del Océano:
piélago es de luz inmensa,
do mis ojos beben ávidos
torrentes de llama viva;
piélago en que ve flotando
seculares monumentos,
arquitectura de encantos;
fortalezas y ciudades,
alcázares, templos, arcos,
pirámides, tiendas bíblicas,
misteriosos tabernáculos...:
Y en las llanuras espléndidas
de aquel celaje fantástico,
hay encendidas peleas
de hombres y monstruos bizarros,
fieras, enanos, gigantes,
escuadrones de centauros
y carrozas con cuadrigas
de flamígeros penachos.
Y, aún más allá, de otras nubes
simula el contorno mágico
visiones de amor divino,
diosas del amor humano;
ángeles, Cupidos, Ninfas,
musas y Genios, lanzados
por los senos insondables
de los luminosos ámbitos.
¡Metamorfosis del alma!
¡Trasuntos de otros engaños!
¡Ilusión de los sentidos,
de su error enamorados!...
¡Oh, breve tarde!... En la curva
del globo que va rodando,
pierde este pobre hemisferio,
la luz del eterno faro...
¿Dónde están los horizontes,
tan ricamente poblados
de fúlgidos monumentos
en ciudades de topacio,
de Ángeles, Genios, Cupidos,
ninfas, Dríadas y Faunos,
y mujeres que el deseo,
en un espejo encantado,
volvió a presentar al alma
como en los primeros años?
¡Es el crepúsculo!... y vibran
sólo en el éter los átomos
de luz y sombra que tejen
a la luna el velo santo.
Solitaria de los bosques,
hacia el bosque solitario
cruza la torcaz paloma,
y el aire zumba a su paso.
En las ruinosas almenas
del gótico campanario,
el ave de los sepulcros
exhala un ¡ay! de quebranto:
primer ¡ay! de muchos ayes
que van luego concertando
con el toque de Oraciones
y el doble por los finados.


II


En la noche

¡Es la noche!... densas nubes
que en el horizonte diáfano
fueron de púrpura y oro,
ya son fúnebre sudario.
Entumecida la tierra
siente que la hiere el ábrego,
y los árboles ingentes,
de la madre tierra amados,
risueños en primavera,
galanes en el verano,
amarillentos declinan
y sus hojas van dejando...
¡Sus hojas! ¡las verdes hojas,
orgullo de abril y mayo,
que se desprenden marchitas
cual girones de su manto!-
Asoma en la mar la luna,
y mientras va remontando,
se descubre el firmamento
de luceros tachonado.
¡Dios, que sacó el universo
de las tinieblas del caos,
preside las Estaciones,
y a Dios alaban los astros!
Que Dios esparció los orbes
en infinitos estadios,
como el labrador arroja
la semilla en su cercado...
Y esos mundos sobre mundos,
que en eslabones jerárquicos
señalan a nuestros ojos
siempre un más allá anhelado,
son al corazón del hombre
revelación más que arcano...