Las vidas paralelas de Plutarco/Comparacion de Agis y Cleomenes, y de Tiberio y Cayo, Gracos
COMPARACION DE AGIS Y CLEOMENES, Y DE TIBERIO Y CAYO, GRACOS.
Habiendo dado fin á la narracion, nos resta sacar consecuencias de la contraposicion de estas vidas. En cuanto á los Gracos, ni áun los que más mal hablaron de ellos, y se mostraron sus mayores enemigos, se atrevieron á decir que no hubiesen nacido con la mejor índole para la virtud entre todos los Romanos, y que no se les hubiese dado una crianza y educacion correspondiente. La índole de Agis y Cleomenes parece que era todavía más robusta y esforzada que la de aquéllos; puesto que no habiendo recibido una esmerada educacion, y habiéndose criado en unos hábitos y costumbres que largo tiempo ántes habian viciado á los que les precedieran, ellos, sin embargo, se constituyeron en caudillos de sencillez y frugalidad. Más:
aquéllos cuando Roma estaba en el mayor esplendor de su dignidad, y era en ella grande la emulacion á las ilustres hazañas, se hubieran avergonzado de no admitir esta especie de sucesion de virtud patria y hereditaria; cuando éslos, que habian nacido de padres avezados á lo contrario, y que encontraron su patria estragada y enferma, no por esto entorpecieron ni en lo más mínimo su inclinacioná la virtud. En punto á desprendimiento y á integridad, es eiertamente grande en los Gracos el que en sus magistraturas y gobiernos se hubiesen conservado puros de adquisiciones injustas; pero Agis se hubiera dado por ofendido de que redujeran su alabanza á no haber tomado nada de lo ajeno, cuando habia dado á los ciudadanos su propia hacienda, que sin contar las demas especies de riqueza, sólo en dinero montaba á seiscientos talentos.
¡Hasta qué punto tendria por malo el adquirir por medios illcitos quien graduaba de codicia el tener más que otro!
á En la decision y atrevimiento para las innovaciones hubo grandisima diferencia: porque las medidas de gobierno de uno fueron construir caminos y fundar ciudades; y lo que pidió más arrojo en Tiberio fué el haber salvado los campos públicos, y en Cayo el haber alterado la forma de los juicios con aquellos trescientos del órden ecuestre que agregó á los senadores; pero la reforma de Agis y Cleomenes, para quienes el ir remediando y reparando los desórdenes por partes y poco a poco no era más que cortar la cabeza de la hidra, segun la sentencia de Platon, indujo en la administracion de la república una mudanza capaz de hacer desaparecer de una vez todos los males; aunque quizá se dirá con más verdad que destruyendo una mudanza que habia sido la causa de todos los males, redujo y restituyó la república á su propia y primitiva forma. Podria tambien decirse que las novedades de los Gracos encontraron repugnancia en los Romanos de mayor autoridad y poder; cuando las que Agis intentó, y Cleomenes llevó al cabo, tenian por fundamento el ejemplo más recomendable y más insigne en las retras ó leyes patrias sobre la sobriedad y la igualdad, aprobadas una por. Licurgo y otras por Apolo; pero lo de mayor consideracion es que Roma con las disposiciones de aquéllos nada adelantó en su grandeza sobre lo que ya tenta; siendo así que con las novedades introducidas por Cleomenes vió la Grecia al cabo de poco tiempo que Esparta dominó en el Peloponeso, y lidió con los que tenian entonces el mayor poder el más glorioso de todos los combates, que es el que se sostiene por la superioridad; cuyo fin era que libre la Grecia de las armas de los llirios y Etolios, fuera otra vez regida por los Heraclidas.
Parece asimismo que el modo de terminar la vida unos y otros constituye otra diferencia en su virtud: porque aquéllos combatiendo con sus ciudadanos, y huyendo despues, así es como perecieron; y de éstos, Agis, por no causar la muerte de ninguno de los suyos, casi puede decirse que murió víctima voluntaria; y Cleomenes, viéndose maltratado é injuriado, intentó vengarse; pero habiéndole sido la suerte contraria, con la más loable resolucion se quitó la vida. Examinando todavía las contraposiciones y diferencias, Agis en el órden militar no ejecutó hazafia ninguna, porque se lo impidió su temprana muerte; pero con las victorias de Cleomenes, que fueron muchas y gloriosas, pueden compararse la toma de las murallas en Carlago por Tiberío, que no dejó de ser accion insigne, y su tratado de Numancia, por el que salvó á veinte mil soldados romanos, que no tenian otro medio de salud. Cayo dió tambien militando allí y en Cerdeña grandes muestras de valor; de manera que habrían podido compararse con los primeros generales romanos, si no hubieran sido arrebatados por una anticipada muerte.
En las cosas de gobierno Agis obró con flojedad, porque se dejó engañar de Agesilao; faltó á los ciudadanos en la promesa del repartimiento de las tierras; y finalmente, se quedó corto no llevando á cabo la obra que habia anunciado y á que dió principio, por una irresolucion disculpable en su edad. Cleomenes, por el contrario, emprendió con demasiada temeridad y violencia la mudanza del gobierno; dando muerte injusta á los Eforos, cuando podia haberlos reducido por las armas, ó le era fácil desterrarlos, como fueron desterrados otros muchos de la ciudad. Porque el recurrir al hierro fuera de la última necesidad, no es ni de médicos ni de políticos, sino falta en unos y otros de destreza; y aun en estos, además de injusticia, indica crueldad. Por lo que hace á los Gracos, ninguno de los dos dió principio á la matanza civil; y áun se dice de Cayo que ni despues de haberse tirado dardos, quiso defenderse; sino que con ser de los más arriscados para los combates, permaneció inmoble en aquella sedicion. Así es que salió de casa desarmado, y se retiró de los que combatian: viéndose claramente que puso más cuidado en no hacer mal ninguno, que en no padecerlé; por lo cual la fuga de ambos más bien se ha de tener por señal de prudencia que de cobardía; porque era preciso ceder á los que acometian; ó para no padecer, usar de los medios de defensa.
En Tiberio el mayor yerro fué haber privado al colega del tribunado de la plebe, y haber pedido despues para si el segundo. A Cayo se le atribuyó tan falsa como injustamente la muerte de Antulio, porque le mataron contra su voluntad, y mostrando de ello gran pesar. Mas Cleomenes, aunque dejemos aparte las muertes de los Eforos, dió libertad a todos los esclavos, y reinó en la realidad solo, aunque en el nombre con otro; habiendo tomado por colega á su hermano Euclidas, y siendo ambos por tanto de una sola casa; y á Arquidamo, que era de la otra el que debia reinar, lo invitó á que volviera de Mesena; y muerto violentamente, como no persiguiese este delito, confirmó la sospecha que contra él se levantó. Pues en verdad que Licurgo, á quien afectaba imitar, voluntariamente cedió el reino á Carilao, hijo de su hermano, y temiendo que si por otra causa venía á morir aquel niño se pensara en culparle, peregrino largo tiempo fuera sin querer volver, hasta que Carilao tuvo un bijo que le sucediera en el reino; mas á Licurgo ya se sabe que áun de los Griegos no puede comparársele ninguno. Por de contado está demostrado que en los hechos del gobierno de Cleomenes las innovaciones é injusticias fueron mayores; y los que reprenden las costumbres de unos y otros, culpan desde luego á éste de tiránico y demasiado guerrero; y en los otros, áun los que más envidiosos se muestran, no censuran otra cosa que un exceso de ambicion: viniendo á confesar que, arrojados fuera de su natural al encono y á la contienda con los que se les oponian, fueron como de un huracan impelidos á los extremos en sus medidas de gobierno. Porque ¿qué cosa más loable ni más justa que su primer propósito, si los ricos no se hubieran empeñado, usando de violencia y de todo su poder, en desechar la ley propuesta, poniendo con esto á ambos en la precision de combatir: al uno por considerarse en riesgo, y al otro por vengar á su hermano, muerto sin causa y sin declaracion precedente? De lo dicho colegirás tú por ti mismo la diferencia; pero si á pesar de esto es necesario pronunciar acerca de cada uno, tengo por cierto que Tiberio se aventajó á todos en virtud; que el que menores yerros cometió fué el jóven Agis; y que en osadía y arrojo Cayo fué muy inferior á Cleomenes.