Las tres musas últimas castellanas 085
Los ojos, Hieremías, con que leo
tus altas y sagradas profecías,
el llanto me los vuelve, Hieremías,
pues hoy la olla que miraste veo.
Hierve la fama, y, en volumen feo,
el humo que consume nuestros días
ciega, y del Aquilón las herejías
nos acerca por áspero rodeo.
Del Aquilón a todos se reparte
el mal; díjolo Dios; así sucede:
no vale contra el cielo fuerza o arte.
Y si a Dios por nosotros no intercede
su clemencia, en el llanto acompañarte,
sobre sí propio, nuestro siglo puede.