Las tres musas últimas castellanas 075
Si nunca descortés preguntó, vano,
el polvo, vuelto en barro peligroso,
«¿Por qué me obraste vil o generoso?»
al autor, a la rueda y a la mano;
él todo presumido de tirano,
a nueve lunas peso congojoso
(que llamarle gusano temeroso
es mortificación para el gusano),
¿de dónde ha derivado la osadía
de pedir la razón de su destino
al que con su palabra encendió el día?
¡Oh, humo!, ¡oh, llama!, sigue buen camino:
que el secreto de Dios no admite espía,
ni mérito desnudo le previno.