Las tres musas últimas castellanas 072

Porque habiendo muchas madres muertas de lástima de ver muerto a sus hijos, amando Nuestra Señora más a su Hijo que todas, no murió de lástima

(Las tres musas últimas castellanas)

de Francisco de Quevedo


El ver correr de Dios la sangre clara
en abundante vena por el suelo
(que borró el sentimiento todo el cielo
y al sol desaliñó cabello y cara);


ver la generación dura y avara
hartarse de venganza en su consuelo,
oír la grande voz que rompió el velo;
amaneciendo sombras que declara,


no fue bastante, con afán tan fuerte,
a desatar un alma combatida
que por los ojos en raudal se vierte.


Pues aunque fue mortal la despedida,
aun no pudo, de lástima, dar muerte,
muerte que sólo fue para dar vida.