Las tres musas últimas castellanas 062

Soneto amoroso

(Las tres musas últimas castellanas)

de Francisco de Quevedo


O dulces, frescas aguas, transparentes,
que vuestra claridad a Celia hurtaste,
cuando otra vez mis glorias murmuraste,
haciéndote dicho entere las gentes.


Si acaso, río ufano, acaso sientes
mi mal, y vos, o flores escuchaste
mis quejas, y algún tiempo acompañaste
vergonzosas mi fe con las corrientes.


Decid, pues sois testigos, este río
a mí, y a Celia todo en un momento
no representa con dibujo raro:


Murmurando decís a favor mío,
que a ella se parece en movimiento,
y a mí tan solamente en el ser claro.