Las tres musas últimas castellanas 018

Habiendo llamado a su zagala Aurora, pide a la del cielo, que se detenga para ver en alto el retrato de su misma zagala

(Las tres musas últimas castellanas)
de Francisco de Quevedo


Tú, princesa bellísima del día,
de las sombras nocturnas triunfadora,
oro risueño y púrpura pintora,
del aire melancólico alegría;


pues del sol que te sigue y que te envía
eres flagrante y rica embajadora;
pues por ennoblecerte llamé Aurora
la hermosa sin igual zagala mía,


ya que la noche me privó de vella,
y esquiva mis dos ojos, piadosa,
entretenme su imagen en tu estrella.


Niégale al sol las horas; no envidiosa
su llama, que tus luces atropella,
esconde en ti su ardiente nieve y rosa.