Las siete canciones de amor

Las siete canciones de amor: Poema musical del siglo XII (1915)
de Pedro Vindel y Martín Codax
LAS SIETE
CANCIONES DE AMOR

Tirada de muy pocos ejemplares, para distribución privada, y sólo se ponen a la venta DIEZ, al precio de
VEINTICINCO PESETAS

MARTIN CODAX


LAS SIETE

CANCIONES DE AMOR


POEMA MUSICAL DEL SIGLO XII


PUBLÍCASE EN FACSÍMIL, AHORA POR PRIMERA VEZ,
CON ALGUNAS NOTAS RECOPILADAS POR


PEDRO VINDEL


(Va acompañado de nueve fotograbados.)


MADRID

MCMXV


Las expediciones de normandos y escoceses a las rías de Galicia nos cuentan fueron frecuentes en los siglos XII y XIII, y en esta parte de España se celebraban con fiestas y bailes la llegada de las naves.

Según algunos autores, comenzaban las diversiones por Cantigas a Santa María, y siguiendo las canciones de Romería a Santiago, que entonaban los peregrinos, terminaban siempre con las alegres canciones llamadas de amor o amigo.

Un feliz descubrimiento acaba de hacerse, que aporta nuevos datos, y que es de importancia suma para la historia de la música y los cantos y bailes populares en España.

La primera noticia de este hallazgo, y que es a la vez la base del trabajo que ahora publicamos, la dimos a luz en el número I, del año III, del Arte Español, febrero de 1914, con el epígrafe «Las Siete Canciones de Amor», págs. 27-31.

Se trata de un pergamino del siglo XIII que contiene las siete Canciones o Cantigas de Amor.

Esta vitela, que es una maravillosa joya musical, la hemos hallado sirviendo de forro a un Códice del siglo XIV, que contiene un «Cicerón, De Officiis», en 4.°, y el conjunto venía a constituir un volumen encuadernado a la manera más sencilla, dentro de las llamadas encuadernaciones monásticas.

Este pergamino, que es igual al que empleaban los notarios para los Privilegios y Cartas-pueblas en los siglos XII y XIII, mide 34 centímetros de alto por 46 de ancho, comprendidas las márgenes, pues el texto sólo mide 27 centímetros de alto por 39 de ancho, incluída la parte del centro, resultando el pergamino del tamaño de un doble folio; está escrito por una sola cara y a cuatro columnas; contiene 26 líneas de versos la primera, 24 la segunda, 23 la tercera y 17 la cuarta, comprendidos los estribillos en abreviatura, que, transcritos literalmente, suman 106 versos.

La primera columna contiene cinco pentagramas con notas musicales; la segunda, seis; la tercera, otros seis, y la cuarta, cuatro. Toda la escritura parece de la misma mano y está hecha con tinta negra, y los pentagramas con tinta roja; las iniciales son de dos tamaños: una grande al principio de cada pieza musical, y algo más chicas las de cada estrofa; están hechas en colores azul y rojo. La sexta canción sólo tiene los pentagramas, no habiéndole puesto la música, acaso porque se cantaría con los mismos tonos o aires de las otras que contiene este pergamino.

La tercera, cuarta y quinta piezas tienen defectos que les afectan, pero de un modo leve, habiendo sido fácil la reconstitución del texto, merced a una transcripción autógrafa de D. Victor Sáiz Armesto, hecha teniendo presentes las versiones impresas conocidas por él.

En el original que poseemos, de puño y letra de dicho escritor, dice refiriéndose a estas canciones:

«Transcritas por Braga (integras).
Menéndez y Pelayo (trozos).
C. Michâelis de Vasconcellos (números 3 y 6).
José Joaquín Nunes (integras) y Murguía (trozos).

Las transcripciones de Braga y J. J. Núñez son arbitrarias.

Las de José de Santiago, y la Iglesia, son calcos serviles de Braga, lo mismo que la de Teodosio Vesteiro.»

Al folio 165 publica Theophilo Braga:

Nunca eu vi melhor ermida nem mais santa
e que sse de mi esfinge e mi canta;
disserom-mi que a ssa coyta sempr'avanta
por mi deus a-vos grado,
e dizem-mi que é cuydado
por mi o perjurado.
Martin Codaz, esta non acho fechada .....
..........................................

En la crítica moderna hay la característica de la duda en todo, y se nos ocurre que el Codax que varios autores dan como apellido pudiera ser la palabra «Códice», equivalente a «obra de.....», etc.

Es decir, que en lugar de «Martín Codax», pudiera entenderse «Martín Códice», o sea «Libro de Martín».

Esto no deja de ser una sencilla y acaso inocente suposición. Se deja el estudio del asunto para los historiadores concienzudos.

En el Cancionero de la Vaticana se hallan los versos de estas siete canciones, bajo los números 884 a 890 inclusive, y que Theophilo Braga y otros transcribieron de un modo arbitrario y caprichoso, convirtiendo las palabras en portuguesas, gallegas, provenzales o castellanas, según sus miras de nacionalidad y según el punto de vista bajo el cual escribían.

El verdadero texto no ha sido conocido hasta ahora, y por él se prueba de una manera indubitable que en Galicia hubo en los siglos XII y XIII una poesía lírica indígena, que se extendió después a Portugal, Castilla y otras regiones de España.

El Marqués de Santillana escribió: «...... esta arte que mayor se llama, o el arte comun, creó, en los reynos de Gallicia e Portugal, donde non es de dubdar que el exercicio destas sciencias mas que en ningunas otras regiones e provincias de España se acostumbró, en tanto grado que non ha mucho tiempo cualesquier decidores e trovadores destas partes, agora fuesen castellanos, andaluces o de la Extremadura, todas sus obras componian en lengua gallega..... Acuerdome, Señor muy magnifico, seyendo yo en edat non provecta, mas assaz pequeño moço, en poder de mi abuela doña Mencia de Cisneros, entre otros libros aver visto un grand volumen de cantigas serranas e decires portugueses e gallegos..... cuyas obras aquellos que las leian, loavan de invenciones sotiles, e de graciosas e dulces palabras. Avia obras de Johan Xoarez de Pavia, el cual se diçe aver muerto en Galicia por amores.....» (Obras. Madrid, 1852, pág. 12.)

El célebre benedictino padre Sarmiento escribe: «..... he observado que en Galicia las mugeres no solo son Poetisas, sino también musicas naturales. Generalmente hablando, asi en Castilla, como en Portugal, y en otras Provincias, los hombres son los que componen las coplas, e inventan los tonos, o ayres; y asi se ve que en este género de coplas populares, hablan los hombres con las mugeres, o para amarlas, o para satyrizarlas. En Galicia es al contrario. En la mayor parte de las coplas Gallegas, hablan las mugeres con los hombres.....» (Memorias, pág. 238.)

D. Marcelino Menéndez y Pelayo, en la Antologia de Poetas Liricos, tomo III, dice: «La primitiva poesía lírica de Castilla se escribió en gallego antes de escribirse en castellano, y coexistió por siglo y medio con el empleo del castellano en la poesía lírica épica y en todas las manifestaciones de la prosa, y este galleguismo no era meramente erudito, sino que trascendía á los cantares del vulgo. El mismo pueblo castellano, que entonaba en la lengua de Burgos sus gestas heroicas, se valía del gallego para las cantigas de escarnio y de maldecir.»

Copiamos lo que la Excma. Sra. Doña Carolina Michâelis de Vasconcellos dice con respecto a Martín Codax.

Can. de Ajuda, vol. II, pág. 409, nota 1: «que M. C. é um dos trov. que mencionam nos seus versos, a terra em que provavelmente nasceram e viviam.»

Pág. 627: «Menciono-o entre os vinte e seis jograes que escreveram exclusivamente Cantares de amigo, i é cantares cuja protagonista e uma menena.»

Pág. 884: «Incluo C. V. 886 e 887 (por se refererem á Igreja e ao Sagrado de Vigo) entre as cantigas de romarea.»

Pág. 937: «Digo que os versos de estilo popular de M. C. e outros sao quasi livres de influencias provençalescas e francesas comquanto a entrada na corte de jograes galizianos de superior talento musical e poetico tornaria compreensioeis certos laivos de cortesania que se notam em algumas das suas composiçoes.»

D. José de Santiago, en la Historia de Vigo, Madrid, 1896, dice: «..... hasta el siglo XI no se encuentra mencionado el nombre de Vigo; pero es presumible que hacia fin del siglo XII se edificase la iglesia anexa al convento y casa de los Templarios, pues ya el trovador Martín Codax, que floreció a últimos del siglo XI y principios del XII, en una de sus composiciones poéticas canta la iglesia de Vigo......»

En la página 171 dice: «Entre los trovadores que florecieron en la comarca de Vigo del siglo XI al XII, citaremos al juglar Martín Codax, que, como natural de esta preciosa ría, nos dejó muchas composiciones poéticas referentes a Vigo y a sus playas; en medio de su sencillez se revela un dulce poeta.»

«Por lo que a nuestra comarca de Vigo se refiere, y que puede aplicarse a las pintorescas rías del litoral gallego, se conocían en esta época las canciones marineras, que formaban el fondo de nuestra poesía lírica.»

«En 1325 era importante la navegación entre las costas de Galicia y del Cantábrico, donde se habían formado buenos marineros, con los puertos de la Gran Bretaña; pues vemos que entre las graves reclamaciones que Eduardo III de Inglaterra presentó al Rey de Castilla, por hostilidades cometidas por marineros castellanos en las costas y puertos de Inglaterra, denomina..... las rías de Ribadeo, Vivero, Coruña, Pontevedra y Bayona de Miñor.»

En los siglos XII y XIII tuvo gran importancia la Iglesia de Vigo, y en 1403 fué reconstruída en parte su Colegiata, y al celebrarse fiestas en la inauguración del nuevo templo, opinamos debieron coleccionarse las poesías y piezas musicales que ahora por primera vez damos a luz.

El juglar Martín rindió culto a la costumbre de su época, dividiendo su obra en siete partes, a que fueron tan aficionados los antiguos para nombrar sus creaciones; véanse unos ejemplos: Los Siete Sabios de Grecia; Los Siete Sabios de Roma; Las Siete Colinas de Roma; Las Siete Virtudes; Los Siete Pecados mortales, representados en la Hidra de Siete Cabezas; Los Siete Durmientes; Los Siete Infantes de Lara; Las Siete Partidas de D. Alfonso el Sabio; Las Siete Maravillas del Mundo; Las Siete Cuerdas de la Lira de Apolo; Las Siete Notas musicales, etc., etc.

La música de las canciones que ahora publicamos debía cantarse a dos o tres voces: la tiple, acompañada de arpa; el tenor, con laúd, y el bajo, con tamboril; los coros tocaban panderetas, castañuelas y sonajas.

En conclusión: el documento literario musical de que acabamos de dar noticia es hasta ahora la obra más antigua que de cantos, bailes y música popular ha llegado hasta nosotros, y tiene un valor inapreciable desde el punto de vista arqueológico y musical.