-Caballero de lejas tierras,
llegáos acá y paréis,
hinquedes la lanza en tierra,
vuestro caballo arrendéis.
Preguntaros he por nuevas
si mi esposo conocéis.
-Vuestro marido, señora,
decid ¿de qué señas es?
-Mi marido es mozo y blanco,
gentil hombre y bien cortés,
muy gran jugador de tablas
y también del ajedrez,
En el pomo de su espada
armas trae de un marqués,
y un ropón de brocado
y de carmesí al envés;
cabe el fierro de la lanza
trae un pendón portugués,
que ganó en unas justas
a un valiente francés.
-Por esas señas, señora,
tu marido muerto es;
En Valencia le mataron,
en casa de un ginovés,
sobre el juego de las tablas
lo matara un milanés.
Muchas damas lo lloraban,
caballeros con arnés,
sobre todo lo lloraba
la hija del ginovés;
todos dicen a una voz
que su enamorada es;
si habéis de tomar amores,
por otro a mí no dejéis.
-No me lo mandéis, señor,
señor, no me lo mandéis,
que antes que eso hiciese,
señor, monja me veréis.
-No os metáis monja, señora,
pues que hacerlo no podéis,
que vuestro marido amado
delante de vos lo tenéis.