Las señas
Perdí mi corazón, ¿le habéis hallado ninfas del valle en que pensando vivo? Ayer andando solo y pensativo, suspirando mi amor por este prado, él huyó de mi pecho desolado como el rayo veloz, y tan esquivo, que yo grité: »¡Detente, fugitivo!» y ya no le vi más por ningún lado. Si no lo conocéis, como en un ara, arde en él una hoguera, y cruda herida por víctima de Silvia lo declara. Dadle por vuestro bien, que esa homicida le hizo tan infeliz, que adonde para mi corazón, ya no hay placer ni vida.