Las ranas sedientas

Las ranas sedientas
de Félix María Samaniego


Dos ranas que vivían juntamente, 
En un verano ardiente
Se quedaron en seco en su laguna. 
Saltando aquí y allí, llegó la una 
A la orilla de un pozo.
Llena entonces de gozo, 
Gritó a su compañera: 
«Ven y salta ligera.»
Llegó, y estando entrambas a la orilla, 
Notando como grande maravilla, 
Entre los agotados juncos y heno,
El fresco pozo casi de agua lleno, 
Prorrumpió la primera: «¿A qué esperamos, 
Que no nos arrojamos
Al agua, que apacible nos convida?» 
La segunda responde: «Inadvertida, 
Yo tengo igual deseo,
Pero pienso y preveo
Que, aunque es fácil al pozo nuestra entrada, 
La agua, con los calores exhalada,
Según vaya faltando,
Nos irá dulcemente sepultando, 
Y al tiempo que salir solicitemos, 
En la Estigia laguna nos veremos.»


Por consultar al gusto solamente 
Entra en la nasa el pez incautamente, 
El pájaro sencillo en la red queda,
Y ten qué lazos el hombre no se enreda?