Las nacionalidades :2

Las nacionalidades, Francisco Pi y Margall, 1876


Prólogo

Este libro es el desarrollo de ideas indicadas en otros escritos. Busco hace tiempo en la federación el organismo interior y exterior de las naciones, y no abandono una empresa que considero todos los días más grande y fecunda. Está, en mi juicio, perturbada Europa principalmente por no reconocer que cada orden de intereses polítícos presupone y reclama la existencia de un poder autónomo que lo dirija y gobierne.

Si defiendo un error, culpa será, no de mi voluntad, sino de mi entendimiento. Digo lo que pienso y creo justo, sin modificarlo ni velarlo por mi propia conveniencia ni la de mi partido; y pues trato de convencer, no de seducir, lo digo en el lenguaje sencillo y claro que a la verdad corresponde. Nadie busque aquí, por lo tanto, ni párrafos estudiados ni artificiosas teorías. Deseoso de estar lo más posible en la realidad, hasta he seguido el método opuesto al que generalmente se emplea. En vez de partir de hipótesis más o menos admitidas, he observado atentamente los hechos, y por el exámen de las leyes a que obedecen he llegadoa las doctrinas que sostengo.

Quizá no sea éste el método más acomodado a la viva imaginación del pueblo. Es sin duda alguna el que más le importa. Tiempo es ya de que aprendamos en la Historia la verdadera causa de nuestros males y el régimen político a que nos llaman las circunstancias con que se han ido reuniendo los diversos elementos de la nacionalidad española. La razón puede engañarnos; no ya fácilmente, si resisten sus afirmaciones a la experiencia, que es su piedra de toque.

Porque aquí la razón y la tradición están de acuerdo, tengo la esperanza de que se realice mi idea. ¿No lo estarán tal vez? Lea el que dude, y falle.

Madrid, 14 de noviembre de 1876.