Las mil y una noches:661
PERO CUANDO LLEGO LA 675ª NOCHE
editarElla dijo:
"... volviendo sus miradas hacia el joven Nur, la bella egipcia cantó estos versos, acompañándose:
- ¡La noche es clara y transparente, y en la umbría cercana, el ruiseñor suspira sus transportes, como un amante apasionado!
- ¡Ah! ¡despiértate! ¡la desnudez del cielo y su frescura invitan al placer a nuestra alma, y esta noche la luna está llena de sortilegios! ¡Ven!
- ¡No temamos a los envidiosos, y aprovechémonos del sueño de nuestros censores para sumirnos impunemente en el seno de las voluptuosidades! ¡No siempre están las noches estrelladas y embalsamadas! ¡Ven!
- ¿Acaso, para disfrutar del placer tranquilo, no tienes mirtos, rosas, flores de oro y perfumes?
- ¿Y no posees las cuatro cosas necesarias para el regocijo ideal: un amigo, una amante, una bolsa llena y vino?
- ¿Qué más se necesita para ser dichoso? ¡Aprovéchate de ello cuanto antes! ¡mañana se desvanecerá todo! ¡He aquí la copa del placer!
Al oír estos versos, el joven Nur embriagado de vino y de amor, dirigió miradas inflamadas a la bella esclava, que le respondió con una sonrisa atrayente. Entonces se inclinó él a ella poseído de deseo; y ella, al punto, asestó contra él los botones de sus senos, le besó entre los ojos y se le abandonó del todo entre sus manos. Y Nur, cediendo a la turbación de sus sentidos y a la calentura que le abrasaba, pegó sus labios a la boca de la joven y la aspiró como a una rosa. Pero ella advertida por las miradas de los demás jóvenes, se desenlazó de aquel primer abrazo del joven para volver a coger el láud, y cantar:
- ¡Por la hermosura de tu rostro, por tus mejillas, parterre de rosas, por el vino precioso de tu saliva, te juro que eres el espíritu de mi espíritu, la luz de mis ojos, el bálsamo de mis párpados, y que sólo te amo a ti!, ¡oh vida de las almas!
Al oír esta ardiente declaración, Nur, transportado de amor, improvisó a su vez lo siguiente:
- ¡Oh, tú, cuyo porte es gallardo como el de un barco pirata sobre el mar, bella de mirada de halcón!
- ¡Oh joven vestida de gracia, la de boca adornada con dos sartas de perlas, la de mejillas florecidas de rosas en un parterre de difícil acceso!
- ¡Oh propietaria de una cabellera de esplendor que se esparce a derecha y a izquierda en toda su longitud, negra como un negro joven que se vendiera en almoneda!
- ¡Te conviertes en pensamiento tiránico de mi alma! ¡A la vista de tus encantos, el amor entró en mi corazón profundamente y lo tiñó con el color oscuro de la cochinilla, que es el tinte más indeleble! ¡Y su fuego me consumió el hígado hasta la locura!
- ¡Así, pues, quiero darte mis bienes y mi alma toda! Y si me preguntaras: "¿Sacrificarías por mí tu sueño?", te contestaría yo: "¡Sí, por cierto, e incluso mis ojos, oh maga!"
Cuando el joven a quien pertenecía el jardín vió el estado en que se encontraba su amigo Nur, le pareció que había llegado el momento de dejar a la bella egipcia que le iniciara en las alegrías del amor. E hizo inmediatamente señas a los jóvenes, que se levantaron uno tras otro y se retiraron de la sala del festín, dejando a Nur cara a cara con la bella egipcia.
Tan pronto como la joven se vió sola con el hermoso Nur, se irguió cuan larga era y se despojó de todos sus adornos y de sus trajes para quedarse enteramente desnuda, con sólo su cabellera por todo velo. Y fué a sentarse en las rodillas de Nur, y le besó entre los ojos, y le dijo: "Has de saber ¡oh ojos míos! que el regalo guarda proporción siempre con la generosidad del donante. ¡Por tanto, en vista de tu hermosura y de que me gustas, te hago el don de todo lo que poseo! ¡Toma mis labios, toma mi lengua, toma mis senos, toma mi vientre y todo lo demás!" Y aceptó Nur el maravilloso obsequio, y en cambio, le hizo don de otro más maravilloso todavía. Y la joven le preguntó cuando hubieron acabado, encantada y sorprendida de su generosidad y su destreza: "¡El caso es ¡oh Nur! que tus compañeros decían que estabas virgen!" El dijo: "¡Es verdad!" Ella dijo: "¡Qué asombroso! ¿Y cómo fuiste tan experto en tu primer ensayo?" El dijo riendo: "¡Siempre salen chispas cuando se frota el pedernal!"
Y así fué cómo entre rosas y escarceos múltiples, el joven Nur conoció el amor en los brazos de una egipcia bella y sana cual el ojo del gallo, y blanca cual la almendra mondada...