Las mil y una noches:606
LAS AVENTURAS DE HASSAN AL-BASSRI (Continuación)
editarElla dijo:
"... Y he aquí que al día siguiente, conforme con su promesa, la vieja Madre-de-las-Lanzas se puso a la cabeza de sus guerreras al son de los tambores. Y disfrazado de amazona, hallábase sentado Hassán en la roca que dominaba el mar. ¡Y de tal modo asemejábase a alguna hija entre las hijas de los reyes!
Entretanto, las jóvenes guerreras se apeaban de sus caballos a una señal de la vieja Madre-de-las-Lanzas que mandaba en ellas, desembarazándose de sus armas y de sus corazas. Y surgieron derechas como husos y brillantes ¡oh delirio de lises y de rosas! cual las lises surgen de sus hojas y las rosas de sus espinas. Y blancas y ligeras, se metieron en el mar. Y la espuma mezclóse con sus cabelleras libres y retorcidas o peinadas y enhiestas como torres. Y las protuberancias de las olas se confundían con las protuberancias de sus grupas vírgenes. Y se creerían corolas deshojadas sobre el agua.
Pero entre tantos rostros de luna y talles flexibles, entre tantos ojos negros y dientes blancos, entre tantas cabelleras de colores distintos y grupas de bendición, por más que miró Hassán no reconoció la incomparable belleza de su bienamada Esplendor. Y dijo a la vieja: "¡Oh mi buena madre, no está Esplendor entre ellas!"
Y contestó la anciana jinete: "¿Quién sabe, hijo mío? ¡Quizá la distancia no te permita enterarte bien!" Y dió una palmada, y salieron del agua todas las jóvenes y fueron a ponerse en fila sobre la arena, húmedas de pedrerías aún. Y una tras otra, flexibles y ondulantes, pasaron por delante de la roca en que estaba Hassán con la Madre-de-las-Lanzas, sin llevar encima de sí, por toda armadura, más que sus cabellos esparcidos por la espalda, y ataviadas solamente con las joyas de su carne desnuda.
¡A la sazón, ¡oh Hassán! fué cuando viste lo que viste! ¡Oh conejos de todos los colores y de todas las variedades entre los muslos de aquellas jóvenes hijas de reyes! Estabais gordos, érais redondos, estabais rollizos, érais blancos, érais cual cúpula, érais grandes, érais abovedados, érais altos, érais estrechos, érais abombados, estabais cerrados, estabais intactos, érais estrechos, érais cual sargos, érais pesados, érais morrudos, érais mudos, érais cual nidos, estabais sin orejas, érais cálidos, érais cual tiendas, estabais pelados teníais hocicos, érais sordos, estabais escondidos, érais pequeños, estabais hendidos, érais sensibles, érais cual golfos marinos, estabais secos, érais excelentes; pero de ningún modo podríais compararos con la historia de Esplendor.
Así es que Hassán dejó pasar a todas las jóvenes, y dijo a la anciana Madre-de-las-Lanzas: "¡Oh mi señora! ¡Por tu vida sobre mí, que no hay entre todas esas jóvenes ni una sola que de cerca o de lejos se parezca a Esplendor!" Y la vieja guerrera le dijo, asombrada: "¡Entonces, ¡oh Hassán! después de todas las que viste, no quedan más que las siete hijas de nuestro rey! ¡Te ruego, pues, que me des algunas señas por las cuales pueda yo reconocer a tu esposa cuando llegue la ocasión, y descríbemela con sus particularidades! ¡Y retendré tu descripción en la memoria, e informada de ese modo, no dejaré de encontrar a la que deseas!"
Y Hassán contestó: "Describírtela, ¡oh señora! es morir de impotencia; porque ninguna lengua sabría expresar todas sus perfecciones. Pero quiero darte una idea aproximada. Tiene ¡ oh mi señora! un rostro tan blanco cual un día de bendición; una cintura tan fina, que el sol no lograría alargar su sombra en el suelo; una cabellera negra y larga, que cae sobre su espalda como la noche sobre el día; unos senos que agujerean las telas más duras; una lengua cual la de las abejas; una saliva como el agua de la fuente Salsabil; unos ojos como el manantial de Kausar; una fragilidad de rama de jazmín; unos dientes cual granizos; un grano de belleza en la mejilla derecha y un antojo en el ombligo; una boca cual una cornalina, que bebe en copa y jarro; mejillas cual anémonas de Nemán; un vientre elástico y deslumbrador, tan espacioso y tan blanco como una tina de mármol; una grupa más sólida y mejor construida que la cúpula del templo de Iram; muslos vaciados en el molde de la perfección, tan dulces como los días de la reunión tras de la ausencia amarga, entre los cuales se asienta el trono del califa, santuario del reposo y de la embriaguez, y cuyo logogrifo lo describió el poeta así:
¡Mi nombre, objeto de tantos desvelos; se compone de dos letras ramosas! ¡Multiplicad cuatro por cinco y seis por diez y lo obtendréis! (La palabra árabe Koss, el "Kussos" de los griegos, se compone de dos letras, la primera de las cuales, la Kaf, se representa por 20, y la segunda, la Sin, por 60.)
Y cuando hubo dicho estas palabras, Hassán no pudo reprimir por más tiempo sus lágrimas, y se echó a llorar. Luego exclamó: "¡Mi tormento ¡oh Esplendor! es tan amargo como el tormento del derviche que ha perdido su escudilla, o el sufrimiento del peregrino que tiene una herida en el talón, o el dolor del amputado que se ve sin piernas y sin brazos!"
Cuando la anciana amazona hubo oído todo aquello, bajó la cabeza durante un momento sumida en profunda reflexión, y luego dijo a Hassán: "¡Qué calamidad! ¡Oh Hassán! ¡Te perderás sin remedio y me perderás contigo! ¡Porque la joven que acabas de describirme es sin duda una de las siete hijas de nuestro poderoso rey! ¡Qué propósitos abrigas y cuán loca es tu audacia! ¡Entre tú y ella hay la distancia que entre la tierra y el cielo, y si persistes en tu deseo, correrás a tu perdición! ¡Escúchame, pues, Hassán! ¡Renuncia a ese proyecto temerario, y no te expongas a rendir tu alma...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.