Las mil y una noches:588

Las mil y una noches - Tomo IV​ de Anónimo
Capítulo 588: Pero cuando llegó la 589ª noche


PERO CUANDO LLEGO LA 589ª NOCHE editar

Ella dijo:

"... Y sucederá lo que suceda".

Al oír estas palabras de Botón-de-Rosa, Hassán se sintió transportado de alegría y notó que en él entraba nueva vida y le devolvía la plenitud de sus fuerzas. Y se irguió sobre sus pies, y tomó en sus manos la cabeza de la joven y la besó tiernamente, dándole gracias por su amistad. Y bajaron ambos al palacio y pasaron el resto del tiempo hablando dulcemente de unas cosas y de otras en la más deliciosa de las sinceridades.

Al día siguiente, que era precisamente día de luna nueva, Hassán esperó la noche para ir a esconderse detrás del estrado que había a orillas del lago. Y apenas llevaba allí unos instantes, cuando en el silencio nocturno se hizo oír un ruido de alas, y a la claridad de la luna los pájaros, con tanta impaciencia deseados, llegaron y bajaron al lago después de quitarse sus mantos de plumas y las sedas que debajo ostentaban. Y la maravillosa Esplendor, hija del rey de los genn, también sumergió en el agua su desnuda carne de gloria. Y estaba más bella y más deseable que la primera vez. Y a pesar de la admiración y de la emoción que le embargaba, Hassán pudo deslizarse sin ser visto hasta el sitio en que se hallaban las ropas, cogiendo el manto de plumas de la joven real, y ocultándose enseguida detrás del estrado.

Cuando la hermosa Esplendor salió del baño, al primer golpe de vista comprendió, por el desorden de las ropas esparcidas sobre el césped, que una mano extraña y audaz las había profanado. Y se acercó y comprobó que había desaparecido su manto. Y lanzó un estridente grito de terror y desesperación, y se golpeó el rostro y el pecho. ¡Oh! ¡cuán bella estaba así la desesperada! Pero, al oír el grito, precipitáronse a ella sus compañeras para ver qué ocurría, y figurándose lo que acababa de suceder, se puso apresuradamente cada cual su manto, y sin pensar en secar su desnudez mojada, ni en vestir sus sedas interiores, envolviéronse en sus plumas volantes, y rápidas cual gacelas asustadas o palomas perseguidas por un halcón, huyeron desordenadamente por los aires. Y desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos, dejando sola a orillas del lago a la llorosa, a la dolorida, a la indignada Esplendor, hija de su rey.

Entonces, aunque temblando de emoción, Hassán salió de su escondite en pos de la joven desnuda, que huyó. Y la persiguió él alrededor del lago, llamándola por los nombres más tiernos y asegurándole que no quería hacerle ningún daño.

Pero ella, como una cierva acosada, corría jadeante, adelantando los brazos, con los cabellos al viento, enloquecida de verse sorprendida así en su íntima desnudez de virgen. Pero de un salto Hassán acabó por alcanzarla, y la cogió por la cabellera, que se anudó en la mano, y la obligó a seguirle. Entonces cerró ella los ojos, y resignada con su suerte, se dejó llevar sin oponer resistencia. Y Hassán la condujo a su aposento, en donde la encerró sin dejarse conmover por las súplicas y lloros de ella, corriendo sin tardanza para prevenir a su hermana y anunciarle la buena nueva de su éxito.

Enseguida Botón-de-Rosa fué al aposento de Hassán y encontróse con la desolada Esplendor, que se mordía de desesperación las manos y lloraba todas las lágrimas de sus ojos. Y Botón-de-Rosa se echó a sus pies para rendirle homenaje, y después de besar la tierra, le dijo: "¡Oh soberana mía! ¡la paz sobre ti y la gracia de Alah y sus bendiciones! ¡Iluminas la morada y la perfumas con tu llegada!"

Y contestó Esplendor: "¿Pero eres tú, Botón-de-Rosa? ¿Es que permites que los hijos de los hombres traten así a la hija de tu rey? Conoces el poder de mi padre; sabes que se le someten los reyes de los genn y que manda en legiones de efrits y de mareds, innumerables cual los granos de la arena marina; ¡y te atreviste a recibir en tu morada un hombre para que me sorprendiera, y has hecho traición a la hija de tu soberano! De no ser así, ¿cómo iba este hombre a encontrar el camino del lago en que yo me bañaba?"

Al oír estas palabras, contestó la hermana de Hassán: "¡Oh princesa hija de nuestro soberano! ¡oh la más bella y más admirada entre las hijas de los genn y de los humanos! Has de saber que el que te sorprendió en tu baño ¡oh lustral! es un joven a ningún otro parecido. Y en verdad que está dotado de modales demasiado encantadores para que tuviese la menor intención de disgustarte. ¡Pero cuando una cosa ha sido decretada por el Destino, debe ocurrir! ¡Y precisamente el destino del hermoso joven que te sorprendió le hizo enamorarse de tu belleza apasionadamente; y los enamorados son disculpables! ¡Y no puede ser culpable a tus ojos quien te ama como te ama él! Y sobre todo, ¿no ha creado Alah las mujeres para los hombres? ¿Y no es ése el joven más encantador que hay sobre la tierra? ¡Si supieras ¡oh mi señora! cuán enfermo ha estado desde el día en que te vió por vez primera! ¡Estuvo a punto de perder el alma! ¡Así como lo oyes!"

Y siguió explicando a la princesa toda la violencia de la pasión encendida en el corazón de Hassán, y acabó diciendo: "¡Y no olvides ¡oh mi señora! que entre tus diez compañeras te eligió cual la más hermosa y la más maravillosa! ¡Y sin embargo, ellas estaban tan desnudas como tú y lo mismo se las hubiera podido sorprender en su baño!"

Al oír estas palabras de la hermana de Hassán, la bella Esplendor comprendió que debía renunciar a todo plan para evadirse, y se limitó a lanzar un prolongado suspiro de resignación. Y al punto corrió Botón-de-Rosa a llevarle un magnífico traje, con el cual la vistió...

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.