Las mil y una noches:479

Las mil y una noches - Tomo III​ de Anónimo
Capítulo 479: Y cuando llegó la 480ª noche


Y CUANDO LLEGO LA 480ª NOCHE editar

Ella dijo:

"... Cuando llegaron a la Meca, Juder se apresuró a agregarse a la procesión que rodeaba el recinto sagrado de la Kaaba para dar las siete vueltas rituales, y he aquí que precisamente encontró entre los peregrinos a su amigo el jeique Abd Al-Samad el moghrabín, que también estaba dando sus siete vueltas. Y el moghrabín le vio a su vez, y le hizo una zalema fraternal y le pidió noticias suyas. Entonces se echó a llorar Juder. Luego le contó lo que había ocurrido. Y el moghrabín le cogió de la mano y le condujo a la casa en que se hospedaba, le trató generosamente, le vistió con un traje espléndido y sin par, le dijo: "¡La desgracia se alejó de ti en absoluto, ¡oh Juder!"

Luego hubo de sacar su horóscopo, viendo lo que les había sucedido a los hermanos del pescador, y le dijo: "Sabe ¡oh Juder! que ha acaecido tal y cuál cosa a tus hermanos, y que a la hora de ahora están presos en el calabozo del rey de Egipto. ¡Pero estás de bienvenida en mi casa, donde vas a permanecer hasta la terminación de los ritos prescritos! ¡Y ya verás cómo todo saldrá bien en adelante!"

Juder contestó: "Permíteme ¡oh mi señor! que vaya en busca del mercader con quien vine, para pedirle su beneplácito y despedirme de él. ¡Y volveré a tu lado enseguida!" El otro le preguntó: "¿Le debes dinero?" Juder contestó: "¡No!" El otro dijo: "¡Vé, pues, a pedirle su beneplácito y a despedirte de él sin tardanza, porque en verdad que se deben consideraciones a la gente honrada en cuya casa hemos comido el pan!"

Y Juder fué en busca de su amo, el mercader de Jedda, le pidió su beneplácito, y le dijo: "¡Acabo de encontrar a mi amigo, a quien quiero más que a un hermano!" El mercader contestó: "¡Ve por él y daremos un festín en honor suyo!" Juder dijo: "¡Por Alah, no necesita él de festines! ¡Es uno de los hijos de la opulencia, y tiene muchos servidores!" Entonces el mercader le dio veinte dinares, diciéndole:”! Tómalos y libra mi conciencia y mi responsabilidad!”

Juder contestó: " ¡Que Alah te indemnice por todo lo que hiciste por mí!" Y se despidió de él y salió para buscar a su amigo el moghrabin. Pero encontró en el camino a un pobre hombre y le dio de limosna los veinte dinares; luego llegó a casa del moghrabín, y vivió con él hasta que se terminaron todos los ritos y obligaciones de la peregrinación.

Entonces el moghrabín fué en busca suya, y sacándose del dedo el anillo que en otro tiempo había cogido Juder del tesoro de Scharamardal, se lo dio, diciendo: "¡Oh Juder, toma este anillo que realizará todos tus anhelos! Porque has de saber que este anillo tiene por servidor a un genni, llamado Trueno-Penetrante, que estará a tus órdenes para cuanto le pidas. ¡No tienes más que frotar el engarce del anillo, y al punto se te aparecerá Trueno-Penetrante, que se encargará de ejecutar todas tus voluntades y de darte, si se los pides, todos los bienes del universo que desees!" Y para enseñarle su manejo, lo frotó delante de él con el pulgar. Al punto apareció el efrit Trueno-Penetrante, e inclinándose ante el moghrabín, dijo: "¡Heme aquí, ¡ya sidi! ¡Ordena y serás obedecido! ¡Pide y recibirás! ¿Quieres reconstruir una ciudad en ruinas o destruir una ciudad floreciente? ¿Quieres matar y asesinar? ¿Quieres arrancar el alma a un rey o solamente diezmar sus ejércitos? ¡Habla!"

El moghrabín contestó: "¡Oh Trueno! ¡ahí tienes al que será tu amo en adelante! ¡Te lo recomiendo mucho! ¡Sírvele bien!" Después le despidió, y encarándose con Juder, le dijo: "No olvides ¡oh Juder! que por medio de este anillo podrás deshacerte y vengarte de todos tus enemigos! ¡Y experimenta sin cuidado su poder!"

Juder dijo: "En ese caso, ¡oh mi señor! desearía volver a mi país y a mi morada".

El otro contestó: "Frota el anillo, y cuando el efrit Trueno se te aparezca y te diga: «¡Heme aquí! ¡ Pide y obtendrás! », respóndele: « ¡Quiero subir a tu espalda! ¡Llévame a mi país hoy mismo! ¡Y te obedecerá!"

Entonces Juder se despidió de Abd Al-Samad el moghrabín y frotó el anillo. Y al instante apareció Trueno-Penetrante, que le dijo: "¡Heme aquí! ¡Pide y obtendrás!" Y Juder contestó: "¡Condúceme a El Cairo hoy mismo!" El genni dijo: "¡Fácil es!" Y encorvándose por completo, se lo puso a la espalda y echó a volar con él. Y duró el viaje desde mediodía hasta media noche; y el efrit dejó a Juder en El Cairo, en la propia casa de su madre y desapareció.

Cuando la madre de Juder vió entrar a éste, se levantó y lloró, deseándole la paz. Luego le contó lo que les había sucedido a sus hermanos, y cómo el rey había hecho que les apalearan y les había quitado el saco encantado y el saco del oro y de las joyas. Y al oír aquello, Juder no pudo permanecer indiferente a la suerte de sus hermanos, y dijo a su madre: "¡No te aflijas por eso! ¡Al instante te probaré lo que puedo y te traeré a mis hermanos!"

Y al mismo tiempo frotó el engarce del anillo; y al punto apareció el servidor, que dijo: "¡Heme aquí! ¡Pide y obtendrás!"

Juder dijo: "¡Te ordeno que vayas a sacar a mis hermanos del calabozo del rey para traérmelos aquí!" Y desapareció el genni para ejecutar la orden.

Y he aquí que Salem y Salim yacían en un calabozo, llenos de grandes sufrimientos y de las penas y angustias más profundas, a causa de las torturas y privaciones experimentadas, hasta tal punto, que deseaban la muerte como una liberación y un término de sus males. Y precisamente hablaban entre sí con gran amargura a este respecto, llamando a la muerte, cuando vieron que a sus pies se abría de pronto el suelo y se les aparecía Trueno-Penetrante, quien, sin darles tiempo para nada, se los llevó a ambos, y desapareció con ellos en las profundidades de la tierra., en tanto que los dos hermanos se le desmayaban en sus brazos para no recobrar el sentido hasta que estuvieron en casa de su madre, y se encontraron echados en la alfombra entre su hermano Juder y su madre que los cuidaban con solicitud. Y al verles abrir los ojos, les dijo Juder: "¡Sean con vosotros todas las zalemas!, ¡oh hermanos míos! ¿No me reconocéis ya y me habéis olvidado? ...

En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discreta.