Las mil y una noches:400
PERO CUANDO LLEGO LA 400ª NOCHE
editarElla dijo:
... Y esta joven era tan exquisita, tan dulce y de una belleza tan viva, que la llamaban Rosa-en-el-Cáliz.
El rey, a quien gustaba mucho que estuviera ella a su lado en los festines, por lo bien dotada que se hallaba de finura de ingenio y distinción, tenía por costumbre dar todos los años grandes fiestas, y con esta ocasión aprovecharse de la presencia en palacio de los principales personajes de su reino para jugar con ellos a la pelota.
Cuando llegó el día en que los invitados del rey se reunían con motivo de este juego de pelota, Rosa-en-el-Cáliz se sentó a su ventana para disfrutar del espectáculo. Enseguida empezó a animarse el juego, y la hija del visir, que seguía con la vista a los jugadores y observaba sus movimientos, divisó entre ellos a un joven infinitamente hermoso, de rostro encantador, de dientes sonrientes, de cintura breve y de anchos hombros. Al verle, experimentó tal placer que no pudo hartarse de contemplarle ni dejar de lanzarle ojeadas repetidas. Acabó por llamar a su nodriza, y le preguntó: "¿Sabes el nombre de ese joven exquisito, tan lleno de distinción, que está en medio de los jugadores?" La nodriza contestó: "¡Oh hija mía, todos son hermosos! No sé de cuál quieres hablar". La joven dijo: "¡Espera, que voy a enseñártelo!"
Y cogió al punto una manzana y se la arrojó al joven, que se volvió y levantó la cabeza en dirección a la ventana. Vió entonces a Rosa-en-el-Cáliz, sonriente y bella como la luna llena al iluminar las tinieblas; y de repente, sin tener tiempo de separar de allí ya su mirada, se sintió extremadamente conmovido de amor; y recitó estos versos del poeta:
- ¿Quién punzó mi corazón enamorado? ¿Fue el arquero o la flecha de tus pupilas?
- ¿De dónde vienes tan veloz, flecha acerada? ¿De la muchedumbre de guerreros o de una ventana simplemente?
Rosa-en-el-Cáliz preguntó a su nodriza: "Y ahora, ¿puedes ya decirme el nombre de ese joven?"
La nodriza contestó: "Se llama Delicia-del-Mundo". Al oír tales palabras, la joven echó atrás la cabeza con placer y emoción, dejóse caer en el diván, gimió profundamente e improvisó estas estrofas:
- No ha tenido por qué arrepentirse quien te llamó Delicia-del-Mundo, ¡oh tú que unes una delicadeza exquisita de modales a todas las cualidades excelentes!
- ¡Oh naciente luna llena! ¡Oh rostro brillante que alumbras el universo e iluminas el mundo!
- ¡Entre todas las criaturas, eres el único sultán de la belleza! ¡Y tengo testigos que me den la razón!
- ¿No es tu ceja la letra nun, perfectamente trazada? ¿No se asemeja la almendra de tu ojo a la letra sad, escrita por los dedos amorosos del Creador?
- ¡Y tu cintura! ¿No es la joven, la tierna rama flexible que toma todas las formas deseables?
- Si ya tu intrepidez ¡oh jinete! sobrepujó al valor de los más fuertes, ¿qué no diré de tu gracia superior y de tu hermosura?
Terminada esta improvisación, Rosa-en-el-Cáliz cogió una hoja de papel y transcribió los versos cuidadosamente. La dobló luego y la metió en una bolsita de seda bordada en oro, la cual escondió debajo del cojín del diván.
Y he aquí que la vieja nodriza, que había observado estos diversos movimientos de su señora, se puso a charlar con ella de unas cosas y de otras hasta que la dejó dormida. Entones sacó cuidadosamente de debajo del cojín la hoja de papel, la leyó, y convencida de la pasión que sentía Rosa-en-el-Cáliz, la colocó en el mismo sitio. Luego, cuando se despertó la joven, le dijo: "¡Oh mi señora, soy para ti la mejor y más tierna de las consejeras! Debo, pues, decirte cuán violenta es la pasión de amor, y prevenirte de que cuando se concentra en un corazón sin poder expansionarse, lo derrite aunque sea de acero, y produce en el cuerpo muchas enfermedades y deformidades. ¡Por el contrario, si la persona que sufre de este mal de amor se lo revela a otra, tal cosa sólo alivio ha de proporcionarle!"
Al oír estas palabras de su nodriza, Rosa-en-el-Cáliz dijo: "¡Oh nodriza! ¿conoces un remedio para el amor?" La nodriza contestó: "Lo conozco. ¡Consiste en poseer a la persona amada!" La joven preguntó: "¿Y qué hacer para conseguir esa posesión?" La nodriza dijo: "¡Oh mi señora! por el pronto basta con cambiar cartas llenas de palabras dulces, de salutaciones y de cumplimientos; porque tal es el medio mejor a que para reunirse recurren dos amigos, y lo primero que hay que hacer para resolver dificultades y prevenir complicaciones. Así, pues ...
En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana y se calló discretamente.