Las mil y una noches:346
PERO CUANDO LLEGO LA 353ª NOCHE
editarElla dijo:
"...corrí a casa de Sett Badr, donde vi lo que vi. Y bastó aquello para confirmar mis sospechas. ¡Pero gracias a Alah se ha olvidado todo ahora!"
Me rogó entonces que, como prueba de su gratitud por mis buenos oficios, aceptase la suma de tres mil dinares; y le reiteré yo mis cumplimientos... "
Ibn Al-Mansur interrumpió de pronto su relato porque acababa de oír un ronquido que le cortó la palabra. Era el califa que dormía profundamente, dominado al fin por el sueño que hubo de producirle esta historia. Así es que, temiendo despertarle, Ibn Al-Mansur se evadió dulcemente por la puerta que más dulcemente aún le abrió el jefe de los eunucos.
Y acabando de hablar, Schehrazada se calló un instante, miró al rey Schahriar, y le dijo: "¡En verdad, oh rey afortunado, que me asombra que con esta historia no te haya también rendido el sueño!" El rey Schahriar dijo: "¡Nada de eso! ¡Te equivocas, Schehrazada! No siento ganas de dormir esta noche; ¡y ten cuidado, no vaya a ser que, si no me cuentas enseguida una historia instructiva, ponga en práctica la amenaza de Al-Raschid a su portaalfanje!
Por ejemplo, ¿no sabrías decirme algunas palabras acerca del remedio que hay contra las mujeres que atormentan a sus esposos con un deseo de carne nunca satisfecho, y les abren así la puerta de la tumba?"
Al oír estas palabras, Schehrazada reflexionó un instante, y dijo: "¡Precisamente, oh rey afortunado, de ninguna historia me acuerdo tan bien como de una referente a ese asunto, y que en seguida voy a contarte!"
Y dijo Schehrazada: