Las mil y una noches:217

Las mil y una noches - Tomo II
de Anónimo
Capítulo 217: Y cuando llegó la 196ª noche



Y CUANDO LLEGO LA 196ª NOCHE

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Ella dijo:

... a un enfermo a quien quiere mucho su padre, y que para todos nosotros es causa de aflicción continua" Y Marzauán le preguntó: "¿A qué enfermo te refieres?" El otro contestó: "Al príncipe Kamaralzamán, hijo de nuestro rey Schahramán, que habita aquí mismo".

Oídas estas palabras, Marzauán dijo para sí: "¡El Destino me favorece más de lo que yo deseaba!"

Después preguntó al visir: "¿Y cuál es la enfermedad que padece el hijo del rey?" El visir dijo: "Yo creo sencillamente que está loco. ¡Pero su padre afirma que le han hecho mal de ojo o algo parecido, y se halla a punto de creer una historia extraña que su hijo le ha contado!" Y el visir contó a Marzauán la historia entera desde su origen.

Cuando Marzauán oyó el relato, llegó al límite de la alegría, pues ya no dudó de que el príncipe Kamaralzamán fuera el joven que había pasado la famosa noche con Sett-Budur, dejando a su amada un recuerdo tan vivo. Pero se guardó muy bien de explicárselo al gran visir, y sólo le dijo: "¡Estoy seguro de que viendo al joven daré antes con el tratamiento indicado, y gracias al cual le curaré, si Alah quiere!"

Y el visir le llevó sin tardanza al aposento de Kamaralzamán.

Y lo primero que llamó la atención de Marzauán al mirar al príncipe fué su parecido extraordinario con Sett-Budur.

Y tan estupefacto se quedó, que no pudo por menos de exclamar: "¡Ya Alah! ¡Bendito sea Aquel que crea bellezas tan semejantes dándoles los mismos atributos e iguales perfecciones!"

Al oír estas palabras, Kamaralzamán, que hallábase tendido lánguidamente en el lecho y con los ojos medio cerrados, los abrió por completo y aguzó el oído. Pero Marzauán, aprovechando aquella atención del príncipe, improvisaba ya los siguientes versos, para darle a entender de una manera embozada lo que ni el rey Schahramán ni el gran visir podían comprender:

Trataré de cantar los méritos de una beldad, causante de mis padecimientos, para hacer revivir el recuerdo de sus antiguos encantos.

Me dicen: "¡Oh tú, el herido por la flecha de amor, levántate! ¡He aquí la copa llena, y la guitarra para alegrarte!"
Yo les digo: "¿Cómo podré alegrarme si amo? ¿Hay mayor alegría que la del amor y la de padecer por amor?
"¡Amo tanto a mi amiga, que me encela hasta la camisa que toca sus caderas cuando la camisa se ciñe demasiado a sus caderas hermosas, benditas y suaves!
"¡Amo tanto a mi amiga, que tengo celos de la copa que toca sus labios gentiles cuando la copa roza durante mucho tiempo sus labios, creados para el beso!
"¡No me censuréis por amarla tan apasionadamente; bastante padezco con mi propio amor!
"¡Ah! ¡Si supieras sus méritos! ¡Tan seductora es como José en casa de Faraón, tan melodiosa como David delante de Saúl, tan modesta como María, madre de Cristo!
"¡Y yo me veo tan triste como Jacob apartado de su hijo, tan desdichado como Jonás en la ballena, tan probado como Job entre la paja, tan decaído como Adán perseguido por el ángel...!
"¡Ay! ¡Nada me curará, a no ser el regreso de la amiga!".

Cuando Kamaralzamán oyó estos versos, notó como si penetrase en él una gran frescura que le apaciguara el alma, e hizo seña a su padre para que invitara al joven a sentarse cerca de él y los dejaran solos. Y encantado el rey al ver que su hijo interesábase por algo, se apresuró a invitar a Marzauán a sentarse cerca de Kamaralzamán, y salió de la sala después de haber guiñado el ojo al visir para indicarle que le siguiera.

Entonces Marzauán se inclinó al oído del príncipe, y le dijo: "Alah me ha guiado hasta aquí para servir de mediador entre tú y la que amas. Y a fin de convencerte, escucha". Y dió a Kamaralzamán tales pormenores de la noche pasada con la joven, que no era posible la duda.

Y añadió: " esa joven se llama Budur, y es hija del rey Ghayur, señor de El-Budur y El-Kussur. Y es mi hermana de leche".

Al oír estas palabras, Kamaralzamán se sintió tan aliviado de su languidez, que notó cómo las fuerzas daban a su alma nueva vida; y se levantó de la cama, y cogió del brazo a Marzauán, y le dijo: "¡Voy a irme en seguida contigo al país del rey Ghayur!"

Pero Marzauán le dijo: "¡Está algo lejos, y primero has de recobrar las fuerzas por completo! ¡Después iremos juntos allá, y tú solo curarás a Sett-Budur!"

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana y se calló discretamente.


Aclaración

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El traductor une en este capítulo las noches 195 y 196.