Las hebras que cogía en lazos de oro
Las hebras que cogía en lazos de oro con arte vuestra blanca y tierna mano, miraba, y el semblante altivo y llano y la florida luz que amando adoro. Creía en vos del sacro excelso coro que el esplendor se unía soberano; porque en sombra, aunque bella, y traje humano no vio tal bien el orbe y tal tesoro. Cuando rompiste leda el dulce espanto, que de vos parte ausente y solo apena, preguntando: «¿Qué fuerza me arrebata?» Yo, que temo partirme, suelto en llanto, digo: «Pienso que a muerte me condena del cruel vuestro amor la saña ingrata».