Las garantías del carlismo: Nuestra respuesta (1886)

NUESTRA RESPUESTA


Ante todo, fíjense nuestros lectores en dos confesiones que, atento sólo á su propósito final, se le escapan á El Globo. y que no por ser de suyo evidentes dejan de tener gracia en las columnas del periódico castelarino.

La primera es soberana.

«Si el carlismo no es un partido esencialmente religioso, que busca en la religion inspiracion á todas sus determinaciones, ¿qué es el carlismo?»

«Sin la fe que empuja hacia la trinchera á las poblaciones guerreras y piadosas de la region vasco-navarra, el pretendiente sólo contaría con bandas aptas únicamente para detener correos, cortar líneas telegráficas y saquear aldeas desguarnecidas.»

Sabe, pues, El Globo, y reconoce y confiesa lo que es de suyo evidente, lo que nadie ignora, lo que cien veces han tenido que reconocer aun los más interesados en suponer otra cosa, como son Cánovas, y Pidal, y La Union y todos los conservadores. Sabe, pues, El Globo, y reconoce y declara que es verdad lo que nosotros decimos, que el tradicionalismo es partido esencialmente católico, «que busca en la Religion inspiracion á todas sus determinaciones,» que lucha por su fe, y eso hasta el punto de que, sin ella, El Globo mismo confiesa que no se conciben los ejércitos de héroes que por la fe derramaron su sangre en la region vasco-navarra, como en Cataluña, en Aragón y en el Maestrazgo, en Valencia y en la Mancha, y áun en León y Astúrias.

Sabe, pues, El Globo, y reconoce y confiesa que no dice verdad cuando asegura que el tradicionalismo es un partido como los otros, que no pelea y derrama su sangre por la fe, sino por una causa política, que no busca en la Religion inspiracion á todas sus determinaciones, sino que usa vanamente de su nombre para sus fines mundanos.

La segunda confesion de El Globo también es solemne.

Ya nos había dado, con todos los demás liberales, y no sabemos cuántas veces, por muertos, por enterrados y hasta comidos de gusanos. Y en el artículo mismo en que El Globo quiere probar que estamos divididos y condenados á no poder vivir, y que no hay sino aventar nuestras cenizas, ludibrio de las gentes, y malditas en parte por la autoridad de la Iglesia contra quien se rebelan unos, y en parte por la autoridad política á quien otros no acatan, en ese mismo artículo declara El Globo, muy serio, que «no es el carlismo elemento del cual pueda prescindirse en la política española;» que es «una amenaza constante para el liberalismo;» que es «positivo» «su valor,» y que «él mismo se halla penetrado de su valor positivo.» —A lo cual ha de añadirse que segun El Globo, el tradicionalismo cuenta con otro factor, con «la agena locura,» y que á El Globo no le parece grano de anís este elemento, y da la voz de alerta, como quien tiene cuidado, sobre «que aún no están los liberales todos tan curados de antiguas manías, que en el presente caso la demencia esté en las esperanzas del carlismo.»— De resultas de lo cual, El Globo tiene en tanto el poder del carlismo, que dedica todo el articulo á pedirnos alafia, prometiéndonos que dará á la fe por quien peleamos más libertad que nosotros mismos.

Después de esto da gana de reír la contradiccion en que El Globo incurre cuando trata de persuadir al Papa, nada menos, que abandone al tradicionalismo «que es un partido esencialmente religioso que busca en la Religion inspiracion á todas sus determinaciones,» y ampare la república de Castelar, que se limita á prometer á la Iglesia una libertad que nunca le dió ni le dará, y cuyo poderío es tan terrible y portentoso, que Pavía la pudo derrumbar sin más que enseñarle la punta da la bota.

Mas la otra contradiccion es más peregrina por cierto. ¿Cómo caben en un mismo artículo, la afirmacion de que el tradicionalismo «es esencialmente religioso y busca en la Religion inspiracion á todas sus determinaciones,» y la afirmacion de que es cesarista y rebelde á la Religion por quien pelea, y á que conforma todas sus determinaciones? ¿En qué quedamos? ¿Es católico ó es anti-católico el tradicionalismo? ¿Pelea por la Iglesia ó contra la Iglesia? ¿Es religioso, ó le ha conquistado El Globo y le ha hecho, como el posibilismo, hereje, apóstata y cismático?

No se moleste inútilmente El Globo.

Podrá ser que en las cosas en que los mismos Prelados no están conformes, los tradicionalistas opinemos, por ejemplo, como opinan los Prelados de Plasencia, Urgel, Tarazona, Osma y Daulia, y no opinemos como otros. Eso es evidente. Y si hay quien pueda sustentar una opinion, y citar en su abono palabras de unos Prelados, no puede enfadarse porque nosotros citemos palabras de otros Prelados al sustentar otra opinion. Y decir que no opinar en estas cosas como unos Prelados sino como otros es rebelarse contra los Obispos, es un dislate que ni siquiera merece contestacion. Y añadir que el respeto que debemos á los Obispos por su carácter y la obediencia que les rendimos en cuanto atañe á su jurisdiccion, nos vedan obedecer á las autoridades políticas en lo que á ellas compete, y mientras no manden nada en contrario á las leyes de Dios y de su Iglesia, sobre ser otro dislate muy grande, es confundir cosas que la Iglesia de Dios distingue cuidadosamente.

Y cuanto á las enseñanzas del Papa y los Obispos, díganos El Globo, ¿qué otro partido fuera del tradicionalista las profesa en España? ¿Cuál, vamos á ver? Que diez años hace que estamos repitiendo esta pregunta sin hallar quien la conteste.

¿Quién, sino nosotros, acepta todas y cada una de las enseñanzas de la Encíclica Immortale Dei? ¿Quién más que los que tenemos por bandera la Carta á los españoles de doña María Teresa, y los mensajes de nuestra prensa al Papa y á D. Carlos? ¿Quién? Que se nos diga su nombre.

Cierto que de algún tiempo acá nos retraemos de tratar ciertas cuestiones y nos limitamos más que otras veces al terreno político; cierto que estas órdenes hemos recibido, y que las cumplimos por obediencia debida y por propia conviccion. El Papa ha mostrado deseo de que se acalle la polémica religiosa, y los periódicos católicos de Francia hace ya tiempo que por completo la suspendieron. Muchos Prelados españoles de varios modos han mostrado deseo de que nos abstengamos de hacer ciertas calificaciones religiosas y decir si talas ideas caben ó no dentro de la doctrina católica, que es cabalmente en lo que consiste la discusion religiosa. Todo nos induce á dejar por ahora esas cuestiones, y tratar con preferencia de política.

¿Es esto perder el tiempo en la defensa da nuestra fe? No; porque nuestra política es el conjunto de nuestras gloriosas tradiciones, y el triunfo de nuestras tradiciones seria el triunfo de nuestra fe.

¿Es esto dejar de ser lo que siempre fuimos, lo que El Globo mismo reconoce que somos? ¡Bah! El que es católico de veras, lo es en la iglesia y lo es en la calle y en todas partes, y en todas partes procura servir á Dios.

Estemos donde estemos, y llévenos las circunstancias adonde nos lleven, con una cosa puede contar El Globo, y es que allí seremos lo que fuimos siempre; que jamás cederemos en un ápice de nuestros principios; que jamás transijiremos en nada ni por nada con ninguna especie de liberalismo fiero ni manso, descubierto ó enmascarado; que todos los días y todas las horas de nuestra vida las dedicaremos á defender la verdad íntegra, pura, sin merma ni mácula contra todos sus enemigos; y que así se conservará unida, compacta, firme y potente la España católica ó tradicional, para arrojarse cuando suene la hora sobre todos los partidos que la tiranizan y deshonran, y sobre sus restos deshechos restablecer de nuevo, en toda su grandeza, las tradiciones patrias, al amparo de la Cruz levantada, como reina y señora, sobre la bandera española.

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