Las florestas de oro
La Ninfa
Contemplaron los silfos su escultura
tras el sedoso vuelo del ramaje,
en la quietud solemne del paisaje
de rara, mitológica hermosura.
En su concha de plata, en la espesura
escanció el dulce néctar del salvaje
manantial, y dormida en el boscaje
Selene la encontró radiante y pura...
A las luces miríficas del astro
un erótico ensueño parecía
en su blancura tersa de alabastro;
y ceñida la frente con los lauros
de Diana, huyó por la floresta umbría
en la grupa de helénicos centauros!